Arte y Espectáculos

“Reparo” plantea preguntas profundas en un Puerto Pirámides visto con ojos lugareños

La ópera prima de Lucía Van Gelderen se estrenó con la presencia del elenco encabezado por Flor Torrente, Luciano Cáceres y Daniel Melingo.

Los vínculos, los recuerdos, el tiempo, la relación entre el pasado, el presente ¿y el futuro? y el refugio, ese lugar al que siempre podemos volver, se desgranan en la película “Reparo”, en la que, al ritmo del viento patagónico, las mareas y la danza de las ballenas, se plantean preguntas existenciales.

El primer largometraje de Lucía Van Gelderen se presentó en la sección Panorama Argentino del 37° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, con su directora y el elenco, encabezado por Flor Torrente, Luciano Cáceres, Daniel Melingo, junto a María Ucedo y Paula Carruega.

En la película, rodada íntegramente en Un Puerto Pirámides que late mucho más allá de la temporada turística, Justina (Flor Torrente) vuelve al pueblo de su infancia, al lugar de su madre, al enterarse que su amor de la juventud está por casarse. Pero va, en realidad, a recuperar parte de su historia y a encontrarse con una nueva Justina que observará todos sus vínculos con una mirada más adulta.

Reparo no pretende resolver las dudas existenciales de sus protagonistas ni de los espectadores, pero plantea las preguntas profundas. ¿Hay cosas que yo no cerré? ¿Hay un viaje que tengo que hacer? ¿ Hay una charla pendiente?

“Quería una película sencilla, una historia sencilla” define Lucía Van Gelderen sobre el filme en el que “hay algo del tiempo y de retratar un momento. Para mi el desafío más grande, más allá de la realización de cámara o de las cuestiones técnicas era el actoral, por eso todavía no puedo creer del todo este maravilloso casting que está en el proyecto, que son tan cálidos y acompañaron no solo en la entrega en su trabajo sino humanamente, que se está viendo y el público también reconoce”.

En una charla con LA CAPITAL, la directora, Torrente, Cáceres y Melingo, dieron sus visiones de este trabajo, que se desarrolló la ritmo de las condiciones patagónicas.

“De alguna manera estamos todos sumergidos en ese ambiente” sostuvo Cáceres quién apuntó que el regreso de Justina al pueblo “nos arremolina a todos, nos remueve el pasado, el presente y, en mi caso, también creo que por primera vez, la posibilidad de cambiar el futuro”.

Cáceres y Torrente en una escena de “Reparo”.

“Justina va a ese lugar para reencontrarse con su infancia, con su niñez, con su historia, con su primer amor y lo que eso significa. Pero como uno idealiza las historias de la infancia o de la adolescencia o de ese primer amor, cuando uno crece y vuelve ve las cosas y a las personas diferentes, entonves se reencuentra con los vínculos, existe ese amor, pero no es el mismo” aportó Torrente, quién, como las ballenas, acude a Puerto Pirámides a “buscar el reparo”.

Entre el vínculo con su tía, los recuerdos de su madre fallecida y ese amor de la juventud, está Mariano, el personaje que llevó a Melingo a la actuación y oficia de la voz de la experiencia, el sabio del lugar, el que conduce a las preguntas correctas.

“Fue un desafío hacer al viejo sabio del lugar sin haber ido nunca antes ese lugar, pero operó algo especial en mí, no sé sí tiene que ver con la actuación o con el espiritismo, me sentí muy bien todo el tiempo” destacó el músico.

Cáceres coincidió en que sintió esa complejidad de la verosimilitud cuando leyó el guión, pero “llegás y el lugar te pone en un código. Yo creo en esas conexiones, en vivenciar distinto lo que pasaba y, en lo personal, también me ayudó mucho la hijita que tenía en la ficción, Libertad, una actriz pequeña, pero enorme y lugareña. Hablando con ella, prestando atención a lo que observaba o decía, lo logramos”.

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Las particularidades de Puerto Pirámides, lo que no se ve en una excursión turística para navegar entre las ballenas y la relación entre los que están, los que van y vienen, los que se quedan, también se cuentan en la película.

“Pasa mucho en el pueblo, es un lugar que muchos eligen para vivir porque llegan, se deslumbran y se quedan por un tiempo indeterminado o van y vienen. Yo siempre estuve ahí y tengo ese recuerdo de un lugar que recibe mucha gente que va a ver las ballenas y se va y me parecía lindo también retratar la otra parte, la noche, lo bueno, lo no tan bueno del lugar, lo lindo y lo no tan lindo de ese espacio que para mí es mágico” dijo Van Gelderen, quién se crió en un Puerto Pirámides, que no es solo ballenas sino estrellas, mar “y un clima particular” que fue marcando el tiempo del rodaje.

“Nos convertimos en especialistas en windgurú” bromeó Torrente, quién protagoniza una escena subacuática “mágica” en la que, al decir de Cáceres “las ballenas armonizaron con nosotros, se pusieron a pie de texto. Una maravilla”.

Pero además de la belleza de esa naturaleza exuberante, silvestre, intensa, los protagonistas destacaron que la historia es universal. “lo que trasciende todo es que es una historia de vínculos. Cuando íbamos pensando la película creo que reflexionamos que en este caso es Puerto Pirámides pero puede ser cualquier otro lado, porque lo que le pasa a los personajes, los vínculos nos pasan a todos, a los que somos de ciudad o de pueblo, todos tenemos nuestros lugares a los que volver”.

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