El artista que dejó todo para vivir cerca del mar y se inspira en Mar del Plata y la naturaleza para sus composiciones, se prepara para festejar con un show en Vorterix Buenos Aires.
Un día Cristian Cioccale dejó todo y se vino a vivir a Mar del Plata. Hacía años que había nacido su proyecto musical Rusea (Rus por Rusi, su apodo, y Sea por mar en inglés) y entendió que era el momento de cumplir su sueño.
Lo que no pensaba era que un par de años después, por las temáticas de sus canciones y por la difusión de paisajes de la ciudad, iba a ser reconocido como “Embajador Turístico” de Mar del Plata.
Ya lleva más de cuatro años instalado en “La Feliz” y, junto con su cumpleaños, celebrará los diez años de nacimiento de su emprendimiento artístico Rusea.
“Parece fácil pero cuesta dejarlo todo, sobre todo la familia”, confió el artista que, de todas formas, logró no solo elegir el entorno en el que vivir, sino que también optó por dedicarse exclusivamente a la música, de manera independiente. “Estoy muy contento con poder vivir de mi pasión”, aseguró.
El quilmeño de nacimiento, que pasó los veranos de su infancia y adolescencia en Miramar y ahora se inspira en las olas marplatenses, hará honor a este especial aniversario el 9 de junio en Vorterix Buenos Aires.
Para el artista es una fuerte apuesta, que apunta a mostrar su música -que navega entre el rock, el pop y el reggae- en un lugar con capacidad para 1.500 personas, pero buscando recrear ese ambiente de fogón e intimidad en el que suele presentarse en distintos circuitos de Mar del Plata y la zona. “A veces siento que la música tiene que fluir igual que cuando hago surf. Siento que la música es igual que las olas. Las vas siguiendo, a veces tenés que ir más rápido, a veces más despacito, a veces es rock, a veces es música más tranquila. Siento que esa es mi conexión con la música y el mar”, describió el músico en una charla con LA CAPITAL, a propósito de este aniversario.
El artista aseguró que nota la misma sensación cuando está tocando con una banda. “Cuando estoy en el escenario, me siento en el mar”.
“La gente que me escucha siente que con las canciones la llevo un poco al mar, o a ese momento de vacaciones o de viaje. Es muy hermoso, nunca lo había imaginado de esa forma, pero soy el camino al mar para muchas personas”, aceptó.
-Te hiciste conocido por hablar del mar en tus canciones, pero no queda ahí, vas más allá.
-El mar es mi musa inspiradora. Está muy presente, pero trato que cada uno pueda adaptarlo a lo que quiere. Que el mar sea una metáfora. Siento que mi público, a quien le canto, es alguien al que le gusta viajar, le gusta la playa, le gusta disfrutar.
-¿Cómo llegaste a la música?
-Se fue dando sin pensarlo, siempre como una pasión, lo que me gustaba hacer y me sale muy natural. Yo estudié una carrera universitaria y demás, pero tratando de pasarla, como ‘tengo que hacer esto porque es lo que hace la gente normal’. Pero la música no me costó nunca. Siempre que me subo al escenario me transformo en la persona que realmente soy, no tengo vergüenza de contarte nada, de venderte lo que soy, porque es natural. Pero así como el amor por el mar lo tengo desde chico, el amor a la música me agarró de grande. Cuando terminé el secundario, arranqué a tocar la guitarra y no cantaba. Arranqué a cantar cuando arranqué con la música hace diez años.
-¿Cómo fue el proceso para dedicarte exclusivamente, que se convierta en tu forma de vida?
-Siempre fui de trabajar de manera independiente. Tengo una amiga, Vero, que está haciendo de manager ahora, pero siempre de manera independiente. Creo que cuando uno puede avanzar solo es mejor que con alguien que esté poniéndote fechas y demás. Hacen falta ganas y los medios. Cuando uno confía en sus canciones, a veces pensás que todo va a suceder rápido, que vas a convocar más gente, pero porque uno está acostumbrado a las movidas nuevas, como el trap, con chicos que sacan una canción y a los días tienen 50 millones de reproducciones, pero en la mayoría de las bandas no sucede eso. Una banda normal tarda diez años más o menos en que se den las cosas. Aprendí a tomarlo con calma. Lo que creí que iba a suceder desde el minuto uno no sucedió, pero le seguí poniendo fichas y acá estamos, festejando diez años, con más experiencia y siempre mejorando, corrigiendo rumbos. La gente me hace comentarios hermosos y yo digo que si cuando me ven no parece que estoy trabajando, es porque estoy haciendo bien las cosas.
-Trabajar de manera independiente te lleva también a estar y profundizar conocimientos de un montón de áreas.
-Sí, siempre digo que si no prendo el teléfono, si no envío un mensaje, nada sucede. Todo el tiempo, todo depende de uno, desde el mínimo detalle de que los músicos vayan a ensayar, si la sala está disponible, cada cosita depende de que uno se mueva, pero eso se hace más lindo cuando llegan los resultados.
-¿Cómo componés? ¿Cómo surgen los estilos de las canciones?
-Siempre va fluyendo. Nunca hice algo pensando en que era lindo para el momento o la situación. Obvio que el reggae es algo que escucho muchísimo y siempre está incorporado en mí, entonces algo de eso va a salir, pero también está el rock y el pop. Me gustan en general las canciones que son las que suenan en la radio. Tengo gusto por las canciones hiteras para escuchar, entonces cuando escribo necesito que un estribillo se me quede pegado. Si no se me queda pegado a mí, siento que no se le va a pegar a nadie y me va a aburrir cantarlo.
“A veces siento que la música tiene que fluir igual que cuando hago surf. Siento que la música es igual que las olas. Las vas siguiendo, a veces tenés que ir más rápido, a veces más despacito, a veces es rock, a veces es música más tranquila” define Rusea.
-¿Qué parte te gusta más, la de componer, la de ensayar, subirte al escenario, conectarte con otros artistas?
-Me gusta mucho componer, cuando estoy inspirado y entro en la cadena esa de que la canción salga, necesito grabarla y escucharla. Ensayar no me gusta tanto, la verdad, porque estoy mucho tiempo con mis canciones para grabarlas, para escucharlas. Por eso me gusta mucho más el vivo, es lo más lindo. Y con otros artistas me parece muy hermoso lograr trabajar, más cuando uno viene más de abajo y te encontrás artistas que ya tienen una carrera y respetan, y los ves como fan y como colega. Esa visión de dos lados distintos, una parte el nene que fui y los veía de chiquito y la otra parte del músico que está en el escenario con ellos, es hermosa.
-Más allá de la fecha de Vorterix, ¿tratás de tocar seguido?
-Soy un artista que hace giras de fogones o giras de escenarios pequeños. De esa forma, llego hasta lugares grandes. Hacer un Vorterix, con capacidad para casi 1.500 personas, es una apuesta porque si bien me conoce y me escucha mucha gente, no tengo un perfil masivo. Toco bastante en la zona de Chapa -Chapadmalal-, pero en general toco sin avisar. Hay gente que cree que vivo allá, porque ando muy seguido.