Relatos vinculados al amor forman parte de "La mirada (in)discreta", que contiene cuentos "voluptuosos" de personajes siempre apasionados.
En “La mirada (in)discreta”, Ricardo Calcabrini reúne sus cuentos románticos en un volumen editado por Cibeles. En su primer libro, el escritor que es oriundo de Necochea aunque nació en Rosario, desgrana sin barreras los matices del amor y el desamor, el gran tema de todos sus relatos.
Con prólogo del periodista Marcelo Pasetti, amigo del autor, el libro reúne veintitrés relatos, muchos de los cuales tuvieron su recorrido por este mismo suplemento y fueron intensamente leídos por amigos y allegados y hasta se leyeron en algunas radios.
Alegría y pudor dice haber sentido Calcabrini al saber que esos cuentos habían viajado tan lejos. Sólo le faltaba un libro, para dar cabida definitivamente a los personajes enamorados que deambulan por las calles de sus páginas.
“Me siento absolutamente imposibilitado de escribir sobre otra cosa que no sea el amor”, dispara a LA CAPITAL.
Y sigue el autor que supo combinar su vida política con la escritura: “La mujer y la pasión son los paisajes, con frecuencia áridos, por los que me gusta transitar. Creo que es lo único que le da sentido a la vida. Lo demás son artificios de la razón, pero lo que nos mueve, nos impulsa, nos levanta o nos deja aferrados al fragmento de un alma quebrada, es el amor”.
Así, encuentros, desencuentros, amores furtivos, amores decadentes, pasiones encendidas, lujurias y hasta relaciones que se basan en la sensualidad forman parte de su mundo imaginario. “Creo firmemente que la Historia Universal es la historia de la vida privada. Es allí donde hay que hurgar conductas o acciones que a priori resultan inexplicables. Y, si miramos bien, el amor -o el desamor, dos caras de la misma moneda- seguramente estuvo influenciando conductas y acciones”, agrega.
“Los logros del amor -aunque la idea de logros me provoca cierto malestar- suelen ser más inexistentes que escasos”, teoriza y asegura que “en el amor y la pasión hay que estar muy atentos porque ningún hombre sabe nunca cuando es feliz; sólo puede saber cuándo lo fue”. En ese punto es donde se anudan buena parte de sus historias.
-¿Qué influencias reconoce en sus historias?
-Las influencias son un subproducto de las lecturas. No existe autor o texto que no me haya influenciado. Mi viejo me inculcó -desde muy chico- la pasión por la lectura y desde entonces supe que a través de la literatura podemos vivir tantas vidas y tantas aventuras como relatos hemos atesorados.
-¿A qué se debe la elección del cuento como género?
-Le confieso que me encantaría escribir una novela. He intentado (aún lo hago) abordar una, pero me resulta una obra de una magnitud que no he logrado abarcar. Los cuentos, más o menos extensos, son como las canciones, historias de tres o cuatro minutos. Además, cuando uno descubre que Borges nunca escribió una novela, se siente reconciliado con la vida. El problema es que cuando leemos y nos internamos en los laberintos borgeanos y hacemos comparaciones… aparecen deseos irrefrenables de romper los lápices, apuntes, plumas, ordenadores y dedicarse a hacer castillos de arena.
-¿Por qué escribe?
-Escribir es exorcizar nuestro propio infierno. Es un acto de rebeldía contra la tragedia final de todo destino humano. Quizá para quedarnos en algún lugar. En una biblioteca como parapeto ante el olvido. Tal vez para que mis hijos alguna vez digan mi viejo amó, sufrió, rió y lloró; estuvo vivo. Pero lejos de pretensiones épicas, escribir es alegría.
-¿Cómo se mezclan en su vida la política y la literatura?
-En la vida política he conocido mucha gente. ¿Sabe usted quiénes me generan mayor rechazo y desconfianza? Aquellos que en sus casas no tienen libros ni música. Porque siento que quienes no incorporan algún aspecto del arte en sus vidas, corren el riesgo de convertirse en depredadores con un solo objetivo y terminan degradando no sólo la política, sino la condición humana.
-¿Coincide en el concepto de que estos cuentos son voluptuosos, tal como dijo Marcelo Pasetti en el prólogo?
-Hace un rato hablábamos de Borges y me viene a la memoria una frase de su último libro publicado, en el que sostiene que el tango, cuando triunfa en París, se convierte en un “baile lento y voluptuoso”. La idea de algo voluptuoso es contenedora, generosa, sensual. Que Marcelo haya adjetivado mis cuentos como voluptuosos habla de la permanente generosidad de mi amigo y me llena de orgullo.