Día a día reciben más consultas sobre intolerancias alimentarias, enfermedades inflamatorias, trastornos funcionales y diarreas frecuentes.
Especialistas de la salud recomendaron incorporar alimentos fermentados y ricos en probióticos para tener un mejor funcionamiento del sistema digestivo, ya que son útiles para el tratamiento de diversas enfermedades gastrointestinales.
Si bien están presentes en diversos alimentos, los yogures tradicionales y con probióticos son la forma más sencilla de incorporarlos a la alimentación diaria.
La salud digestiva preocupa cada vez más a los especialistas argentinos: día a día reciben más consultas sobre intolerancias alimentarias, enfermedades inflamatorias, trastornos funcionales y diarreas frecuentes.
Según los especialistas que participaron del simposio “Yogurt, revalorización de un alimento milenario a la luz de la ciencia del Siglo 21” que se realizó en el marco del XXIII Congreso Argentino de Graduados en Nutrición, la calidad de la dieta es fundamental para una buena salud digestiva y para mantener una microbiota intestinal en equilibrio.
El intestino está colonizado por diversas bacterias, muchas de las cuales son benéficas y desempeñan importantes funciones fisiológicas.
Es por ello que hoy se considera a la microbiota intestinal como un órgano metabólico que influye en el sistema inmune (sistema de defensas), el sistema nervioso y el correcto funcionamiento del aparato digestivo.
Para una mejor salud digestiva, los expertos concluyeron que la incorporación de alimentos fermentados y ricos en probióticos representa múltiples beneficios para el organismo.
Según explicó Andrea González, jefa del Departamento de Alimentación del Hospital Dr.C. Bonorino Udaondo, “los probióticos cumplen un rol específico y único sobre la microbiota intestinal, relacionados con efectos antiinflamatorios: producen sustancias que protegen al intestino a nivel local y modulan el sistema inmune”.
“Además favorecen la influencia de aquellas bacterias benéficas por sobre aquellas que no son saludables, y protegen las funciones de la barrera intestinal para evitar el ingreso al organismo de antígenos a través de los alimentos. Es una matriz alimentaria funcional y tiene un futuro prometedor en terapéuticas alimentarias específicas gastrointestinales y metabólicas”, indicó González.
Es importante prestar atención a la etiqueta del producto para conocer el detalle de sus componentes.
Los principales probióticos son Lactobacillus y Bifidobacterium, pero éstos no están presentes en todos los yogures.
Los alimentos fermentados como el yogur, el chucrut, el kefir y el miso son algunas de las fuentes de probióticos.
“Los beneficios del yogur son reconocidos ancestralmente y, en la última década, la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos (EFSA, por sus siglas en inglés) ha reconocido en todos los yogures sus beneficios para la población con intolerancia a la lactosa (cada día más numerosa)”, puntualizó Ana Binetti, Investigadora del CONICET y docente de la Universidad Nacional del Litoral.
La experta explicó “el yogur es un alimento fermentado que contiene compuestos saludables. Algunos de éstos, por ejemplo, benefician la salud intestinal, reducen la hipertensión, los niveles de diabetes en sangre, previenen la intolerancia a la lactosa e incluso algunos actúan como neurotransmisores y ayudan a relajarse”.
“Hoy se sabe que el consumo de probióticos es clave para una microbiota saludable y esto contribuye con la prevención de la obesidad, la diabetes y otras enfermedades crónicas no transmisibles. Y para el manejo de trastornos digestivos -como el síndrome de intestino irritable- el consumo de probióticos es, sin duda, la solución, ya que colabora con el balance de la microbiota intestinal”,” explicó Mónica Katz, médica especialista en nutrición y Directora de la Diplomatura en obesidad de la Universidad Favaloro.
“El impacto positivo es tanto a nivel intestinal como sistémico,” completó González.
Factores que empobrecen la microbiota intestinal
De acuerdo a los especialistas, son múltiples los factores que atentan contra la salud de la microbiota intestinal. Uno de ellos, el cual es cada vez más frecuente y causa alarma entre los profesionales de la salud, es el uso abusivo de antibióticos.
“Tras el uso prolongado de antibióticos se produce una ‘disbiosis’, es decir, un desbalance en la microbiota intestinal.
“Estos atacan tanto las bacterias malas como las buenas”, advirtió Katz.
Y agregó “la toma prolongada de antiácidos produce una disminución en la esterilidad de los alimentos que ingresan al sistema digestivo, produciendo lo que se denomina ‘sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado’. La incorporación de probióticos a través de la alimentación es el tratamiento adecuado para este tipo de cuadros.”
Otros factores que alteran la salud de la microbiota son el exceso de condiciones asépticas, es decir, la falta de contacto con microorganismos, la abundancia de nacimientos por cesárea (ya que durante el parto natural, la madre le transmite al niño bacterias que son beneficiosas) y periodos cada vez más breves de lactancia materna.