Pese a la incomunicación de la policía, algo intencionado y persistente en los últimos tiempos, se conocieron las circunstancias del último crimen ocurrido en Mar del Plata. Fue anoche en el barrio Regional.
A las 21.15 la frecuencia policial emitió una novedad: un hombre había sido apuñalado en David Ortega y Alvarado. Al mismo tiempo, en 224 y French se reportaba un herido de bala y se pedía cortes de calle para su traslado. Ambos casos fueron minimizados por la policía en las consultas periodísticas, una costumbre de los últimos tiempos pero afianzada desde la asunción del nuevo jefe departamental. Pero incluso a la policía, que sabe de armas, el tiro le puede salir por la culata.
El hombre apuñalado en una cochera de Alvarado al 6900 acababa de defenderse de un asalto y había disparado contra los delincuentes, entre ellos uno llamado Emanuel Casado (27), quien minutos más tarde murió en el Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA).
La negativa policial a asumir los hechos de inseguridad en Mar del Plata ya fue cuestionada en este mismo espacio y reiterarla sería obcecarse en un sinsentido: darle a un clavo con un martillo de
cristal. Y además porque lo trascendente acá es el crimen y no la intencionada incomunicación policial.
El homicidio de Casado oculta una historia singular que comenzó en la cochera de la calle Alvarado, donde en compañía presuntamente de su concubina y de otro cómplice llegó a robar. El grupo estaba armado con un revólver y un arma blanca. Iban dispuesto a amedrentar a quien se resistiera al robo.
En el lugar se hallaba Luis Ituarte (46) un hombre con antecedentes penales y que había declarado ese inmueble para cumplir con un arresto domiciliario. Ituarte no era precisamente una persona que se fuera dejar someter y los enfrentó. Primero recibió una puntada en el pecho, en realidad en el costal derecho, sin que le afectara órganos. Se trató de un corte superficial que no neutralizó a Ituarte ni mucho menos. Es más, lo envalentonó para abalanzarse sobre Casado y quitarle su revólver. Lo siguiente fue parte de su acto de defensa sostienen los investigadores: accionó el arma contra Casado tres veces.
Minutos más tarde llegaría la policía, asistiría a Ituarte y escucharía sirenas pasar a algunas cuadras. Eran los patrulleros que conducían al herido de la calle French, un herido que “no tiene nada,
solo un raspón”. El raspón era un disparo en la cara. Pero esa es otra historia.
Mientras todo esto sucedía y otros policías esperaban una ambulancia para Ituarte, en el HIGA se presentaba malherido Casado y su pareja, una mujer de 33 años. En el destacamento policial del nosocomio contaron una versión falsa. Para ser más preciso la contó la mujer, la única en condiciones de hablar. Dijo que Casado, su pareja, había intercedido cuando un hombre, en 180 y Juan B. Justo, la había querido violar y que el violador había extraído un arma y efectuado los disparos. Casado murió minutos después a causa de las lesiones en el abdomen, una pierna y un hombro.
La fiscal María Isabel Sánchez tomó intervención y debió ser cuidadosa: el día anterior la policía le había dicho de un homicidio que no era más que una muerte natural. Tomó los recaudos del caso y pidió medidas para corroborar los hechos.
Desde un principio Ituarte contó lo que había sucedido, incluso cuando esperaba la ambulancia junto a la policía. Su historia no tiene fisuras.
Se inició una causa por homicidio y se analizará si se trató, como se cree, de un caso amparado por la legítima defensa.