Con sus lentes de sol se roba todas las miradas en la esquina de Castelli y Catamarca. Se lo encuentra siempre junto a su amigo, el "trapito" Mario. Rocco, de él se trata, es el "perro" estrella del barrio.
“¿Cómo anda Rocco?”, pregunta desde el cero kilómetro la mujer. Un oficinista pasa y le acaricia la cabeza mientras él ni se inmuta. Descansa acostado sobre la vereda y hasta se podría adivinar que está durmiendo plácidamente, siempre con los lentes de sol puestos, lo cual le da un look especial. “Si se los saco se pone a ladrar”, explica Mario, el cuidacoche que adoptó a Rocco hace cuatro años, cuando lo encontró “sarnoso, lleno de pulgas, sucio y hambriento” en la calle.
Rocco es un perro marca perro que no se despega de su dueño. Lo acompaña diariamente a la esquina de Castelli y Catamarca, donde el hombre que llegó hace 16 años desde Termas de Río Hondo se gana la vida diariamente cuidando los autos de la cuadra.
“Algunos le traen comida pero yo no les pido nada”, dice con cierta timidez Mario, quien resalta que su perro es fiel, cariñoso “y coqueto. Si le saco los lentes se pone loco”, aclara sonriente.
“Mientras hay tipos que tiran a los cachorros a las calles o se deshacen de ellos sin importarles nada, tenés tipos como Mario que sin sobrarle nada, adopta a un perro de la calle y lo cuida como si fuera un rey”, acota Florencia, una vecina quien con su pequeña hija Julia en brazos, pasa a diario por el lugar tan sólo para saludar a los ilustres personajes.
“La plata apenas me alcanza para el día. Hago la diaria, para la comida y para poder pagar la luz”, dice el “trapito” -usando chaleco reflectante- con naturalidad.
Cuando cae el sol, cuando los oficinistas y la mayoría de los propietarios de autos que se estacionan en su zona dan por concluida la jornada, es hora de volver a casa también para Mario y Rocco, ya sin sus lentes. Se van, con andar cansino, hasta la “pequeña piecita alquilada en la zona del Mundialista”. Mañana será otra historia, otro día, y si es con sol, mejor aún.