En Mar del Plata se realizan desde 2018. Se ejecutaron 113 subastas electrónicas autorizadas por la Justicia, entre viviendas, vehículos y comercios. Cada vez hay más oferentes. En general son en pesos, lo que permite acceder a bienes a valores inferiores que en el mercado tradicional. Destacan la mayor transparencia y agilidad del proceso.
Por Gonzalo Gobbi | @gonzalogobbi
La virtualidad gana cada vez más terreno. La pandemia aceleró ese proceso, pero en Mar del Plata ya venía cobrando fuerza desde 2018 la realización de subastas electrónicas, una manera -según sus operadores- “más segura” y “transparente” que los remates presenciales para acceder a bienes preciados, como viviendas, terrenos o vehículos a valores generalmente inferiores a los del mercado tradicional.
En 2018, por decisión de la Justicia, las subastas virtuales comenzaron a ejecutarse ya no solo en La Plata, sino en otros departamentos judiciales, como General Pueyrredon, San Martín, Mercedes, San Isidro y Bahía Blanca.
Desde entonces, según informaron a LA CAPITAL fuentes de la Oficina de Subastas en la ciudad, se realizaron 113 publicaciones, principalmente de viviendas, terrenos y comercios, aunque en el último tiempo creció el interés por los vehículos.
Una diferencia clave con los remates presenciales -que siguen suspendidos- es que las subastas vía web se realizan generalmente en pesos, lo que “dentro de la lógica de mercado” permite acceder a un bien “muchas veces a un precio significativamente inferior”, consignaron desde el Colegio de Martilleros y Corredores Públicos de Mar del Plata, ya que los inmuebles suelen estar dolarizados.
Cabe remarcar que en todo el país rige una resolución del Gobierno nacional, dispuesta por la anterior gestión, que ordenó suspender las subastas de viviendas únicas, pero sí la modalidad está vigente para otro tipo de viviendas, vehículos y comercios.
Las subastas judiciales permiten recaudar dinero proveniente de bienes embargados a personas deudoras para conseguir, de esta forma, liquidez para pagar a sus acreedores. Pueden ser inmuebles pero también vehículos, joyas u objetos de arte, entre otros.
Inscripción
El proceso se inicia, se ejecuta y se termina a través de la pantalla. Cualquier ciudadano mayor de edad con domicilio en el país puede registrarse y comenzar a pujar con un simple click en cada propiedad que la Justicia ordena rematar.
En julio de 2018 se puso en marcha la inscripción de los primeros usuarios en la ciudad y tres meses más tarde se hicieron las primeras publicaciones, según los datos aportados por la Oficina de Subastas que funciona en el Registro Público de Comercio de Mar del Plata.
Marcela Melba, titular del área, precisó a este medio que desde octubre de 2018 a la fecha se publicaron 113 subastas dispuestas por expedientes judiciales. En el último año, desde febrero de 2020 al día de hoy, se realizaron 49 remates virtuales.
El primer paso consiste en registrarse. “Cualquier persona que quiera participar se tiene que anotar como usuario en la página de la Suprema Corte, desde allí va al portal de subastas, completa un formulario y recibe a continuación un link que contiene ese mismo formulario listo para poder imprimirlo”.
La virtualidad solo se quiebra en el punto siguiente. Por única vez, el usuario debe imprimir el formulario y acercarse con su DNI hasta la oficina de la seccional más cercana, donde se constatan los datos de la persona y, si todo coincide, queda habilitada para inscribirse como postor en cualquier subasta con un código único que varía en cada remate. La inscripción dura un año y puede renovarse.
Sitio web de Subastas Judiciales Electrónicas.
Entre los principales argumentos que motivaron el cambio de sistema, del presencial al virtual, está el de la seguridad y la transparencia. Ya no es necesario estar con la plata encima: para hacer una oferta, primero hay que depositar el dinero en una cuenta bancaria y luego, estar atento y ofertar estratégicamente.
Las subastas presenciales se encuentran suspendidas. Y si bien son varias las diferencias con los remates virtuales, las principales están relacionadas con la transparencia y la agilidad del proceso.
La Oficina de Subastas recibe la comunicación electrónica del juzgado o tribunal que decreta la subasta o bien toma conocimiento de la misma a través del martillero designado.
Las publicaciones, a través de las cuales la gente se entera de la existencia de una propiedad próxima a rematarse, se realizan mediante el Boletín Oficial, el Diario La Capital y la propia Oficina de Subastas.
Desde la comodidad del hogar y habiendo cumplido con todos los requisitos previos, es posible empezar a participar. La definición, como siempre, es al mejor postor.
Al respecto, la martillera marplatense Sandra Zabeo, quien hace tiempo realiza subastas virtuales, indicó: “El hecho de que todo el mundo tenga acceso sin verle la cada a nadie, como así también el hecho de que cada postor deba estar previamente acreditado en la Delegación de la Oficina de Subastas, brinda una mayor seguridad, más garantías“.
Para acreditarse, aclaró, es necesario “cumplir con ciertos requisitos” y también “depositar un fondo de reserva al menos 72 horas antes del inicio de la subasta en la cuenta ordenada por el juez a cargo”.
La modalidad virtual le puso un fin terminante a las “intimidaciones” que se registraban en la ciudad y otros departamentos judiciales a través de grupos que presionaban a otras personas para disuadirlas de que dejaran de participar. Aquel grupo delictual conocido como “La Liga” desenmascarado por la Justicia, así como otros similares, “perdieron injerencia” y oportunidad para ejercer presión.
Para cada subasta electrónica, el sistema le asigna al postor “un número único y secreto” que no permite identificarlo. Nadie le ve la cara al otro ni advierte la identidad de los demás oferentes.
Además, el procedimiento es público y desde la página web de la Corte cualquier persona puede ver la subasta en curso, las anteriores y las próximas, como así también las pujas y ofertas “minuto a minuto”, sin individualizar al postor.
“Se trata de un proceso mucho más transparente que por supuesto tiene cuestiones a mejorar, pero en general la experiencia es buena, funciona bien y la gente se inscribe cada vez en mayor medida; nadie puede intimidar a nadie”, indicó la responsable de la Oficina de Subastas en la ciudad.
Al finalizar el acto, le llegará al participante un e-mail con los códigos de postores y las ofertas realizadas. El ganador tendrá que concurrir al órgano judicial que ordenó la subasta para firmar el acta de adjudicación.
La adrenalina de los remates presenciales solía extenderse hasta último minuto. A segundos de cerrar la venta, un postor realiza una oferta superadora y otro redobla la apuesta. La puja crece, tensión mediante, hasta que el martillero baja su martillo para cerrar la subasta. La clásica escena ya forma parte del recuerdo, pero no está del todo perdida a pesar de la virtualidad.
En los remates electrónicos la puja dura diez días, pero la expectativa, siempre, está puesta en las horas finales del proceso. Y la adrenalina siempre está presente.
La última hora de puja “suele ser crucial”. Las ofertas no son a viva voz como antes, pero hay tramos de puja determinados que van subiendo en general de a 5% y la hora de finalización puede extenderse de a cinco minutos cada vez que un postor haga una oferta tres minutos antes del cierre.
El sistema, automáticamente, lo va extendiendo, mientas haya una oferta superadora.
“He tenido subastas donde ese cierre se extiende múltiples veces, incluso más de una hora”, contó la martillera Sandra Zabeo, quien celebró el lugar que están ganando los remates virtuales: “Estoy a favor de esta modalidad. Hay mucho por corregir y mejorar, pero funcionan bien en general y permiten a veces hacer una mejor operación”.
Al cerrarse la subasta, el ganador será notificado por correo electrónico y deberá acercarse a la entidad judicial que impulsó el remate para adjudicarse el bien adquirido al mejor postor.