Grandes extensiones de arena para caminar, piletas a metros de las carpas, diferentes escenarios para practicar deportes y juegos para grandes y chicos hacen que una zona característica de la ciudad luzca renovada.
Desde hace décadas, el complejo de Punta Mogotes convoca tanto a turistas como a marplatenses que optan por esas amplias franjas de arena que a través de sus 24 balnearios ofrece comodidades para todas las edades.
El perfil arquitectónico del complejo se puede observar desde lejos, al igual que sus amplios estacionamientos que suelen ser usados como termómetro para determinar la densidad de la temporada: durante los fines de semana, en general los de enero, se encuentran casi al cien por cien de ocupación.
A diferencia de lo que sucede en otros sectores costeros, las sombrillas en alquiler no se encuentran en la primera línea de la costa, sino que a la vera de las piletas que -en la mayoría de los casos- están construidas cerca de los vestuarios y los sectores gastronómicos.
Con el alquiler de sombra, los clientes pueden acceder a los servicios como gimnasios, salones de usos múltiples, canchas de fútbol, fútbol-tenis y voley, además de poder refrescarse en las piletas y que los más chicos participen de las actividades reacreativas -en la mayoría de los casos a cargo de maestras jardineras o profesores de educación física- y torneos deportivos, además de uno o dos espacios de cochera por espacio de sombra.
Respetable
En lo que va de esta temporada, varios de los balnearios consultados dijeron estar trabajando “razonablemente, en un 80 por ciento promedio, con picos del 90 por ciento”, reseñó Bianca del balneario 15. Como sucede en todo el complejo, la mitad de los clientes alquilan por toda la temporada debido a su condición de marplatenses.
Con un promedio de entre 1.200 y 1.300 pesos por día, para alquilar la carpa, en muchos también ofrecen promociones de dos días a 2 mil pesos. “Este año no funcionó demasiado bien el alquiler diario por la cuestión del clima, que realmente fue mal”, explicó Ian Roubicek del parador 16.
Además de las actividades programadas al aire libre, casi todos cuentan con opciones de interior, con mesas de pin pong, pool y metegol, entre otras.
Las anchas franjas de arena permiten todo tipo de actividad a pocos metros del mar, dónde muchos bajan desde sus toldos y se instalan con las reposeras. Si hay mucho viento (como suele suceder) optan por los famosos iglúes para repararse y así evitar el frío.
Justamente esa orilla es recorrida una y otra vez por los vendedores ambulantes, que ofrecen desde pareos y otras prendas hasta artículos comestibles. Tirando de sus carros, para no cargar tanto peso debido a las grandes distancias que recorren, los panchos cotizan a $70, al igual que los choclos, aunque la “vedette” son los churros.
Cargando con las tradicionales canastas, que “hay que saber acomodar para que después no te duelan los brazos”, los hermanos Lautaro y Walter recorren la arena vendiendo la docena de simples o rellenos con dulce de leche a $160 o $90 la media.
En el inicio de la jornada laboral, tipo 15.30, los jóvenes acomodan en las canastas “15 docenas” y por día, promedio, comercializan “unas 20 docenas, aunque los mejores días podemos llegar entre 25 o 27 docenas”.
Los chicos trabajan “hasta que se vaya la gente” y si el día es muy caluroso “nos damos un chapuzón”, contaron.
Si bien depende de cada balneario, el promedio de unidades de sombra ronda las 300.
Deportivo
Por su gran extensión, la orilla suele convertirse en cancha natural para la práctica de todo tipo de deporte, desde la pelota paleta hasta el tejo, pasando por el “picadito” de fútbol hasta la “tocata”.
“Siempre jugamos al fútbol, todos los días. Podemos no meternos al agua, pero el picado es sagrado”, dijo Mariano.
Además, a entender de su amigo Hernán, “acá realmente se ven los talentosos, porque es más difícil correr en la arena y descalzo”. Los jóvenes llegaron durante la primera semana de enero, desde Ramos Mejía, junto a sus mujeres y sus hijos y se instalaron en el 12, el más futbolero de los balnearios.
“A veces vemos a los jugadores, bah, ex jugadores que vienen a los picados arriba, pero a nosotros nos gusta jugar”, dijeron y contaron entusiasmados las idas al estadio para ver los partidos profesionales aunque “este año faltó lo mejor, el River-Boca”.
Intentando que el pequeño Pedro le acierte a la pelotita de goma con una paleta, su padre Juan José explicó que “no hay caso que le dé, pero ya va a aprender, pero yo voy a quedar con dolor de cintura”. Y se rió mientras el niño seguía intentando en la orilla del balneario 2.
El viento también proporciona las condiciones inmejorables para la remontada de barriletes, de todos los tamaños y formas, mientras la tradicional “banana” ofrece una navegada de “entre 12 y 15 minutos de duración” a razón de 350 pesos por persona.