Arte y Espectáculos

“Rocanroll, la vida es un”: con humor, novela narra el regreso al escenario de una vieja banda

El autor es el escritor de Necochea Walter C. Medina, quien presentará su flamante historia en la Feria del Libro local. Será el sábado 30.

 

Como su abuelo, que desde sus 21 escribió todos los días hasta los 83 años. O como su madre, que hizo lo mismo en cuadernos de espiral y “con letra prolija” narró las luchas que enfrentó, Walter C. Medina trae esa tradición a cuestas. “Comencé a escribir de muy chico; no solamente en cuadernos u hojas sueltas, también escribía en las paredes de mi habitación e incluso en mi guarapolvo del colegio, y hasta en mi propia piel. Apuntes, recordatorios”, contó a LA CAPITAL.

Con el tiempo, Walter se transformó en periodista y más tarde -o al mismo tiempo- en escritor. Oriundo de la ciudad de Necochea, donde vive, publicó este año su tercera ficción, la novela “Rocanroll, la vida es un” (Editorial Quequén Casa Editora).

Tal como hizo en “SAC Rebajas de Otoño” (2018 Lacre Editorial) y en “Crónicas de Anchorena” (2023 Editorial Autores Argentinos), Medina apela al humor para contar “la historia del hipotético regreso a los escenarios de una legendaria banda de rock, luego de cuarenta años de ausencia”.

“El regreso de esta banda mítica es el desencadenante, lo que da sustento al nudo; sin embargo, si el lector continúa decidido, puede zambullirse en tramas oscuras, conspiraciones internacionales, complots, traiciones, alienación, pasiones insanas y hasta complejos de Edipo”, enumeró en una entrevista.

El nuevo libro del escritor necochense se presentará en Mar del Plata el 30 de noviembre, en el marco de la Feria del Libro local, que se desarrollará desde el 21 de este mes en el Espacio Cultural “Comunidad y Energía” (Garay y Mendoza).

Para el autor, el humor le resulta una herramienta de gran comodidad, al tiempo que le permite contar historias que bien podrían ser orales. “La clave está en no pretender otro registro que no sea el del humor -dijo-. En mi caso, aunque intentara escribir un policial negro, un drama o thriller psicológico, no podría evitar que apareciese el humor en alguna de sus formas; en especial en las formas del absurdo y del esperpento español”.

“Creo que los autores que consiguen arrancarnos carcajadas lo hacen precisamente porque logran instantes sublimes de comicidad en los pasajes más trágicos de las vidas de sus personajes. Los finales más graciosos pueden tener raíz en un drama, así como un drama puede haberse iniciado como se inicia una comedia. En mi caso personal el humor es casi siempre un pretexto para dar rienda a historias que bien podrían ser narradas oralmente por un tío, o por un abuelo que conservara la voz firme y clara”, explicó.

En su nueva novela, el objetivo fue lograr que el lector sienta ternura con los personajes a partir de “la sucesión de las vivencias extremas que cada uno de ellos experimenta”. O bien a partir de “los diálogos en los que abundan la filosofía de cotillón y la reflexión sesuda, pero también la disonancia, el intercambio de insultos y la histeria”.

-¿Considerás “Rocanrol, la vida es un” tiene algún rasgo común con tus otras dos novelas?

-Sí, definitivamente; especialmente en el sentido de las obsesiones que nublan las mentes de los personajes, sus traumas no resueltos, sus miedos, sus ansiedades, que se fusionan en la trama con conspiraciones de escalas globales y entuertos de diversa naturaleza. En “Rocanroll…” como en “SAC Rebajas de Otoño” y en “Crónicas de Anchorena” hay historias en las que el humor tiene la finalidad de quitarle seriedad a las tragedias tomadas de la vida real, que siempre son las disparadoras de la idea principal. Claro que los rasgos comunes definitivos entre este y mis anteriores libros son la visión distorsionada, la parodia, la sátira, el esperpento y el absurdo; sin el sustento de estos géneros y subgéneros de la comedia, mis ficciones no tendrían ningún sentido.

-¿Por qué escribís?

-Escribir es un arma poderosa contra el aburrimiento, además de ser una actividad terapéutica. Es un ejercicio sano que beneficia significativamente a quien lo hace. Claro que no estoy refiriéndome necesariamente a escribir con intenciones literarias, sino a hacerlo por la necesidad de crear vínculos sanos con nosotros mismos, y quizás también con el prójimo. La narrativa me da la libertad de poder imaginar y dar vida a personajes que dicen y hacen lo que yo -quizás por decoro- no podría decir ni mucho menos hacer sin que me elevaran una causa judicial.

Este libro se encuentra a la venta en Amazon.

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