La poca demanda y alta presión impositiva obligaron a los propietarios a paralizar las actividades, cesantear al personal y poner en venta el establecimiento.
MIRAMAR (Corresponsal)-. La localidad de Mechongué se quedó sin el molino harinero que le daba fuentes de trabajo e ingresos económicos a unas 12 familias y el futuro del establecimiento, compuesto por 10 equipos de alta tecnología, es totalmente incierto.
Si bien existen versiones de que podría llegar un nuevo inversor próximamente, no se sabe a ciencia cierta si es que la harina Mechongué volverá a abastecer a un mercado interno actualmente devaluado. Esto, sumado a la alta presión impositiva precipitó el lamentable final.
“Me duele en el alma terminar así, pero no lo podía sostener, la mayoría de las Pymes están mal”, dijo a LA CAPITAL, gerente de la firma Bergaraeusk S.A, Marcos Mayea.
“La harina sobra para la venta en el país y sólo se exporta aquella con un valor agregado especial que sólo la producen grandes empresas siempre beneficiadas. Tenemos una inflación que comenzó con el gobierno anterior y sigue ahora, es un problema crónico que destruye a los proyectos como el nuestro”, agregó.
Según datos de fuentes confiables, en Argentina existían 168 molinos y ahora quedan 92, de los cuales 25 tienen enormes deudas y no cierran porque el coletazo sería aún peor.
“Indemnicé a algunos de los empleados, con otros estamos tratando de llegar a un acuerdo y evitar el juicio. La idea es vender las instalaciones donde se invirtieron más de 650 mil dólares, había poco trabajo por el mercado deprimido con un precio de bolsa que debería rondar los 400 pesos y se vendía a 295 pesos”, sostuvo Mayea.
El municipio fue uno de los principales impulsores de este proyecto productivo inaugurado a finales de agosto de 2016 y hasta con autorización del Concejo Deliberante cedió las tierras fiscales para la construcción del molino.
“La gente de General Alvarado respondió, tuve apoyo del gobierno local pero es evidente que tampoco ellos pueden hacer demasiado. Trabajamos mucho desde el principio, rellenando el terreno, colocando cables, demás elementos e invertimos lo que juntamos durante toda la vida, pero era demasiado riesgo perder más dinero”, sostuvo el representante de Bergaraeusk S.A.
Con un evidente ánimo de resignación, Mayea fue cauto a la hora de analizar una posible reapertura en el futuro. “La realidad es que el molino está cerrado y ojalá un nuevo inversor pueda hacerse cargo, Argentina es el país más caro del mundo para afrontar un proyecto de esta envergadura, pensábamos salir adelante con trabajo pero no fue posible”, concluyó.