Toda una vida en el mismo trabajo, ganándose el afecto y el respeto de centenares de personas que se convirtieron en amigos. El reconocimiento a Roberto Gargaglione, quien celebró los 50 años de servicio en la recepción del Club Pueyrredón
Por Gustavo A. Rabini
El pasado 16 de mayo, Roberto Gargaglione, de 85 años, cumplió 50 años de servicio en la Recepción del Club General Pueyrredón. Lo hizo de manera ininterrumpida, con asistencia perfecta, salvo un breve lapso de algunos días a raíz de una operación de rodilla.
Todos los días, menos los jueves (su franco), a partir de las 20, Gargaglione toma su puesto de trabajo, de impecable traje, y recibe a socios e invitados con la gentileza y amabilidad de siempre. Nunca una palabra de más o de menos, predispuesto y cordial como pocos.
Proveniente de Rauch, donde nació el 2 de febrero de 1928, llegó a Mar del Plata en 1950 cuando contaba con 22 años. Previamente había venido María Esther Hourcade, su novia, también desde aquella ciudad, donde se conocieron siendo adolescentes. Ambos retornaron en 1953 a Rauch al solo efecto de casarse.
Cuando Roberto tenía 14 años, en su pueblo natal comenzó a trabajar en la sastrería “Alessandro”. Cuando vino a Mar del Plata, y continuó en la misma actividad en la sastrería “Villegas”, sita en Luro 4772. Ello hasta el año 60, momento en el que decidió empezar a trabajar de manera independiente en su domicilio particular. Su esposa María Esther trabajaba como empleada doméstica en la casa de José Luis Oteiza, entonces presidente del Club.
Dado que al principio a Roberto le costó hacerse de una clientela, y habiendo ya nacido los dos hijos del matrimonio, Oscar y Rubén, enterado de ello a través de María Esther, Oteiza lo postuló para que ingresase en la recepción del mismo, porque quien trabajaba en ese puesto, Sequeira, deseaba jubilarse. Esto ocurrió allá por 1966, o sea cuando Roberto tenía 35 años.
Fue entonces que el día 16 de mayo de ese año ingresó en el cargo que ostenta hasta la fecha. En 1975 (el año del tristemente célebre “Rodrigazo”), la situación general del país era muy difícil, y le surgió la oportunidad de ser recepcionista del Club Mitre, trabajando allí de 13 a 17 y a partir de esa hora en el Club Pueyrredón.
El 19 de mayo pasado, fecha en la que la entidad cumplió 100 años, un grupo de amigos y socios lo homenajeó con una cena realizada en “La Cubata” de Rivadavia e Italia, lugar desinteresadamente ofrecido por el Vasco Luis María Iriberri, asiduo concurrente a la cancha de pelota. La velada fue muy animada y contó con la presencia, entre otros, del Sr. Rafael Eduardo Savastano, quien fue concesionario de esa cancha 35 años. Durante la reunión surgieron decenas de anécdotas, una más pintoresca que la otra.
Entre tantas, don Roberto recordó que el día de su ingreso su primera tarea fue llevar a los diarios La Capital y El Atlántico las gacetillas que informaban que el 19 de mayo de ese año (1966) el club cumplía 50 años de existencia. También memoró que durante muchos años en la planta baja del club funcionó un prestigioso restaurante al que concurrieron famosos personajes, como don Atahualpa Yupanqui, Tita Merello, Olmedo, y otros, que después del teatro iban a cenar allí.
Contó además que durante años asistieron ya al Club mismo otros famosos como Hugo del Carril, José Narovsky, el propio Olmedo, José L. Pizutti, Agustín Cejas, el múltiple deportista y playboy Charly Menditeguy, etc. Incluso evocó que en una ocasión el célebre escritor Jorge L. Borges dio una conferencia en uno de sus salones. Todos ellos eran recibidos en la recepción por Gargaglione, quien a esa altura se había convertido en un personaje institucional.
Jamás dejó de trabajar
La media jornada como recepcionista del Club Mitre duró sólo 3 años, o sea hasta 1978. Pero don Roberto jamás dejó de trabajar como sastre en su domicilio, tarea que concluyó definitivamente en 2010, hace poco tiempo, y a sus 79 años. Los impecables trajes que sigue luciendo, incluso los domingos, son de su propia confección.
Al cabo de la cena mencionada se le hizo entrega de una reluciente plaqueta de bronce con el siguiente texto:
“Al Sr. Roberto Gargaglione, en agradecimiento al cumplir 50 años de servicio en la Recepción del Club, siempre atento, amable y gentil en su tarea, deseando que continúe en ella muchos años más. 16 de Mayo de 2016. Sus amigos socios con el afecto de siempre.”
Al pie de la misma se mencionan los nombres de una veintena de socios que espontáneamente sintieron el deseo y el deber de rendirle ese tan merecido homenaje.
Creo importante traer a colación una anécdota narrada por él que refleja cabalmente su humildad y sentido de solidaridad.
En 1966, cuando Gargaglione comenzó en la recepción, yo apenas tenía 11 años y de la mano de mi abuelo Floro iba al Club a ver los partidos de paleta de “los grandes”. Allí nació mi pasión por ese deporte, y desde tan pequeño conocí a Roberto. Muchos años después, en la década del 90, en algunas ocasiones en las cuales participé en torneos o desafíos, mi esposa venía a verme con mis tres pequeñas hijas y cada vez que ingresaban, allí estaba don Roberto, que las saludaba con un cálido beso y les daba caramelitos que siempre tenía preparados en los bolsillos de sus trajes para ellas y/o cualquier otro niño que viniese con un habitué del Club. Así era y es don Roberto, un señor en todo sentido, de los que pocos quedan en estos “tiempos modernos”.