La ministra pone el acento en la gestión pero no descuida la construcción política. Coincide con Montenegro en que no es tiempo de peleas. Pero hubo una controversia clara con la Provincia por la Mutual de Guardavidas. Buscan bajarle el tono.
Por Ramiro Melucci
El micrófono lo tiene Alberto Fernández. Habla desde el Centro Recreativo Nacional de Ezeiza. “Vamos a ponernos una vez más de pie”, dice. Lo aplauden la primera dama, Fabiola Yáñez; el jefe del bloque de Diputados, Máximo Kirchner; el ministro del Interior, Wado de Pedro, y el de Desarrollo Social, Daniel Arroyo. “Para que de una vez por todas, entre todos, entre todas, entre todes, construyamos la Argentina que nos merecemos”, agrega el presidente. Y la que más festeja el término inclusivo es otra de las funcionarias que lo acompañan: la ministra de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Fernanda Raverta.
La escena se remonta al 19 de febrero, el día en que el Gobierno celebró la puesta en valor de las piletas de ese centro para llevar a niños y niñas del Gran Buenos Aires. A decir verdad, la marplatense tenía otro motivo para festejar en esa jornada. “La idea de llevar a los chicos del conurbano fue de ella”, cuentan en su entorno, todavía impactados por el impulso que el gobierno nacional le dio a la iniciativa.
La ministra cumple en estos días tres meses de gestión. Reuniones, actos, planificaciones, anuncios. La agenda ministerial la deja casi sin tiempo. Desde que perdió las elecciones por menos de 10 mil votos contra Guillermo Montenegro, casi no ha hablado públicamente de política local. Apenas alguna entrevista radial para dar su versión de esa derrota milimétrica. Y no mucho más. Pero el silencio no es, en este caso, sinónimo de desinterés: Raverta sigue de cerca cada paso del gobierno municipal.
Su objetivo no ha cambiado. Quiere ser la primera mujer elegida intendenta de Mar del Plata. Pero es consciente de que eso recién podría ser posible en cuatro años. Por eso tiene una coincidencia central con Montenegro: no es tiempo de peleas. La referente del Frente de Todos cree que a su objetivo no la va a conducir una postura intransigente contra el intendente. Tampoco alguna polémica que se pueda generar sobre un asunto puntual. Ni una declaración altisonante. “La va a llevar la gestión”, confían en su círculo íntimo.
No solo la suya en el Ministerio de Desarrollo de la Comunidad. Será fundamental, piensa, el devenir de los gobiernos de Alberto Fernández y Axel Kicillof. El éxito que tengan en el cumplimiento de las promesas de campaña.
A menor escala, devendrá crucial la gestión de los dirigentes afines que ubicó en puestos clave de los organismos provinciales y nacionales en Mar del Plata. “Tenemos que lograr que las escuelas y los hospitales estén en condiciones y funcionen como tienen que funcionar”, ejemplifican en su entorno.
Esos dirigentes componen su mesa de gestión, con la que se reunirá periódicamente. Hay otra mesa, tan importante como esa, que también la tiene como líder: la parlamentaria. La componen los concejales y consejeros escolares del Frente de Todos. El mensaje que les baja, sobre todo a los ediles, es claro: debatan y confronten, pero no obstruyan. Está segura de que eso se vio con claridad en el debate del presupuesto y el aumento de tasas.
Los primeros sábados de cada mes, a la mañana, también los tiene ocupados: es el momento en que reúne a las agrupaciones políticas del Frente de Todos. El foro data de los tiempos de Unidad Ciudadana, y fue crucial para fortalecer el liderazgo local.
Pero, ¿qué piensa la ministra del gobierno de Montenegro? De eso sí que no ha opinado en público. Aunque todavía no lo diga, lo primero que ve es que el gobierno no ofrece demasiado que se salga del molde de la política tradicional de la ciudad. Esperaba una propuesta más innovadora.
Cree que, por la composición del gabinete, a Montenegro se le hará cuesta arriba lograr las transformaciones que pretende. En cambio, estima que en seguridad puede generar propuestas superadoras, lo mismo que en el proceso de habilitaciones y en el mejoramiento de los espacios públicos. Un signo, este último, que le atribuye a todos los gobiernos del PRO.
Raverta fue la única mencionada por el intendente en el discurso que inauguró las sesiones ordinarias del Concejo Deliberante. En el capítulo dedicado a Desarrollo Social, Montenegro repitió lo que ya había dicho tantas veces: es positivo que la ministra provincial del área sea marplatense.
Roces hay, pero en su mayoría no son públicos. Uno de ellos es por la falta de intermediación del municipio en la entrega de mercadería. “Establecimos un criterio técnico de asignación. Una nueva impronta”, dicen en el Ministerio. Y aclaran que la decisión de centralizar la distribución de alimentos secos no es contra el intendente por su color político. Juran que hay peronistas que también se ofuscan.
Pero la primera desavenencia importante con el municipio (aún más que la de las Escuelas a la Obra) no vino por la dependencia que conduce Raverta. Llegó por el lado de Sergio Berni, a raíz de las discrepancias vinculadas al contrato de la Mutual de Guardavidas. Ironías de la vida: el intendente y el ministro de Seguridad juran tener una amistad de hace más de una década.
Ese contrato, que involucra a 71 trabajadores, fue dado de baja a fines de 2018 por el gobierno de Arroyo y rescatado por el de Vidal para garantizar los puestos laborales. En el segundo semestre del año pasado, el asunto volvió a estar en agenda. ¿Quién se iba a hacer cargo de la Mutual en la nueva temporada? Con el resultado de las elecciones puesto, Montenegro acordó con el ministro de Seguridad de Vidal, Cristian Ritondo, que la Provincia volviera a contratarla. Hasta se estableció una partida para tal fin.
Por algunas conversaciones en tono amistoso en el inicio de su gestión, el intendente creyó que Berni iba a obrar de la misma manera que Ritondo. Los hechos de la última semana demostraron lo contrario. La mañana que precedió a la apertura de sesiones, la Mutual de Julio Di Virgilio hizo una ruidosa protesta frente a la comuna. Luego, los guardavidas fueron recibidos por jefes de bloque y funcionarios del Ejecutivo. Los hombres de Montenegro les confirmaron más tarde una reunión con Berni en La Plata. Viajaron dos días después. Y se volvieron con las manos vacías: la solución, les dijeron, había que buscarla otra vez en Mar del Plata.
El peregrinar de los guardavidas por la autovía 2 marca por sí solo el desentendimiento entre el municipio y las autoridades provinciales. Por si no alcanzara, el secretario de Gobierno municipal, Santiago Bonifatti, hizo notar la frustración de los trabajadores en un comunicado oficial. “Junto al intendente recibimos a los representantes de la Asociación Mutual de Guardavidas y Afines, que volvieron este miércoles de La Plata luego de una reunión que no trajo soluciones al tema de la contratación”, dijo.
Al jefe del bloque del Frente de Todos, Marcos Gutiérrez, no se le pasó por alto el detalle y aclaró que la responsabilidad de la seguridad en playas es de los municipios. También sostuvo que el gobierno local especuló para que la Provincia se hiciera cargo del pago.
Montenegro no desconoce que es un asunto municipal. Con todo, estaba convencido de que este verano lo solventaba el Ministerio de Seguridad. La idea, aseguran en el Ejecutivo, era retomar las conversaciones con la Mutual en abril para reintegrarla al municipio. Pero el desacuerdo por los pagos de este verano precipitó los tiempos.
Para solucionar el conflicto, el intendente involucró al Concejo. Ahora resta que la semana próxima, en la sesión del jueves, se apruebe la emergencia de seguridad en playas para agilizar la contratación de la Mutual, que cuesta alrededor de $ 50 millones.
En medio de ese escenario, mañana Raverta tiene previsto volver a Mar del Plata para abrir la entrega de las tarjetas alimentarias. Un día después también lo hará el ministro de Desarrollo Social de la Nación. Será la ocasión para mostrar que la controversia por el contrato de los guardavidas no significa una ruptura: hasta se prevé una foto conjunta.