El premio se otorga cada año a una obra que se traduce al inglés y se publica en el Reino Unido o Irlanda.
Con dos obras muy disímiles en sus estilos pero coincidentes en su vocación disruptiva, las escritoras Gabriela Cabezón Cámara y Samanta Schweblin son las dos argentinas que junto a otros 11 finalistas entre los que figuran el francés Michel Houellebecq y el español Enrique Vila-Matas aspiran al Premio International Booker Prize 2020, uno de los más prestigiosos del mundo entre los libros traducidos al inglés.
El International Booker Prize 2020, cuyo ganador se conocerá el próximo 19 de mayo, se otorga cada año a una obra que se traduce al inglés y se publica en el Reino Unido o Irlanda. Su objetivo es fomentar más publicaciones y lecturas de ficción de calidad de todo el mundo y promover el trabajo de los traductores.
“Estoy chocha. De los que integran la lista de finalistas hay muchos que son grosísimos así que feliz de estar ahí. También me gusta haber quedado seleccionada junto a dos colegas latinoamericanas: por un lado Samanta, que es una genia y una de las mejores personas que conozco. Y por el otro Fernanda Melchor, una escritora mexicana impresionante”, señaló Cabezón Cámara a Télam.
La periodista y narradora fue seleccionada por “The Adventures Of China Iron” (traducción literal del título con el que se conoció la obra en la Argentina, “Las aventuras de la China Iron”), una obra que resignifica el universo de la gauchesca a través de la historia de una joven que huye de la crueldad de Fierro -el célebre personaje creado por José Hernández-, quien le ganó en un partido de truco y se convierte en el padre de sus dos hijos.
En esta disruptiva novela, Cabezón Cámara desarma estereotipos a partir de un lenguaje que crece y se reafirma desde lo poético para construir un personaje femenino que, a diferencia del gaucho desertor, realiza un viaje iniciático que le permite construir su identidad: descubrir sabores, texturas y el placer de lo sexual junto a Elizabeth, una escocesa que deambula por el desierto en una carreta buscando a su marido que ha sido llevado por la leva.
“No sé es si es significativo especialmente que la elección haya recaído sobre una novela que reformula el canon de la gauchesca. Tal vez es más significativo que intente reformular un canon a secas. Me parece que en ese sentido es relevante, aunque no sé cuál es su importancia fuera de la Argentina”, apuntó la autora de “La Virgen Cabeza”, traducida al inglés como “Slum Virgin” por Charco Press, el mismo sello que publicó The Adventures Of China Iron”.
“La China Iron es una novela que se puede leer de manera autónoma a esta operación de reformulación. Es una novela de aventuras, una utopía, una novela de romances, una novela de viajes, una novela queer… -explicó Cabezón Cámara-. Cuando la escribía, pensaba en la consolidación de la Argentina como un estado de latifundios y extractivismos”.
La elección de una protagonista femenina como contrapartida al referente masculino original es una de las operaciones más audaces que tiene la novela: “No es ingenuo contar la historia de una mujer en ese contexto porque al extractivismo siempre lo relaciono con relatos que tienen que ver con el patriarcado y en ese sentido pienso en el cuento ‘Patrón”‘de Abelardo Castillo o en ‘Pedro Páramo’ de Juan Rulfo -subrayó Cabezón Cámara- Si elijo una mujer es porque las mujeres hemos sido considerados recursos del mismo modo que han sido considerados recursos la tierra o los animales y esos nos ha llevado al desastre global”.
“También me parece que mientras hacía la novela estaba pensando mucho en la inminencia de una catástrofe, en la destrucción de la naturaleza, en el aceleramiento del cambio climático y todo eso que la novela tiene que podía ser tomado como una oda, como una elegía a la belleza de las pampas antes de que el territorio se volviera una factoría inmunda de industrias agrotóxicas”, indicó.
Similar euforia la que experimentó Cabezón Cámara al enterarse de la nominación al premio dejó traslucir Schweblin cuando Télam la llamó a Alemania -donde reside desde hace ocho años- para consultarla sobre la nominación: “Fue un gesto absolutamente inesperado que espero haya abierto las puertas para la narrativa breve en las próximas ediciones -dijo-. Y estoy muy feliz con la lista, con libros como los de Gabriela Cabezón Cámara, o Fernanda Melchor, que leí y son verdaderas joyitas, con autores como Enrique Vila-Matas, que sigo con muchísima admiración de toda la vida, y otros cuantos que no conozco pero ya tengo muchas ganas de leer”.
La escritora volvió a ser seleccionada como finalista por tercera vez, en esta oportunidad por la novela “Little Eyes” -tal la traducción de su última novela Kentukis-, una traducción realizada por Megan McDowell para el sello Oneworld Publications.
“Es un libro sobre el presente, sobre la manera que tenemos de relacionarnos con los otros a través de la tecnología. Sobre la soledad, el deseo, los miedos, y la gran curiosidad de intentar entender quién es el otro, y quiénes somos nosotros mismos cuando nadie nos mira”, sostuvo.
A través de la invención de un juego que incluye, de un lado de la computadora, a un peluche con cámaras filmadoras por ojos y rueditas por patas, y del otro lado a un usuario que quiera pasearlo por la casa de un desconocido husmeando en todo lo que desee, Schweblin (1978) creó la novela publicada por Penguin Random House, en la que investiga las relaciones humanas contemporáneas, mediadas por lo tecnológico y marcadas por el voyeurismo y la soledad.
Ganadora entre otros de los premios Juan Rulfo de Francia, Casa de las Américas de Cuba y Fondo Nacional de las Artes de Argentina, la narradora trabajó junto a la traductora Mc Dowell en sus dos anteriores nominaciones al Booker Prize: el año pasado por su libro “Mouthful of Birds” (“Pájaros en la boca”) y en 2017 por ” Fever Dream” (“Distancia de rescate”).
“Siempre es un alegrón llegar a esta instancia, porque son espacios en los que los libros se hacen más visibles y llegan a más lectores. De las tres ediciones sigo festejando sobre todo la del año pasado, porque en 2019 quedé finalista con un libro de cuentos, y es raro ver cuentos en estas listas. Lo sentí como un reconocimiento no solo hacia el libro sino también hacia el género literario”, resumió.