Protagonizado por Sofía Gala Castiglione, el filme de Moroco Colman abarca sin demasiadas metáforas ni medias tintas la temática del vegetarianismo y la labor de los frigoríficos y mataderos
El thriller “Reina animal“, dirigido por Moroco Colman, abarca sin demasiadas metáforas ni medias tintas la temática del vegetarianismo y la labor de los frigoríficos y mataderos con una actitud propagandística que contrasta con la muy esmerada atmósfera y la aproximación estéticamente distópica que tiene el filme protagonizado por Sofía Castiglione.
La historia sigue a Reina, una joven que consigue carne robada de un frigorífico y la sale a vender de noche por las desoladas calles de la zona del Mercado Norte de Córdoba. Luego de sufrir un violento asalto, buscará conseguir un trabajo estable que le permita sobrevivir, aunque un empleo en el mundo de los frigoríficos y los mataderos perjudica su estabilidad emocional por las imágenes que se cruza.
Escrita por el director y Sofía Castells, el largometraje de 70 minutos completa su elenco con Chang Hung Cheng, Cristina Medina, Fernando Listello y Matías Jalil.
“La película no es un panfleto tampoco, la idea era que no estuvieran los personajes todo el tiempo hablando de que no hay que comer carne y mostrar en un momento un poco de dónde viene la carne, pero nunca tratando de ser un panfleto ni de bajar línea, sino de mostrar un poco la crueldad que ocurre en esos lugares”, dijo Colman en diálogo con Télam.
El realizador, que también tiene créditos en el filme como director de fotografía y montajista, contó que Castells “había tenido la idea de hacer un documental” pero Colman recomendó que “es más interesante hacer una ficción, para que llegue a más gente porque los documentales lo consumen los mismos veganos o vegetarianos; nadie quiere ver datos y todas esas cosas que hacen las ONG’s”.
La idea fue, entonces, “hacer una ficción para, de alguna manera, incorporar al espectador que no está tan en el tema, con una película más de suspenso, un thriller, con una cosa medio distópica, apocalíptica, porque es en pandemia la película”.
“Hacer algo más distópico, como la película era en pandemia, queríamos mostrar esa cosa posapocalíptica que estaba dando vuelta también” y, con esa ambientación atractiva, “va a ser más fácil después mostrar un poco lo que pasa en los mataderos y un poco de dónde viene toda esta carne, con una industria que trabaja en no mostrar la crueldad, solo el bife de chorizo pero no de dónde viene, y la idea es mostrar lo que generalmente los espectadores no ven”, agregó el director sobre la motivación de la película, que tiene muchas de las cruentas imágenes que los activistas veganos difunden por internet hace más de 20 años.
En cuanto a su experiencia en un matadero para filmar la película, Colman contó que fue “lo más terrible”, señaló que “todo el mundo debería pasar por ahí porque te modifica estar en ese lugar” y criticó: “Ni se cuestiona el tema, eso me parece muy grave, sobre todo acá, culturalmente país muy ganadero; ojalá que la película genere por lo menos una pregunta en la gente”.
“Me falta poco para pasar a ser vegetariano, como poca carne; en mi casa tengo solo verduras, pero si no comes carne tenés que hacer una dieta especial por las proteínas. Son procesos internos y, de alguna manera, hacer la película me sirve en esta transición que estoy teniendo”, contó el director, cuya coguionista es vegetariana.
Lo mejor que tiene la propuesta es su tratamiento estéticamente sombrío del lugar donde transcurre la película, a lo “Blade Runner”, que es, según Colman, “como un personaje más porque el Mercado Norte tiene un micromundo muy particular… más o menos unas 30 manzanas alrededor con venta al por mayor y mucha gente y, de golpe, de noche se cierran todas las persianas y queda algo medio marginal y solitario”.