Se trató de la reunión anual de un foro dedicado al control de exportaciones que puedan utilizarse para fabricar este tipo de armas que están prohibidas. Diplomáticos y funcionarios de más de 40 países estuvieron en Buenos Aires.
Diplomáticos y funcionarios de Defensa de más de 40 países discutieron esta semana en Buenos Aires formas de evitar la proliferación de armas químicas y biológicas, un encuentro inédito en esta ciudad que, según sus organizadores, demuestra el renovado compromiso y liderazgo internacional de Argentina en la materia.
Se trató de la primera vez que Argentina fue sede de la reunión anual del Australia Group (AG) desde la creación, hace 30 años, de este foro de naciones dedicado al control de exportaciones que puedan utilizarse para el desarrollo de esas armas prohibidas, destacó la titular de AG, la diplomática australiana Jane Hardy.
Los indicios de que el grupo islamista Estado Islámico (EI) está usando armas químicas y biológicas en Siria, la aparición de nuevas tecnologías potencialmente peligrosas y hasta el uso de drones para esparcir sustancias tóxicas fueron algunos de los temas abordados en la reunión, dijo Hardy en entrevista con Télam.
“Vine a Buenos Aires con mi equipo a presidir la reunión anual del Australia Group. Este es un grupo de funcionarios de Cancillería y Defensa de 42 países, uno de los cuales es Argentina, que trabajan juntos para evitar la proliferación de armas biológicas y químicas, armas de extermino“, dijo Hardy.
“Tuvimos tres reuniones en concreto, tres muy grandes reuniones. La primera, muy interesante, sobre tecnologías nuevas y emergentes en biología y química que podrían derivar en el desarrollo de armas en el futuro, para que el grupo de funcionarios sepan y puedan entender lo que podría deparar el futuro” prosiguió.
“Trajimos a dos profesores de Australia muy conocidos que dieron conferencias sobre tecnologías avanzadas como vehículos aéreos no tripulados, o drones, que son dispositivos pequeños que puedan comprarse fácilmente en Internet y usarse para propagar sustancias peligrosas, y que, creemos, deben ser controlados”, agregó.
El AG fue creado en 1985 a iniciativa de Australia -de allí su nombre- luego de conocerse el uso de armas químicas por parte de Irak en la guerra con Irán, y su objetivo es tratar de armonizar sus normas de exportación para asegurar que estas exportaciones no contribuyan al desarrollo de armas químicas y biológicas.
Formado originalmente por 15 países, el foro no oficial creció con el tiempo hasta incorporar un total de 42 naciones, incluyendo a Estados Unidos, a los 28 miembros de la Unión Europea (UE) y Argentina, que, adherida en 1993, fue durante dos décadas el único país latinoamericano del grupo, hasta que México se sumó en 2013.
El AG mantiene controles a las exportaciones de una lista de más de 50 sustancias potencialmente peligrosas, y se reúne cada año para evaluar cómo hacer más efectivos los controles para garantizar que posibles impulsores de la proliferación no puedan hacerse de estos elementos.
A la primera reunión, celebrada el martes pasado, siguió otra el miércoles una videoconferencia en la que los 42 países negociaron lo que estará en nuestra lista de elementos a controlar.
El jueves, finalmente, el grupo se reunió con representantes de seis naciones sudamericanas que no lo integran pero que cooperan con él activamente: Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Uruguay.
“Estos son procesos largos, detallados, y a veces toma varios años comprender cuál podría ser la próxima generación de armas o el uso que puede dárseles. Es un tipo de trabajo que no recibe mucha atención de los medios, que no es conocido por el público, pero que consideramos absolutamente necesario”, explicó Hardy.
Los integrantes de la AG no asumen, en tanto tales, obligaciones legales vinculantes, pero los mueve un compromiso e interés compartidos que hace al grupo muy efectivo, y en sus 30 años no ha habido un caso de incumplimiento de las medidas de control que haya ameritado un llamado de atención, aseguró Hardy.
La diplomática explicó que el grupo coordina sus acciones con la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), de la ONU, y que sus controles de exportaciones ayudan a sus miembros a cumplir con las dos grandes convenciones de la ONU contra las armas químicas y biológicas.
A manera de ejemplo del funcionamiento de la AG, Hardy explicó que cuando los países miembro licencian una exportación de un elemento potencialmente peligroso, a veces esta exportación es rechazada por distintas razones, como el hecho de que el comprador es una persona que genere preocupación, un potencial extremista.
Pero subrayó que en 30 años los rechazos han sido muy pocos, sólo seis en el caso del gobierno de Australia, por ejemplo, lo que evidencia, según la diplomática, la buena coordinación de esfuerzos de los 42 países.
“Argentina es un socio muy valioso, un socio de larga data, y el hecho de que haya sido anfitriona de esta reunión, la primera de la AG fuera de Australia o Europa, demuestra su compromiso y su liderazgo”, destacó Hardy.
El embajador australiano en Buenos Aires, Noel Campbell, dijo por su parte que el evento en Buenos Aires fue “otra manifestación de la mayor actividad internacional de Argentina”, y recalcó que el país será sede de la reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC), este año, y del G20 el año próximo.