Los padres de la menor de 14 años abusada en el camping El Durazno eligieron a LA CAPITAL para contar lo que padecen, sus preocupaciones, sus miedos y sus deseos de que se haga justicia.
Por Fernando del Rio
Los padres de la menor abusada durante los festejos de Año Nuevo en el camping El Durazno pidieron hablar. “Queremos salir a aclarar muchas mentiras que se están diciendo, en especial queremos que no se instale la idea del consentimiento, que es algo que evidentemente quieren los abogados de los imputados”, dicen en la mesa de la estación de servicios, punto de encuentro acordado para la charla. Sin otra condición que la de no sacar fotos ni siquiera de espaldas. Una condición fácil de cumplir por lo lógico –y hasta obvio- del planteo.
Ni nombres de pila, ni referencias físicas, ni laborales ni nada que pueda ir hacia una conjetura de identificación. Eso no es necesario ponerlo como condición tampoco. Ella -la madre-, y Él -el padre-, se sientan y quieren hablar porque sufren el drama de ver sufrir a su hija. Y los tiene aterrorizado algo que también sería una tragedia: que no se hiciera justicia.
“Nos preocupa mucho todo lo que está pasando con la prueba alrededor de la causa, con lo del alcohol, por ejemplo, porque nosotros estuvimos viendo todo el día consumo de alcohol y marihuana también de parte de estas personas. En ese momento descreí de lo que es la prueba porque es imposible que diera cero. Les tendría que haber dado positivo a todos, a mi hija también. Mi hija tomó y nos dijo que le habían convidado. Ella se sentía mal”, dice El y se preocupa por el futuro pericial. “La fiscal también nos anticipó que la toxicológica podía dar negativa. Entonces toda la prueba que se hizo no sirvió para nada, ¿no?”, se pregunta sin esperar respuesta.
La fiscal de Miramar, Florencia Salas, investiga si cinco jóvenes violaron a la hija de Ella y El, de solo 14 años, durante la madrugada del 1 de enero. Los cinco, Lucas Pitman, Roberto Costa, Emanuel Díaz, Juan Cruz Villalba y Tomás Jaime permanecen detenidos desde entonces, pese a numerosas irregularidades que ya tuvieron su impacto en la causa.
“Yo mismo le dije a la policía en el camping, durante horas –dice el padre-, pero estas personas se levantaban de la silla y juntaban mugre y porquería y las iban tirando. Se movían libremente con un policía al lado y estuvieron horas así. Yo le decía a la policía. Estos están limpiando”. Ella, la madre, agrega que “todo mal, como en la Comisaría de la Mujer de Miramar cuando deciden llevarnos a Cuerpo Médico”.
Las pericias de alcoholemia dieron negativas a raíz de la demora en las diligencias, lo que causó la desafectación del titular de la comisaría de Miramar.
El Fin de Año
Al recordar cómo terminaron festejando Año Nuevo en El Durazno, el padre de la menor remarca que “somos gente trabajadora, común, que siempre pasamos las fiestas en familia. Este fin de año quisimos hacer algo diferente y le dedicamos todo el aguinaldo a irnos al camping El Durazno. En lugar de hacer el durlock de la pieza, fuimos ahí con dos familias amigas. Nunca habíamos ido a un camping”.
La madre toma el relevo del relato y reconstruye todo lo que hoy les cambió la vida. “Voy a contar todo desde el principio. A eso de la 1.30, 2 de la mañana mi hija va a hablar por teléfono y a estar con un amigo. En la puerta del bungalow hay una mesa con tronquitos y ella se quedó ahí. Pasó un rato y me asomé y le dije: ‘Dale que estoy muerta, apurate’. Me dijo que ya entraba. Y en ese ‘ya voy, ya voy’, me quedé dormida. En eso abro los ojos, miré el celular y era las 6.20”,
La mujer dice que no la vio en la cama y se empezó a preocupar. “Bueno salgo, no la veo… -dice- No había ni un alma, porque estaban todos durmiendo. Pero veo a uno de estos chicos, sentado en la reposera y empiezo a llamar por teléfono a mi hija. Y por ahí veo que el de la reposera me mira y se sorprende. Estaba a 30 metros, más o menos. Entonces me alerté, sospeché algo. Y de pronto saca a dos tipos de la carpa y se van corriendo a la camioneta”.
El relato no se vuelve brumoso, sino algo discontinuo por la afectación emocional del recuerdo. “Le grito a él –y mira a su marido-, para que se levantara y me voy para la camioneta a los gritos. El que estaba ahí me decía que no sabía quién era mi hija, después que la había visto con un pibe de gorrita. Y a lo último me termina diciendo que ahí en la carpa había ‘una pibita, pero ni cabida yo’. Ahí la vi, estaba boca abajo, sola. Estaba como boleada”.
El padre dice lo que dijo en la causa las tres veces que lo llamaron a declarar. “Yo ya estaba saliendo del bungalow cuando veo a mi hija salir de la carpa y me fui apurado. Le pregunté qué pasaba y ella me dijo que no diga nada, que no haga nada, o algo así. De eso ahora se agarran los abogados de ellos para decir que yo dije que hubo violación y mi hija no. Eso es mentira. Imaginen esa situación de una chica de 14 años, medio borracha, avergonzada…”, señala y lo dice pausado, para que se entienda bien.
“Entonces –continúa- viene el rubio a querer darme explicaciones pero no podía ni hablar y me dijo: ‘La piba entró ahí, estaba repuesta’. Cuando me dijo así lo agarré del cuello y le pegué una trompada. Pero se fue corriendo para la camioneta. Y se empiezan a mover todo, a sacar cables. Empezaron como a levantar campamento. Y les dije que de ahí no se movía nadie. La policía tardó 10 minutos, pero no los podían retener”.
La víctima, ¿cuál víctima?
Para la madre, “lo triste es que nosotros no somos tratados como víctimas, parece que nosotros estamos queriendo hacerle daño a cinco personas”. El padre quiere decir ahora que tiene una sola expectativa, un deseo: “Que la Justicia haga justicia. Mirá, yo pensé que se vaya todo a la mierda, que sea lo que sea, que se termine. Pero ¿sabes qué pasa? Yo como papá… es como que me firmaron un permiso. Si esto queda en la nada y yo me quedo sin pelearla, esta impotencia, esta bronca, esta ganas de matar a alguien… Yo no puedo mandarme una cagada”.
Los dos están tranquilos pero preocupados, serenos pero indignados a la vez. “¿De qué consentimiento hablan si mi mujer la vio lastimada? Estaba con sangre la nena. No les creo que tres no hayan tenido nada que ver. No sé si los cinco son culpables, pero no les creo nada”, dice El.
Tienen mucho para decir y hasta terminan pidiendo clemencia a las redes sociales. “Me destrozan los comentarios de la gente. Porque yo los leo. Parecen que hubiera cinco víctimas presas y mi hija es una hija de puta. Que dónde estaban los padres, pregunta la gente. Te da bronca… te da bronca –lo interrumpe la mujer-. Nosotros somos de una familia normal, laburantes, mi hija no es callejera, se iba a pasear al centro y tenía tres horas para ir y volver. No tenemos una chica que estaba todo el día en la calle. No se queda a dormir en la casa de nadie. Siempre con estos miedos. Estuvimos todo el día en la pileta, después fue la cena de Fin de Año. Nos dormimos”, explican a una voz lo que no tienen ni que explicar.
“Ahora esa un poco mejor, pero hasta hace unos días se golpeaba, tenía malos momentos. No está tranquila con esto que quieren hacer del reconocimiento”, confiesa la madre.
Ya está. La entrevista fue a demanda de ellos dos. Apenas unas preguntas para ordenar el relato y poco más que agregar.