En en estudio de LA CAPITAL, el actor Ramiro Blas generó una montaña rusa de emociones: abrió su corazón, se refugió en sus personajes, mostró su dulzura, compartió sus demonios y mostró el lado b del "ser artista".
El personaje que le dio fama mundial lo llenó de luces y de sombras. El lado b del artista: la lucha contra la mediocridad. Vivir endeudado. Luchar contra el ego y la salud mental. Pagar el costo de haber ido “hasta el fondo” en la composición, pero también haber cumplido el sueño de trabajar con su admirada Najwa Nimri. La posibilidad de sanar a través del teatro.