Por Pablo Garcilazo
Sube al colectivo entre risas y ganas de que el viaje no termine nunca. Decide no sentarse. En el fondo sabe que es un lugar de cercanía privilegiado. Mucha gente ahí, bien cerquita suyo. Un cara a cara de plenitud. Rápidamente este señor ya pasado los 80 años comienza a hablar con una señora sobre los vaivenes del adulto mayor. Una chica le ofrece sentarse y él alude con:
-Cuando sea viejo voy a sentarme en el asiento que me den, todavía tambaleo por ahora no me caigo. Siéntese joven…
(Sigue hablando con la señora). Vivo en el barrio Caisamar y tengo apellido de máquina de escribir y no es el del revólver, ese es muy polvoriento, además las balas salen guita. Yo me manejo en verdes, con las manchas del mate cocido en los billetes.
-No sé ¿Máquinas de escribir? Ahora me mataste… ni idea.
-No eso mañana, igual desde que nací estoy de paro, quiero la vida.
-Vos sos un personaje…
-¡No! Un tal Olivetti.
El señor en un ratito de colectivo regala una pizca del entusiasmo: aquel que lleva un dios adentro y así desmitifica la figura del adulto mayor solo, enojado y enfermo. Simplemente se puede llegar de la mejor manera posible, empezando hoy.
Olivetti sigue con la señora y con una mano en el hombro le dice:
-¿Está en pareja? Mire que el amor le gana a lo imposible.
(La señora ríe a carcajada) Sí señor, estoy casada hace como cuarenta años… un montón.
-Claro, yo me separe a los 55 años. Fue bastante tarde, me había casado a los 54. Igual es como la guadaña, nos espera a la vuelta de la esquina sin que nos demos cuenta. Y no hay que dejarlo pasar. El colectivo si lo podemos dejar, total vendrá otro y otro.
Olivetti avanza un poco más por el colectivo y se encuentra con un señor mayor, de veinte años menos que él y le dice:
-¿Cómo andás? Vos sí que la jugás de viejo para ganarte el asiento. Y estar más joven. Te conservas bien.
-Y vos de joven para llegar mejor a viejo…
-Y sí, si no jugamos, esto es más aburrido que ver la carrera de hormigas en la tele y encima que no tengan el recato de anunciarte quién fue el ganador.
-¡Ja!
-Te dejo, no me extrañes, aunque parezca un extraño cuando me viste hace dos minutos en este colectivo, por suerte me hiciste acordar que me tengo que bajar al banco a sentarme y bancar para poder cobrar. ¡Gracias muchacho!
—-
Mirar como si fuera la primera vez lo cotidiano de nuestra ciudad y su gente. Con ese fin nacieron estos escritos, que se desprenden de los micros radiales “Acercando el oeste y Mar del Plata”. Son voces barriales desde la salud, la comunicación y la integración comunitaria.