por Marcela Fraboni
Todos los sectores relacionados con el agro hemos recibido con beneplácito los anuncios realizados esta semana por el Presidente Mauricio Macri acerca de la simplificación de la operatoria administrativa para los productores agropecuarios.
Que se elimine una serie interminable, costosa y agobiante de trámites que debe cumplir un productor agropecuario; antes de lograr vender su cosecha es una medida por demás plausible.
El productor agropecuario, -así como lo hacen el resto de los empresarios o comerciantes (el almacenero, el herrero y el transportista, por nombrar algunos agentes relacionados directa o indirectamente en la producción)-, quiere levantarse todas las mañanas y planificar su nueva siembra y el futuro de su explotación.
Pero, una vez que realiza esto, debe conseguir asistencia crediticia de una entidad bancaria o del vendedor de los insumos.
Posteriormente, cultivar, sembrar, cuidar las plantaciones y animales.
Y los imponderables
Luego de hacer las cosas bien, tiene que luchar con una serie de imponderables tales como el clima adverso.
Y, aún, en el mejor de los escenarios, con clima a favor y buena cosecha, debe comenzar el peregrinar administrativo para cumplimentar con todas las declaraciones juradas y regímenes de información que los organismos burocráticos del estado le solicitan.
Después de esto, ocuparse de la comercialización de la producción, y, al final de todo podrá disponer de lo que queda, aunque, sin olvidar de guardar lo necesario (si alcanza) para solventarse él y su familia y, encarar la próxima siembra.
Párrafo aparte si el producto es altamente perecedero (como puede ser un hortícola) es probable que el juego de la oferta y la demanda provoquen que el precio de venta baje abruptamente y, siendo que el vendedor actúa como “precio-aceptante” en el mercado, muchas veces, no llega a cubrir los costos de producción.
No es nada fácil la actividad del productor agropecuario como para complicarla adicionalmente con requerimientos que llegan al absurdo de pedir varias veces la misma información, suministrar datos de geolocalización muy específicos, y todo un entramado burocrático de registros y declaraciones juradas tan reiterativas como inútiles a los efectos de verificar que, como todo actor económico cumpla sus obligaciones tributarias.
Como no íbamos a celebrar entonces que nuestras máximas autoridades visualicen estos inconvenientes y, anuncien su simplificación.
En esta misma gestión
Llama la atención, no obstante, que algunos de esos trámites engorrosos y complicados de cumplimentar, hayan sido pergeñados durante la gestión de este mismo poder ejecutivo: nos referimos concretamente al TIRE (registro fiscal de tierras rurales explotadas), que se puso en funcionamiento en enero de este año, después de los numerosos reclamos y pedidos de prórroga de las entidades del campo, de las entidades que agrupan a los profesionales de ciencias económicas y de todos los involucrados , – es decir, afectados- por las medidas.
¿Sera que a veces los funcionarios no escuchan convenientemente a los sectores que están más cerca de las problemáticas?
Ahora bien, miremos hacia adelante: la unificación o agrupamiento que promete el estado del TIRE (registro de tierras rurales explotadas), el RUS (registro de usuario de semillas), el Renspa (registro nacional sanitario de productores agropecuarios) y el RFOG (registro fiscal de operadores de granos), en uno solo a completar on line, sin dudas impactaría positivamente en el desarrollo diario de la actividad de los productores que dejarían de preocuparse tanto por llenar planillas y, destinarían ese tiempo a innovar, invertir y producir que tan bien lo saben hacer.
Debemos esperar ahora, la reglamentación de estos auspiciosos anuncios para que se plasmen en un procedimiento superador conveniente a todos los protagonistas y no se desvanezcan y se transformen en meras expresiones de deseo.
(*): Contadora Pública Nacional, docente universitaria, consultora en temas agropecuarios.