El pibe surgió en 2014, cuando con 19 años tuvo un debut soñado en la B Nacional. Pero un problema entre su representante y la dirigencia demoró su desembarco pleno entre los profesionales. En 2015 fue titular en los últimos siete partidos y se ganó el puesto. Hoy es el principal factor de desequilibrio en el equipo de Fernando Quiroz.
Por Víctor Molinero
Santiago Rosales es la gran aparición del fútbol marplatense en los últimos años. Hoy lo disfruta Aldosivi y su gente, aunque se cree que no será por mucho tiempo más ya que, aseguran, varios equipos importantes del fútbol argentino siguen de cerca las actuaciones de este marplatense que el mes próximo cumplirá 21 años y que es titular indiscutido en el conjunto de Fernando Quiroz que arrancó ganando sus dos primeros partidos en el torneo de Transición de Primera División.
Con un puñado de partidos en la máxima categoría, el pibe Rosales logra lo que pocos pueden en una cancha de fútbol. Cuando la pelota llega a sus pies, los hinchas presentes en el estadio dejan su butaca y, expectantes, se levantan para ver qué hace ese jugador capaz de sorprender con un lujo (como el que hizo para desairar a su marcador y terminar con una asistencia para el gol de Llama ante Argentinos) o un arranque electrizante.
Rosales aporta a este Aldosivi algo que tampoco es sencillo de encontrar hoy en día: cambio de ritmo. Y aún como cuando contra Argentinos no recibe permanentemente la pelota, cuando el balón le llega desequilibra.
Los primeros pasos en el fútbol barrial
Santiago nació el 22 de marzo de 1995 en esta ciudad y sus primeros pasos en el fútbol los hizo con el equipo “Los Diablitos” en el fútbol barrial.
Enseguida mudó sus condiciones del barrio Libertad al club Cadetes, donde pasó cinco años antes de recalar en Independiente (jugó un año más allí).
Nicolás, su padre, hizo lo imposible para que su hijo tuviese una chance importante. Hasta se endeudó para poder pagarle el viaje a Buenos Aires, donde Santiago probó suerte en Boca (donde estuvo casi un mes entrenando) y en Lanús.
“A mi viejo le tengo que agradecer todo. Porque él se empeñaba para que yo pueda viajar a probarme a Buenos Aires. Y cuando no me iba bien me decía que no tenía que perder la fe. El me alentó también para ir a Aldosivi cuando yo estaba trabajando”, reconoce, agradecido, sobre el empuje de su padre.
Cuando regresó, cabizbajo a su ciudad, y con el libro de pases del fútbol local cerrado, hizo trabajos de albañilería junto a su tío para sumar unos “mangos” a la economía familiar.
Entonces Darío Uribe (papá de Braian, ex jugador del club portuense), le aconsejó sumarse a las inferiores de Aldosivi.
“Jugaba torneos de barrio por plata y el papá de Uribe, Darío, que es conocido de la familia, me dijo que había una prueba en Aldosivi. Fui y quedé, cuenta el propio Santiago, de visita en la redacción de LA CAPITAL.
En 2013 entró con edad de quinta división bajo las ordenes de David Mariscal, que lo ubicó como enganche, el puesto que más lo seduce.
Al año siguiente subió a la cuarta de Gustavo Galera. Alejandro Giuntini, por entonces coordinador del fútbol amateur de Aldosivi, le insistió para ubicarlo como volante por izquierda. Y el aporte del ex zaguero de Boca fue determinante para su carrera.
“Estuve un año en quinta, medio año en cuarta y de ahí pude saltar a Primera. Vino Berti y pidió un jugador de inferiores para poder trabajarlo y Giuntini me subió a mi. Alejandro fue el que me subió”, aporta sobre quien fue coordinador de las divisiones inferiores del club en 2014.
Es que el propio Giuntini fue quien sugirió su nombre a Alfredo Berti cuando éste pidió un juvenil para sumar a los entrenamientos del plantel profesional que por entonces buscaba el postergado ascenso a Primera en el torneo de transición que la B Nacional disputó en el segundo semestre de 2014.
El debut soñado
Rosales debutó el sábado 18 de octubre de 2014 en un cómodo triunfo ante Guaraní Antonio Franco (2-0). Para quien esto escribe fue el debut de un juvenil de Aldosivi que más expectativa generó en los últimos 20 años. Porque Rosales tuvo una actuación sensacional. Con su cambio de ritmo, ubicado por la izquierda, fue la figura de la cancha en un primer tiempo en el que la salieron todas. Metió la asistencia para el gol de Pablo Lugüercio, le hicieron un penal que Nicolás Miracco estrelló en el palo e hizo expulsar a Sagarzazu, quien impotente ante la enésima gambeta del pibe lo “sacudió” con un patadón que le valió la tarjeta roja.
“En ese partido me salieron todas. Uno sueña con ese día y sabe que es difícil, jugar con tanta gente en la cancha. Me acuerdo que entré a la cancha y sólo miraba al frente. A los costados veía todo nublado, solo miraba para adelante. Hasta que en la primera pelota fui a pelearla arriba y le quedó a Canever y en la segunda encaré y le pegué al arco. Ahí empecé a soltarme un poco más y cuando veía que el defensor me daba espacios para encararlo lo aproveché y pude hacerlo bien. Me ayudó mucho la confianza que me dieron mis compañeros que me daban la pelota para que fuera soltándome. Eso ayuda”, sostuvo sobre aquel día inolvidable.
Días después tuvo una floja actuación -como todo el equipo- en una derrota frente a Colón (0-2), en Santa Fe, partido que terminó marcando el fin de ciclo de Berti en Aldosivi.
“Colgado” y cerca de largar todo
Fernando Quiroz volvió para redondear un gran sprint final y llevar a Aldosivi al soñado ascenso. Pero Rosales, tras un cortocircuito entre su representante y la dirigencia, no volvió a jugar con el plantel profesional. Fue “bajado” a la cuarta división hasta que solucionó su problema contractual.
“En ese momento me quería ir del club por lo que me habían hecho. En las redes sociales me mataban a mi y a mi representante. Mi familia, en cambio, estuvo siempre. Me molestaba la gente y algunos dirigentes que hablaron sin saber. Por eso por momentos me daban ganas de irme. Por suerte se arregló y hoy estoy acá”, confiesa sobre aquella polémica sobre fines de 2014.
“Ahí firmé por cuatro años pero si yo hacía las cosas bien -como las estoy haciendo- estaba el compromiso de mejorar el contrato. Ahora ya me llamó José (NdR: Moscuzza, el presidente) para hablar de eso”, agrega entusiasmado.
“Teté” recién pudo contar con él en 2015, al momento de afrontar el primer campeonato de Aldosivi en la máxima categoría.
Rosales arrancó desde atrás. Ingresó unos minutos en el complemento del debut frente a Vélez y en otros ocho partidos hasta que, sobre el final de la temporada, se ganó un lugar entre los titulares como volante por izquierda. Desde entonces nunca más dejó su lugar entre los once que salen a la cancha. Jugó los últimos siete partidos del torneo anterior (incluidos los tres de la liguilla Pre Sudamericana) y los dos que Aldosivi ganó ante Olimpo (3-0) y Argentinos Juniors (3-2) en este arranque de campeonato.
La bandera del Proyección Juvenil
Hoy, este pibe de 20 años además de tener potencia, velocidad y buen cabezazo es capaz de desbordar y lanzar el centro con zurda o cortar en diagonal para meter la estocada o el remate con derecha, su perfil natural (aunque hoy, claró está, le pega con las dos piernas) es uno de los puntos altos del equipo de Quiroz.
Y es -o debería ser- la bandera del Proyección Juvenil que ideó Alberto Valastro y continúa José Moscuzza. De hecho, podría transformarse en el primer jugador propio que Aldosivi negocie, algo indispensable para recuperar la enorme inversión que significa tener a seis divisiones jugando los torneos de AFA y un predio ejemplar, con pensión incluida.
“Se comentan muchas cosas pero yo trato de no desesperarme y jugar en Aldosivi. El club me está dando una vidriera que afuera no me la va a dar nadie. Si yo no hago las cosas bien acá nadie me va a venir a buscar”, razona cuando se le pregunta sobre el rumor de algunos equipos importantes que ya le siguen los pasos.
Pero también Rosales debería ser un espejo para aquellos chicos (y para sus familias), que todavía eligen la aventura de mudarse a una pensión en Buenos Aires para jugar en un club, lejos de sus padres a una edad donde el sostén familiar es clave para el resto de sus vidas.
“En el club se están haciendo las cosas muy bien y se le están dando muchas posibilidades a los chicos. Eso hace que uno, haciendo las cosas bien, pueda tener una posibilidad en Primera. Y el club también quiere poder vender un juvenil. Sería algo lindo para el club y para el jugador. Si uno se propone llegar, las cosas se van dando”, afirma valorando el cambio de una dirigencia que se decidió a apostar más firmemente a la consolidación de los jugadores jovenes.
Rosales, que como muchos también intentó buscar un futuro mejor en Boca y Lanús, llegó a Primera jugando en su ciudad, con el apoyo insustituible de mamá Graciela y el amor de sus hermanos Sebastián, Jeremías y Jenifer.
“Uno de los tantos sueños es poder ayudar a mi familia y vivir de esto. A mi me costó mucho poder jugar al fútbol y es hermoso ahora poder hacerlo y vivir de esto”, grafica entusiasmado.
“El sueño mayor por ahí es jugar en Europa. Me ha pasado de ver algún partido e imitar al relator pero metiendo mi nombre en lugar de otro para ver cómo quedaba. Preguntándome si algún día dirían mi apellido ahí. Y la Selección es otro sueño claro”, expresa a la hora de soñar.
Por lo pronto, Rosales ya fue incluido en una lista extensa de futbolistas Sub 23 que son seguidos de cerca por el cuerpo técnico de la Selección de cara a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
“Sólo me avisaron del club que estaba en esa lista y lo vi en los medios pero nadie de la Selección se comunicó conmigo. Eso me ayudó a empezar una pretemporada diferente. Se dé o no, el hecho de estar en esa lista ya es algo muy lindo”, asegura quien comparte esa preselección con nombres de la talla de Angel Correa, Paulo Dybala o Mauro Icardi, entre otros.
Santiago Rosales es ya una realidad. Figura en Aldosivi y el jugador con mayor proyección de venta para un club que no se ha caracterizado hasta aquí por ser una entidad vendedora. Una verdadera joya.
2016, el año del despegue
Aquel jugador que sorprendió a todos con su debut ante Guaraní en 2014 y que se ganó un lugar en el equipo en 2015, arranca un 2016 llamado a ser su año del despegue definitivo. Para ello, el propio Santiago Rosales admite que es clave la confianza que Fernando Quiroz y sus compañeros depositan en él.
“En el último partido contra Banfield ‘Teté’ me agradeció por lo que había dejado en la cancha y me dijo que siguiera así que iba a ser un jugador importante. Vi que tenía la confianza del director técnico y empecé un año diferente” reconoce.
“También es lindo escuchar a la gente cuando me alienta en la cancha. Al principio eso me generaba una presión extra. Como que si hacía algo mal podía defraudarlos. Pero después del amistoso contra Gimnasia empezó a cambiar mi cabeza, me solté más y disfruté más de esos gritos de aliento que llegan desde la tribuna”, confiesa.
– En el último partido, contra Argentinos, la pelota te llegó menos aún cuando desequilibrabas con facilidad a tu marcador…
– Por ahí la formación nuestra trabaja para que Canever se sume y pueda tirar un centro y yo pueda cerrarme a meter una pelota cortada o ir a buscar el centro de “Tato”. A veces me fastidio si no me la dan para encarar contra la línea como por ahí hacía el año pasado pero esta formación es distinta y hay que adaptarse y entender que no siempre la pelota va a pasar por uno.
– ¿Cómo te definís como jugador? ¿Cuáles considerás que son tus principales virtudes?
– El mano a mano y el cabezazo creo que es lo mejor. Por ahí me está faltando más pegarle de afuera que es lo que yo hacía en inferiores. Soy derecho pero de chico fui aprendiendo a pegarle con la izquierda y eso me ayuda para jugar en la posición en la que lo hago. Hoy, si me das a elegir entre volante por derecha o por izquierda prefiero por izquierda. Me acostumbré a tirar centros con la zurda y a enganchar para el medio y pegarle con derecha.
– Una posición que ahora ocupás gracias a la insistencia de Alejandro Giuntini en su momento…
– En quinta jugué de enganche y en cuarta Alejandro Giuntini me dijo que si no jugaba de volante por izquierda, con él no iba a jugar. A Alejandro le agradezco mucho. Cuando estaba en quinta él me decía: “jugás porque yo no soy el técnico”. Cuando me subió a cuarta con Gustavo (Galera) me dijo: ‘acá jugás de volante o no jugás’. Me costó, me retó varias veces pero me hizo bien. A mi siempre me gustaba jugar de enganche. Alejandro me ayudó mucho y siempre estoy agradecido con él, que me hizo crecer como jugador. Es una gran persona que ahora está superando un mal momento.
– ¿Y cuando llegaste al plantel de Primera en quién te apoyaste?
– Para mí Jonny (Jonatan Galván) es un referente. Yo lo conozco desde chico, del barrio, porque jugó con mi hermano y mi primo. El fue el primero que se me acercó. Cuando llegué, para mí Galván ya era un referente del plantel. Nicolás Miracco también. Ellos me ayudaron a que sea más fácil el ingreso al grupo. Y después el apoyo de los más grandes. Al principio pensaba que por ahí siempre me retaban a mi en los entrenamientos pero hoy entiendo que lo hicieron por mí y eso me sirvió mucho.
– ¿Y hoy para qué ves a este Aldosivi?
– Le veo grandes chances a Aldosivi en este torneo que es medio raro. Va a ser distinto a los demás, con oportunidades para todos. Nosotros hicimos una buena pretemporada y venimos haciendo las cosas bien en este arranque. Nos estamos haciendo fuertes de local y está bueno esto de jugar los tres primeros partidos acá. No digo que Estudiantes sea fácil pero estamos bien y tenemos que aprovechar el poder jugar otra vez en casa.