En distintos puntos de la ciudad aumenta la cantidad de asistentes a los establecimientos barriales y algunos ya no dan abasto. Al hogar de la hermana Marta van 220 personas por día y ya se anunció que no recibirán más gente.
La hermana Marta se oye desolada. Dice que jamás había visto que a un jubilado lo esperaran a metros del hogar para robarle la vianda del día, como ocurrió hace pocas semanas. Y que tampoco le había sucedido tener que anunciar que ya no podrá recibir nuevos asistentes al reconocido comedor del barrio Las Heras porque en ese, como en muchos otros de la ciudad, creció la concurrencia y ya no dan abasto.
Con el objetivo de conocer la situación de los establecimientos barriales que día a día sirven como red de contención de cientos de familias que viven en la pobreza, LA CAPITAL consultó a referentes sociales de distintos puntos de la ciudad. La respuesta fue casi siempre la misma y, para resumir, esboza un panorama sombrío.
A excepción del hogar de día “María madre de los niños”, ubicado en el barrio Belisario Roldán -donde se produjeron los incidentes con la llegada del presidente Mauricio Macri-, en otros cuatro comedores o merenderos la concurrencia se ha incrementado en proporciones alarmantes. De hecho, en el mencionado establecimiento también existió un aumento, aunque menor en relación a los demás.
Al ser consultada por este medio, la hermana Marta -una de las referentes sociales más conocidas por la comunidad- reveló que hasta principios de este año iban a su hogar entre 170 y 180 personas. Ahora, son alrededor de 220, si se cuentan niños y adultos.
“Cada día nos piden más ingresos: son ocho o diez por semana, y eso habla de que la crisis se agudiza”, explicó. Y a la vez, contó que como consecuencia del aumento en la asistencia tuvieron que anunciar que no incorporarían a nadie más.
Fue en ese marco que relató la historia del jubilado al que le robaron la vianda a pocos metros del establecimiento, tras esperar que la retirara de allí. “Eso sí que no lo había visto ni en la crisis de 2001”, agregó.
De acuerdo a los datos que especificó la hermana Marta, entre los asistentes al hogar hay 50 personas -en su mayoría ancianos- que en forma diaria retiran sus comidas en vez de comer ahí. “Es gente del barrio y de otros barrios aledaños”, describió. Y en ese contexto también reveló que en el mismo lugar funcionaba una guardería con otros 50 niños de 2 a 5 años que tuvieron que cerrar por falta de fondos para solventarla.
Por estar formalizado, tras años y años de tareas sociales, el establecimiento que lleva adelante la hermana Marta recibe actualmente subsidios del Gobierno nacional, del bonaerense y del municipio. En el primero de los casos, y como anunciara meses atrás el presidente Macri, se aumentó un 10 por ciento el presupuesto.
Es decir, el hogar recibe actualmente 11 pesos por cabeza, ya que antes obtenía 10. En el caso de la Provincia, aún se adeuda dinero correspondiente al año pasado y lo mismo ocurre con el municipio, que otorga 11 mil pesos por mes para el mantenimiento del lugar.
Es que el incremento del subsidio para comedores anunciado recientemente por la gobernadora María Eugenia Vidal solamente se destina a escuelas.
“Ahora recién cobramos el segundo cuatrimestre de 2015. Hasta que no nos pongamos al día, no vamos a reabrir la guardería”, indicó la hermana Marta en diálogo con este matutino.
Otros casos
Marcelo López, y sobre todo su esposa, saben de qué va la vida entre carencias. Ella creció en la calle y desde pequeña tuvo la guarda extraoficial de sus hermanos menores. Por eso es que ahora que lograron construir una vida familiar de digno pasar decidieron colaborar con los más necesitados del barrio El Progreso.
“Arrancamos en 2014 con un merendero en Vértiz y Valentini en el que le damos a los chicos una copa de leche. Llevamos dos años de trabajo y en el último tiempo vino más gente”, indicó López. Y agregó: “Antes del inicio de clases hicimos un evento para entregar útiles a los nenes del barrio y llamaron un montón de papás. Se iban a dar 60 o 70 útiles y terminamos comprando 700”.
El hombre consultado no duda en remarcar que “la situación empeoró” en los primeros meses de 2016. “Armamos otro comedor en el barrio Nuevo Golf: empezamos asistiendo a 50 chicos y con inundación terminaron siendo 142 familias”, añadió López, visiblemente conmocionado.
Según explicó el entrevistado, la Secretaría de Desarrollo Social del municipio les entrega cuatro cajas de galletitas y dos de leche en polvo, y prometen colaborar con más mercadería. “Con eso tiramos 20 días, pero hay que pensar que 35 litros de chocolatada cubren cinco cuadras del barrio…”, manifestó.
En el norte
En el norte de la ciudad, más precisamente en el barrio Las Dalias, Olga y sus dos hermanas hacen todo lo posible para mantener en pie el comedor “Ayelén” fundado hace 22 años por su fallecida madre.
Hasta hace pocos meses, explicó la mujer, concurrían entre 100 y 120 personas. Ahora lo hacen 150, con adultos, embarazadas y menores incluidos. “Se nota la diferencia con años anteriores, hay gente nueva que no conocíamos”, dijo al ser consultada por LA CAPITAL.
Y enseguida agregó: “No tenemos subsidio de Provincia ni del municipio, y el de la Nación se nos ha atrasado algunas veces”. Por ese motivo, el establecimiento se sostiene con la solidaridad y la colaboración de los marplatenses.
En el barrio Belgrano, ubicado en la otra punta de la ciudad, la situación es similar. El comedor y “roperito” -porque entregan prendas a los más necesitados-, conocido como “Rocío de los milagros”, subsiste gracias al amor al prójimo de Irma y su hija.
“En marzo venían 40 chicos y 20 ancianos. Ahora son 30 familias y cada una con tres o cuatro hijos. Está todo mal”, no dudó en remarcar la mujer al recibir el llamado de este diario.
En dicho establecimiento no hay subsidios. “Hace 16 años que estamos acá y nunca conseguimos uno. Hacemos todo como podemos, con ayuda de la gente”, señaló Irma. Y, en la misma línea, reveló que junto a su hija también confeccionan y entregan ropa de bebé a los vecinos y en los hospitales públicos.
“Todo eso a pesar de que a principios de año se quemó la casa en la que teníamos la máquina con la que hacíamos la ropa”, añadió. “Viandas entregamos cuando hay y a la tarde, para que la gente pueda tener su cena”, remató.
La excepción que no es tal
En el barrio Belisario Roldán, del que tanto se habló luego de los incidentes propiciados con la llegada del Presidente y la gobernadora, hay dos asentamientos en los que sobreviven decenas de familias. Y todas conocen el hogar de Beby Piñero, quien cocina para sus vecinos carenciados desde hace casi 25 años.
A dicho establecimiento, denominado “María madre de los niños”, sólo dos familias se han incorporado en los últimos meses. “Las mandó la asistente social de la escuela Nº 14 porque recién se acaban de mudar”, contó Piñero.
A la vez, se mostró conforme con la situación en su comedor, a pesar de que todos los días se alimentan allí 134 personas. Entre ellos, hay cuatro ancianos. “Estamos un poco mejor porque el gobierno de Macri aumentó los subsidios en cuanto al valor de cada comida, y la gente mantuvo los planes sociales”, consideró la mujer.
A lo sumo, y tras considerar el optimismo natural de la referente social, el caso del hogar de Beby Piñero será una excepción. Porque la mayoría de los consultados no vacila a la hora de mencionar que en los barrios periféricos la problemática del hambre se agrava cada vez más producto de la alarmante crisis económica.