El actor marplatense, radicado en España, habló con LA CAPITAL sobre la repercusión del villano que compuso en Vis a Vis con el que obtuvo trascendencia mundial. Asegura que le encantó hacerlo porque “desaparecí como actor, no hay nada de Ramiro en Sandoval”. Sus recuerdos de Mar del Plata y la posibilidad de reencontrarse consigo mismo que le ofreció la inesperada cuarentena por el brote de COVID-19.
Por Claudia Roldós
Vivió toda su infancia y adolescencia en Mar del Plata. Se convirtió en actor casi por casualidad, ganó Reality, reality, un ciclo del desaparecido canal Azul y les puso el cuerpo a varios “malos” de la televisión argentina. “Alguien tiene que hacer el trabajo sucio” dice el actor Ramiro Blas, entre risas, sobre la cantidad de papeles de villano que ha compuesto, tanto aquí, como en el exterior. Justamente, uno de los personajes más perversos a los que les ha dado vida es Carlos Sandoval, el médico de la ficticia cárcel de mujeres Cruz del Sur de Vis a Vis, la serie española precursora de La Casa de Papel. Sandoval le brindó trascendencia internacional. Es que no se trata de un malo de manual: no grita, susurra, no golpea, habla con los ojos, es contenido, pero golpea y lastima como el que más. “Siempre intento alejarme del estereotipo del malo” reconoce en una extensa charla con LA CAPITAL, y asegura que le encantó componerlo porque con él “desaparecí como actor, no hay nada de Ramiro en Sandoval”.
Blas, quien no volvió a Mar del Plata desde su radicación en España en el 2006, pero que la lleva en el corazón, en la retina y en los aromas, habló de sus recuerdos, de la posibilidad de reencontrarse consigo mismo que le ofreció la inesperada cuarentena por el brote de COVID-19 y del rodaje interrumpido del reboot de El Internado, que retomará “si Dios quiere, en junio”.
– ¿Cómo estás atravesando este momento de pandemia y asilamiento?
– La pandemia ha sido para mí un reencuentro total conmigo mismo, ha sido un viaje interno maravilloso donde he podido reencontrarme con todas aquellas cosas que había dejado de lado a lo largo de los últimos casi 30 años de mi vida. Volver a reencontrarme y ponerme en el lugar de observador de mi propia película, como si estuviera ahí, en una versión 360 grados de cada una de las secuencias de mi vida, así que ha sido un trabajo interno maravilloso y, de momento, me siento absolutamente reforzado, encariñado y enamorado otra vez de mi, aunque parezca algo edónico, pero lo digo sinceramente, sé que es algo mucho más reforzado y creo que el universo nos invita a todos y no estaría nada mal que todo el mundo lo hiciera, porque en alguna oportunidad lo he dicho, una persona mejor hace a una sociedad mejor y una sociedad mejor hace a un Estado mejor. Es un gran momento para crecer como personas y, por ende, como sociedad.
– ¿Temés por tu salud, la de tu familia?
– La verdad es que no me ha dado temor, y te digo por qué: creo que para dar temor está la televisión, viven transmitiendo un mensaje de temor y de dependencia y de no pensar, de no dejar que pensemos por nosotros mismos y que desde ese mismo punto de observación veamos realmente lo que está sucediendo. Es volver una y otra vez a lo mismo, a esta maldita costumbre que tenemos a lo largo de la historia de las sociedades de hacernos desde muy pequeños, temerosos de la única e inevitable verdad que trae el ser humano y que es que la única certeza es la muerte. Si nos quitáramos el miedo a la muerte y la tomáramos como una certeza, como una gran puerta abierta, quizás no sería tan fácil dominarnos.
– Tanto en los medios tradicionales, como en redes, hay un bombardeo de ideas, recomendaciones para llenar el tiempo, para hacer las horas productivas. ¿Qué te parece eso?
– La verdad es que hace un mes que no enciendo el televisor, ni la radio, ni me conecto con internet a leer absolutamente nada, no tengo idea de las recomendaciones. Puedo hablar por mi experiencia nomás y mi recomendación es esa: primero y fundamental ser autosuficientes, realmente hay que hacer una vuelta al pasado y darnos cuenta de la cantidad de cosas que nos han llevado hasta este punto, a enloquecernos, a despersonalizarnos, a creernos que primero hay que tener para luego ser, y es exactamente al revés: primero soy, luego hago y por ende tengo, y que tener implica lo que me hace falta y nada más. Esta carrera de locos en la que hemos participado en los últimos años de nuestras vidas, por decirte 30 -siempre me baso en el 70 o en el 80 donde todavía éramos muy analógico- creo que hay que hacer un back up y volver a esas épocas reforzados absolutamente y siendo conscientes de que tenemos todo, de que no nos hace falta nada. Partiendo de esa premisa se acomodan un montón de cosas, sobre todo en nuestra cabeza, de nuestro corazón. Volver a la alegría, al compartir, al beso, al abrazo, a sentir de verdad lo que tenemos que sentir, volver a decir que no a lo que hay que decir que no y decir que si abiertamente, sabiendo y respetándonos sin ningún tipo de temor.
– ¿Cómo tomaste la repercusión que ha tenido Sandoval? ¿Cómo fue el trabajo de composición de ese ser al que no le podés entrar desde la empatía?
– No fue una sorpresa, realmente para mí ha sido un trabajo hermoso, te diría que hasta el momento uno de los mejores trabajos de mi vida, básicamente porque desaparecí como actor, desapareció Ramiro, no había absolutamente nada de Ramiro ahí adentro. Y cuando le das vida a una persona, a un ente, a un ser… yo digo que como actor soy el mejor de los hipócritas y me remito al significado de hipócrita, de aquel que se mete en la piel de alguien como ningún otro lo hace y esa fórmula para mi tiene que ver de manera absolutamente directa en lo que utilizo y necesito para componer cualquier personaje que me den: despojarme absolutamente de cualquier tic, mueca o gestualización que pueda hacer Ramiro para darle vida a un personaje absolutamente diferente a mí y me ha pasado observándolo, para mi Carlos Sandoval era un ser al cual yo también repudiaba. Entonces desde ese lugar, la sensación que he tenido con el personaje es más que agradable y la repercusión que ha tenido en la gente es maravillosa. En la calle jamás nadie ha venido a decirme absolutamente nada malo, todo lo contrario.
– ¿Te costó no juzgarlo para poder interpretarlo?
No pude juzgar al personaje porque de estos psicópatas estamos rodeados, estos lobos vestidos de corderos están por todas partes.
– Da la sensación de que realizaste un trabajo físico muy intenso para plasmarlo, pero en el sentido de la quietud o la contención…
– El trabajo físico de plasmarlo fue básicamente trabajar todos los textos con los ojos. Sandoval mirada a los ojos y empezaba a tirar el texto con la mirada y a los cuatro segundos abría la boca y decía lo que tenía que decir. Pero él ya con la mirada estaba diciendo lo que iba a decir.
Ramiro Blas como Carlos Sandoval, en una participación en Vis a Vis El Oasis. Foto gentileza Fox España.
– ¿Cómo te llegó la posibilidad de hacerlo?
– Fue un casting directo, ni siquiera hice casting, me llamó directamente para presentarme al otro día en Madrid para conocer al resto del elenco, lo cual para mí fue una sorpresa increíble porque tuve la dicha, la suerte, de trabajar con una de mis actrices fetiche y favorita, que no había hecho televisión en su vida, que es la señora Najwa Nimri, para mí una de las cinco mejores actrices del planeta. Fue un sueño.
– ¿Cómo te llevás con el hecho de haber compuesto muchos “malos” en la ficción?
– Bueno, dicen por ahí que al trabajo sucio alguien tiene que hacerlo (risas). Y será porque además es, justamente, darle vida a los antagónicos a Ramiro, me divierte muchísimo, no me produce ningún tipo de rencor, ni mala onda, porque se les puede encontrar matices diferentes, intento siempre alejarme del estereotipo del malo.
– ¿Estabas, antes de la irrupción del Covid-19, preparando algún nuevo personaje, estudiando algún proyecto? ¿Sigue Vis a vis o algún Spin off en el que aparezca Sandoval?
– Había empezado… tuve la dicha, por cierto, porque es lo que me va a permitir vivir estos meses, de empezar a rodar un reboot de una serie que tuvo mucho éxito durante unas cuantas temporadas aquí en España, en Antena 3 que se llamó El internado, una serie del estilo juvenil, como podría ser estas que están con tanto éxito ahora en Netflix como Élite, con un personaje muy interesante y muy bonito que nada tiene que ver, por suerte, con Sandoval. Bueno, rodé 3 días y justo empezó la cuarentena esta, así que si Dios quiere retomaremos, no sabría decir cuándo, según algunos será para junio, vamos a ver cómo continúa esto.
El lunes 20 de abril comenzó la quinta temporada de Vis a Vis El Oasis (en Fox España, por ahora), que es un spin off donde tengo una participación en dos de los capítulos, en el 4 y en el 7.
– ¿Qué diferencias observás en la generación de ficciones entre Argentina y España? ¿Sigue habiendo mejores perspectivas en España?
– Creo que la diferencia, hoy por hoy, está en que España supo acomodarse en el momento justo con la gran explosión de un lenguaje internacional a la hora de la factura, a la hora de hacerlo, a la hora de los tiempos, a la hora de marcar esa diferencia en una calidad, que la impuso, creo yo, básicamente, la irrupción que tuvieron las series, la ficción, en estas plataformas digitales, que hicieron que primero se internacionalizaran. Hoy La casa de papel es la serie más vista del planeta, ha ganado un EMI por ejemplo a la mejor serie del mundo y es la hija directa de Vis a Vis. Los creadores de Vis a Vis luego del éxito obtenido, comenzaron con la idea de la casa de papel.
Yo de Argentina he visto cosas muy interesantes, como Un gallo para Esculapio y alguna que otra más como Monzón, por ejemplo, pero siguen siendo cosas muy localistas, creo yo. Son de una maravillosa producción, factura y actuación pero creo yo que para que explote realmente el mercado argentino que lo tiene todo para ser y estar en la cúspide, debería abrir un poco el espectro de la temática de sus series y hacerlas no tan localistas, ceo yo, porque el resto, argentina lo tiene todo.
Su infancia y adolescencia en recuerdos de sabores, aromas y experiencias
– ¿Qué te acordás de tus días en Mar del Plata? ¿Algún lugar, alguna zona o paisaje de la ciudad que extrañes? ¿Algún sabor o aroma?
– ¡Qué no me acuerdo de mi Mar del Plata! Todo, mi infancia, mis amigos, la Plaza Pueyrredón, los otoños, las arboledas que se llenaban de hojas marrones y, una vez al año, cuando venían a desmalezar, se juntaba tanta cantidad de hojas que las amontonábamos y nos metíamos adentro, y ese olor tan particular luego, cuando las quemábamos. Era un olor que lo tengo impregnado hasta el día de hoy. Los paseos por el Parque Camet, la vueltita dominguera en los cisnes de aquel viejo y querido parque que nos vio a muchos en bicicleta acompañando al grupo The Police cuando hicieron el recital en Mar del Plata y al otro día nos convocaron para ir a hacer un video clip que estaban rodando. Fueron vestidos de gauchos, a caballo y nosotros en bicicleta.
Sabores, todos, los asados con amigos, los sandwiches sellados -que antigüedad- de Jotis, que quedaba por Córdoba y San Martín, hacia el lado de Luro.
Amistad, mi infancia y juventud, los primeros amores, el verano, el surf, la bicicleta, Monark, el colegio Don Bosco, los campamentos y el día de la primavera, la bicicleteada, que era tremenda, una maravilla, una pasada.
Y algo fundamental las torta negras de La Moderna. Pagaría fortunas por alguien que me pase la receta, el secreto de esas torta negras!
– ¿Solés volver de visita? ¿Te queda familia, amigos?
– Me quedaron todos mis amigos y familia también, pero después del año 2006 en que me vine a España solo volví en 2018 cuando fui a rodar la novela de Estevanez, después no he vuelto. (NdlR, la novela fue Gólpe al Corazón, en la que compuso al médico cirujano Javier Mansilla)
– ¿Encontrás en Barcelona algún parecido, algún lugar que te haga sentir más cerca?
– La dimensión, quizás tenga que ver con Mar del Plata, pero no, no he encontrado otra Mar del Plata. Te diría que la podría encontrar más en San Sebastián. Y cerca me hacen sentir los amigos y los recuerdos. Pero Mar del Plata es única.