Por Gerardo Pássera (*)
“La demencia es un síndrome que implica el deterioro de la memoria, el intelecto, el comportamiento y la capacidad para realizar actividades de la vida diaria. Su curso es crónico. Se prolonga en años. La demencia afecta a nivel mundial a unos 50 millones de personas, de las cuales alrededor del 60% viven en países de ingresos bajos y medios. Cada año se registran cerca de 10 millones de nuevos casos. Se calcula que entre un 5% y un 8% de la población general de 60 años o más sufre demencia en un determinado momento. Se prevé que el número total de personas con demencia alcance los 82 millones en 2030 y 152 millones en 2050”. Organización Mundial de la Salud (OMS)
A través de reportes podemos enterarnos que en España, por ejemplo, más del 68% de los fallecidos a causa del COVID-19 eran residentes de hogares de larga estancia y, según la ADI (Alzheimer´s Disease International), tres cuartas partes de ellos padecían deterioro cognitivo o demencia.
En nuestra ciudad observamos hasta ahora que más del 90% de los muertos a causa de la pandemia tenía 60 o más años y la mitad de ellos, 80 o más años.
Es muy difícil a través de los informes actuales saber cuántos de los fallecidos a causa del virus eran residentes en hogares geriátricos, pero parece ser una cifra superior al cincuenta por ciento de los muertos en nuestro Partido.
El presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología reconoce que la pandemia del coronavirus reveló que no existe en su país una coordinación entre los servicios sanitarios y los sociales.
Aclara también que llegaron tarde los EPI (Equipos de protección individual) y los diagnósticos para identificar a las personas que tenían coronavirus en las instituciones.
Luego propone: “En el futuro no deberíamos tener residencias, deberíamos tener todo lo demás”. Se refiere a pisos tutelados, atención domiciliaria, entre otras variantes de atención.
Por su parte, desde la ADI, informan que muchas de sus asociaciones miembro en todo el mundo han tenido que dejar de recibir atención y apoyo presencial para la demencia, como las guarderías y la atención domiciliaria. El diagnóstico también se ha interrumpido por falta de acceso a profesionales y especialistas de la salud. El impacto del período de la pandemia y el aislamiento en el deterioro cognitivo de las personas con demencia significa que para muchos su condición se deteriorará y, a su vez, habrá una mayor necesidad de apoyo posterior (refiriéndose a quienes viven en residencias o en sus domicilios).
Con referencia a la conmemoración del Día Mundial de la Enfermedad de Alzheimer, llaman a un fuerte replanteo de los cuidados que hasta ahora se brindan a los pacientes con demencia, tanto en lo físico como en lo psíquico.
El primer Día Mundial del Alzheimer se celebró en 1994. Y desde 2012 la organización ADI decidió extender la conmemoración por todo el mes de septiembre, y así se consignó el Mes Mundial del Alzheimer.
La enfermedad descripta a principios del siglo XX por Alois Alzheimer es la causa más importante de demencia, pero no es la única. Por eso hay reportes internacionales que prefieren hablar de Mes Mundial de la Demencia y no limitarlo a la Enfermedad de Alzheimer.
(*) Coordinador de la Unidad Gerontológica de la Municipalidad de General Pueyrredon.