Mariano Wanderkauven se encuentra detenido por el asesinato de Marcela Vedda, ocurrido en Tandil. Una mujer que fue su pareja habló con LA CAPITAL y contó el calvario que fue su relación: "Me golpeaba, le tenía miedo y me tuve que ir a vivir a CABA". Este año habían sido elevadas a juicio dos causas por violencia de género, con la misma víctima y victimario como protagonistas.
Por Juan Salas
Enamoramiento, tensión, golpes y arrepentimiento. Enamoramiento, tensión, golpes y arrepentimiento. Marcela Vedda (54) estaba encerrada en un círculo de violencia de género con su pareja, Mariano Wanderkauven (42), con quien tenía una medida de restricción de acercamiento por otras causas de maltratos y agresiones que habían sido elevadas a juicio este año. Enamoramiento, tensión, golpes y… muerte. El círculo de violencia, para Vedda, terminó con su femicidio, ocurrido el pasado viernes a la madrugada en un hotel alojamiento de Tandil.
Wanderkauven se presenta como pintor y ha trabajado como mantenimiento de casas, playero de balnearios del Sur y cuidacoches en la zona Güemes. Pero lo que más define a su vida es su odio a las mujeres. A sus 42 años, había maltratado y violentado al menos a otras dos parejas anteriores a Vedda, con quien tenía una relación desde 2020.
El hijo de Vedda contó en la causa que la relación entre Wanderkauven y su madre era, cuanto menos, “tóxica”, con numerosas peleas, discusiones, idas y venidas.
Esa relación “tóxica” había tenido antecedentes cercanos de violencia que fueron judicializados. No era solo algo que la familia o allegados podían ver, de maltratos o discusiones, sino que existieron agresiones físicas concretas en las que tuvo que intervenir la Justicia. Además, existía una orden de restricción de acercamiento, pero una vez más el círculo de violencia de género parecía el manual de la relación entre la víctima y el victimario.
El 19 de abril de 2023, cerca de la 1 de la madrugada, en una habitación que Wanderkauven alquilaba en Eduardo Peralta Ramos al 2100, el hombre sujetó del cuello a Vedda y le dio una golpiza: numerosas piñas en el rostro que le provocaron moretones en ambos ojos, una lesión que demandó cerca de 30 días de cuidados médicos.
Según relataría la víctima luego a la policía, ella ya lo había denunciado a Wanderkauven y esa noche habían discutido por celos que él tenía por su expareja. El hombre, que tendría además consumo problemático de estupefacientes, se puso agresivo, la ahorcó, la tiró a la cama y le empezó a dar trompadas en la cara. Luego, al escuchar la llegada de la policía, le dijo que se callara y saliera.
En esa oportunidad, la policía fue la gran salvadora de Vedda. Una vecina anónima había llamado al 911 para denunciar que escuchaba gritos de una mujer que era golpeada en una casa, por lo que efectivos fueron hasta el lugar y encontraron a Vedda muy golpeada.
Por el hecho tomó intervención la fiscal Graciela Trill, de la UFI de Intervención Temprana de Violencia en la Familia y de Género, quien entrevistó a la dueña de la propiedad, que no quiso dar demasiados detalles y solo explicó que, tras el incidente, el inquilino se retiró y nunca más volvió. La vecina que había llamado al 911 tampoco quiso dar detalles de lo ocurrido, lo que evidencia el temor que generaba Wanderkauven.
Tras esta situación tomo intervención también el Juzgado de Familia N° 2, a cargo de María Silvina Lazcano, quien ordenó una medida de restricción de acercamiento desde el 24 de abril de 2023 hasta el 2 de febrero de 2024.
Por este episodio, Wanderkauven quedó imputado por el delito de lesiones leves agravadas por el vínculo y por mediar violencia de género.
Vedda y Wanderkauven.
El 9 de agosto de 2023 a la madrugada la violencia se repitió y Wanderkauven volvió a golpear a Vedda. Si bien todavía estaba vigente la orden de restricción de acercamiento, el hombre y la mujer se habían encontrado el día anterior, a las 14, en la zona de Garay y Güemes, donde Wanderkauven trabajaba como cuidacoches en la vía pública.
La pareja fue hasta el hotel Los Lobos, ubicado en Sarmiento al 2400, donde el hombre alquilaba una habitación, y pasaron allí el día. A la noche tomaron alcohol y, cerca de las 5 de la madrugada, la violencia brotó: Wanderkauven revisó el celular de Vedda, se enojó, comenzó a insultarla, la agarró del cuello para asfixiarla y amenazó con golpearla “hasta dejarla con los ojos negras para que sus hijos la encontraran deformada”.
Luego de unos minutos, cuando la víctima estaba en la cama, el hombre se le subió y comenzó a pegarle cabezazos y golpes de puño. Luego la echó a los empujones de la habitación y le rompió su celular Motorola G32 contra el piso, además una campera polar negra y un camisaco verde.
Dos llamados al 911 alertaron a la policía de la situación y un móvil de la comisaría novena fue hasta el lugar. Los oficiales, al llegar, notaron una lesión en el cuello de la mujer y aprehendieron al hombre.
Por el hecho, otra vez tomó intervención la fiscal Trill, quien esta vez imputó a Wanderkauven por los delitos de “lesiones leves agravadas por el vínculo y por tratarse de un hecho perpetrado por un hombre contra una mujer mediando violencia de género y daño”.
En junio de este año, la fiscal Trill había solicitado la elevación a juicio de ambas causas, que se iban a resolver en el Juzgado Correccional N° 3, a cargo de Jorge Luis Rodríguez.
El detenido por el femicidio de Marcela Vedda.
El 20 de octubre, Wanderkauven compartió una publicación en Facebook junto a Vedda, en la que decía: “Hoy felizmente y juntos unimos nuestros corazones en compromiso y juramos amarnos con respeto. Dios nos bendiga”. En la foto se puede ver a víctima y victimario y otra imagen de sus manos entrelazadas con anillos de compromiso.
“Pobre víctima. Ese hijo de puta fue pareja mía, es súper agresivo, maltrata a todas las mujeres y por eso lo dejé. Se droga y después te quiere pegar”, había comentado Sylvia, expareja de Wanderkauven, para advertir de alguna manera a Vedda del hombre que tenía ahora a su lado.
Sylvia fue pareja de Mariano Wanderkauven entre 2018 y 2019 y, en diálogo con LA CAPITAL, definió a esa relación como un verdadero calvario, del que pudo salir pero, aterrada por su ex, tuvo que mudarse a Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para dejar la violencia lo más lejos posible.
Era 2018 y Sylvia alquilaba un chalet en Mario Bravo y la costa cuando conoció a Wanderkauven, quien trabajaba como mantenimiento de esa propiedad y de unos dúplex que eran propiedad de la misma persona. Luego la mujer se mudó a uno de esos dúplex y allí comenzó una relación con el hombre.
“Al principio, él se mostraba como una persona muy buena, muy atenta, pero claramente tenía una doble personalidad, un costado extremadamente agresivo, violento y manipulador”, explicó Sylvia.
Sylvia relató que Wanderkauven ejercía violencia hacia las mujeres, todas, y ya había tenido otras relaciones que habían terminado justamente por sus agresiones. “Yo llamé a la policía muchas veces; venían, se lo llevaban de mi casa y después volvía arrepentido, a pedirme perdón, a decirme que él no era así. Yo lo perdonaba, pero después la violencia volvía”, contó la mujer, que también fue víctima del circulo de violencia alrededor de Wanderkauven.
Sylvia recordó algunos de los tormentos que sufrió con Wanderkauven. Dijo que cuando se ponía celoso le rompía el celular; que la llegó a levantar contra la pared, ahorcarla y pegarle. Nunca se animó a denunciarlo, ya que aseguró que el hombre la había amenazado de muerte, incluso le llegó a decir que le prendería fuego la casa y le mataría a su hija y nieto si alguna vez hablaba con la Justicia.
La relación terminó luego de una violenta noche de 2019. En esa oportunidad, Wanderkauven encerró a Sylvia en la cocina, la sujetó de los pelos y la golpeó salvajemente. Al día siguiente, la mujer juntó todas sus fuerzas y lo echó de la vivienda, le tiró toda su ropa a la calle y le dijo que no volviera nunca más.
“Pensé que por fin me lo había sacado de encima, pero no. Me golpeaba la puerta por las noches, trepaba al balcón y le pegaba a la persiana del cuarto para entrar. Sufrí ataques de pánico, tenía mucho miedo, lo que yo pasé fue tremendo. Me tuve que ir de Mar del Plata por ese miedo que le tenía, me tuve que ir a CABA para sentirme a salvo de él”, expresó la mujer.
Sylvia lamentó profundamente el femicidio de Vedda, a quien no conocía, y pidió que no quedara impune. Recordó que le había advertido en una publicación de Facebook que Wanderkauven era violento, que tenía que alejarse de él. Desde mayo que Sylvia vive otra vez en Mar del Plata, donde pudo volver al perderle el miedo al Wanderkauven.
“Este hombre no tiene que salir nunca más a la calle, tiene que hacerse justicia y tiene que recibir prisión perpetua. Ahora pienso que también pude haber sido yo“, finalizó Sylvia, quien para romper el círculo de violencia no solo tuvo que dejar a Wanderkauven, sino que también tuvo que dejar Mar del Plata.
Fuente: Ministerio Público Fiscal de la Nación.
Muchas veces, la violencia en las parejas es cíclica. Una primera etapa de acumulación de tensión, en donde el hombre acumula enojos y su ira aumenta sin motivos comprensibles. Incluso puede humillar a la pareja, quien sumida en la angustia llega hasta justificar las agresiones.
La siguiente etapa es de agresión o golpes, cuando se desata la violencia. La víctima sufre agresiones físicas o sexuales y continúa la violencia psicológica.
La etapa que envuelve el círculo de violencia, que lo hace cíclico es la de arrepentimiento o “luna de miel”. La violencia se suspende, aflora el enamoramiento. El hombre dice que nunca más volverá a ser violento, que incluso “no era él mismo”. Se muestra cariñoso para que la relación no termine y, si bien hay una falsa idea de paridad en la pareja, esto dura poco tiempo y el violento vuelve a ejercer el control, la humillación, las agresiones, los golpes.
El círculo de violencia es difícil de romper, por eso es importante la intervención de una tercera persona o institución para poder terminar con la violencia. Existe la línea 144 que brinda asistencia, contención y asesoramiento a personas en riesgo o situaciones de violencia. También se puede llamar al 911 para realizar la denuncia y pedir ayuda.
Marcela Vedda, víctima de femicidio en Tandil.
Mariano Wanderkauven está imputado por “homicidio agravado por el vínculo en contexto de violencia de género” por el femicidio de quien era su pareja, Marcela Vedda. Este lunes, tal como lo solicitó el fiscal Guillermo Vaticano, el juez de garantías José Moragas ordenó su detención, por lo que permanecerá alojado en una unidad penitenciaria bonaerense mientras avanza la investigación.
El femicidio ocurrió durante la madrugada del viernes 11 de octubre en Tandil, en el hotel “Los Alerces”, ubicado en Urquiza al 1500. Allí Vedda y Wanderkauven habían llegado en moto y habían alquilado una habitación.
Cerca de las 4.45 de la madrugada, personal del hotel halló a Vedda muerta en la cochera que daba a la puerta de su habitación, junto a la moto. Su pareja, Wanderkauven, se había retirado minutos antes del lugar.
El personal del hotel llamó al 101 y personal del Comando de Patrullas fue hasta el lugar, quienes, junto con personal del SAME, constataron que en el suelo yacía sin vida Mónica Vedda.
A través de las cámaras de seguridad, pudieron ver al hombre que había ingresado con la víctima a la habitación y el momento en que se retiró solo. Este mismo hombre se dirigió luego a la Comisaría Primera para denunciar la pérdida de sus documentos, ya que quería sacar un pasaje de colectivo para volver a Mar del Plata. Los policías constataron que coincidía con las características físicas y la vestimenta del hombre que se veía en las cámaras del hotel donde acababa de ocurrir el femicidio, por lo que fue aprehendido e identificado como Mariano Wanderkauven, la pareja de Vedda.