"Fan" es el nombre de la exposición que puede verse en el primer piso del Museo MAR. La artista propone un recorrido por los rockeros a los que retrató su cámara.
“Muchas veces bajé la cámara, claro”, cuenta Nora Lezano sobre cómo trabajó, a lo largo de veinticinco años, retratando a músicos de rock. Alta, sencilla, dice en Mar del Plata que el vínculo con los rockeros lo construyó a base de respeto, acercándose al mundo de la música con el ímpetu de cualquier fanática, pero sabiendo colocar los límites de una profesional. Más de quinientas imágenes que forman su obra integran ahora la muestra “Fan”, que durante la noche de ayer quedó inaugurada en el Museo MAR, orgazanizada por la Secretaría de Cultura de la provincia de Buenos Aires.
Hasta el mes de junio, los espectadores podrán recorrer las tres salas del Museo, en el primer piso, para observar los retratos que tomó de casi todos los protagonistas de la música nacional contemporánea. Disparatados, con el alma a flor de piel, en situaciones cómicas o poéticas se los ve a Charly García y Gustavo Cerati, los dos que más aparecen. Imperdibles las fotografías gigantes que muestran los pies del autor de “Cerca de la revolución”. Impactante también la claridad de la mirada del fundador de Soda Stereo.
Y además, aparecen todos: Fito Páez, Diego Arnedo, Ricardo Mollo, León Gieco, Diego Frenkel, Abel Pintos, Luis Alberto Spinetta, Andrés Ciro Martínez, María Gabriela Epumer, Liliana Herrero, Fernando Samalea, Richard Coleman, Andrés Calamaro y tantísimos más. Difícil resulta nombrarlos a todos en una crónica.
“Con Charly pegué onda desde el primer momento, él siempre me dejó hacer, tiene una coraza pero es una persona que vive en carne viva”, describió a su amigo, a quien retrató junto a su hijo, en otros de los momentos más luminosos del recorrido.
Lezano contó que llegó al mundo del rock y la noche de los ’80 y ’90 motivada por el profundo amor a esa música y ese amor terminó convirtiéndose en un trabajo. Por eso, muchas de las imágenes que se exponen en esta ciudad formaron parte de discos o de fotografías que realizó por encargo de los mismos músicos. Gran parte de ellas son analógicas.
Otras, en tanto, fueron tomadas por el placer de hacerlo e integran la galería de imágenes personales. “No todos los retratados son mis amigos, hay conocidos, hay aliados…”, señala la mujer, que asegura que esta exposición, la primera que el MAR dedica a un solo artista, viene para cerrar una etapa. “Antes vivía más de noche, ahora me gusta disfrutar del día”, esgrime y dice que la muestra también recorre veinticinco años de su vida, en los que hubo “dolores y risas”.
Claudia Puyó, una de las retratadas y amiga de Nora, estuvo ayer en la inauguración. “Ella me sacó fotos muchas veces y en un disco mío de 2001 me retrató en la contratapa con mis pelos… Es una de las mejores fotógrafas que conozco, le saca al espíritu de las cosas”, opinó.
Es que Nora parece quebrar el halo de ego y distancia que, a veces, suelen interponer los músicos. Y llega al hueso del retratado. Muchos músicos, contaron ayer, que llegaron a besarle las manos: los había registrado tal como ellos sienten que son.
“Fan” fue una de las muestras más exitosas de la ciudad de Buenos Aires. El año pasado estuvo colgada en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta. Luego pasó por el Museo Macro de Rosario y tras esta parada en Mar del Plata, es posible que siga “de gira” por otras ciudades.
“Cuando María Eugenia Vidal me propone insertarme en su equipo empecé a imaginarme las cosas que podía hacer y al pensar en el Museo MAR lo primero que se me ocurrió fue concretar esta muestra de Nora”, cuenta Alejandro Gómez, secretario de Cultura de la provincia de Buenos Aires y responsable de esta exposición.
“Era una muestra que ameritaba tener un museo atrás, con todo lo que implica para una muestra de música, mayormente de rock y me parecía que a la muestra le iba a permitir a una institución cultural como el museo el poder descontrarturarse. Porque los museos suelen ser espacios culturales más rígidos”, agrega. En ese sentido, los 400.000 espectadores que tuvo en Buenos Aires hablan de una rápida empatía con la obra de Lezano.
Inquieta, la artista no se agosta en la fotografía. A sus 46, no deja de escribir en cuadernitos, tal como hacía en la adolescencia. Fruto de esos textos es el libro “Sin sueños se duerme también”. “Hice sólo trescientos libros”, cuenta de esa experiencia. Y confiesa sentirse feliz y nerviosa por la envergadura de la exposición que montó personalmente en esta ciudad.