El fiscal Juan Pablo Lódola consideró probada la participación del único imputado por el asesinato de Jorge Guzmán y pidió que la sentencia sea de efectivo cumplimiento. La defensa argumentó por la absolución.
Terminada la valoración de prueba en el juicio contra Víctor “El Torito” Camargo por el asesinado de Jorge Guzmán en el marco de una disputa entre facciones de la barra brava del Club Alvarado, en septiembre de 2016, el fiscal solicitó que sea condenado a 11 años de prisión.
Para el fiscal Juan Pablo Lódola, quedó demostrado que Camargo fue quien le disparó y mató a Guzmán el 19 de septiembre de 2016, en el estacionamiento del Hospital Interzonal General de Agudos.
Si bien durante el juicio no “abundó” la prueba, hay testigos que señalaron a Camargo como el tirador de esa noche y las cámaras de seguridad que apuntan hacia el Hospital Interzonal, dan cuenta de la mecánica: una moto con dos hombres que van hasta el lugar y luego se va. Según la conclusiones de Lódola, Camargo era quien iba como acompañante en esa moto.
De esta manera, en su alegato, Lódola le pidió a los jueces del Tribunal Oral N° 4 –Jorge Daniel Peralta, Gustavo Raúl Fissore y Silvina Darmandrail- que Camargo sea condenado a 11 años de prisión por el delito de “homicidio agravado por el uso de arma de fuego”.
Además, el fiscal solicitó a los jueces que Camargo sea considerado reincidente, ya que al momento del crimen de Guzmán, el imputado estaba bajo un régimen de libertad asistida, mientras purgaba una condena -impuesta por este mismo Tribunal Oral N°4- de 3 años y 5 meses por un robo agravado por el uso de arma en grado de tentativa.
Finalmente, Lódola en su alegato pidió que la condena de Camargo, en caso de ser declarado culpable, exija también su inmediata detención, ya que llegó al juicio en libertad, luego de que la Cámara diera el cese de su prisión preventiva.
Para Lódola, el pedido de la detención y que cumple la pena en la Unidad Penal de Batán está justificado al entender que con la condena se incremente el riesgo procesal y que Camargo estuvo tres meses prófugo cuando ocurrió el homicidio de Guzmán, por lo que considera que existe riesgo de fuga.
La defensa de Camargo, a cargo del abogado Mariano Ayesa, en su alegato sostuvo la inocencia de su representado y tal como lo había adelantado al inicio del juicio, pidió su absolución.
De manera subsidiaria, Ayesa solicitó que en caso de que los jueces decidieran condenar a Camargo, no lo enviaran a la cárcel hasta que la sentencia no quedara firme y le concedieran arresto domiciliario.
El crimen
El 19 de septiembre Camargo se había juntado a tomar unas cervezas en la casa de un amigo, ubicada en Nasser al 2900 a unas cinco cuadras del Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA). Su coartada, al declarar, justamente era esa: había estado en el horario del crimen acompañado. Sin embargo, sus amigos, dijeron que alrededor de las 21.45 salió del lugar.
Por su parte, cerca de las 22 Guzmán había ido en un automóvil marca Peugeot 504 al HIGA -donde trabajaba como enfermero- junto a su pareja y otras dos personas para llevar a una de ellas a la guardia del nosocomio por un problema en la pierna.
La hipótesis ventilada en el debate es que Camargo se enteró de que Guzmán estaría esa noche en el nosocomio y fue a su encuentro en una motocicleta, llevado por otra persona que no fue identificada.
Según los datos que surgen de la causa, a las 22.20 Guzmán y Camargo se encontraron en el estacionamiento del hospital. Conforme la reconstrucción de los hechos que hicieron los testigos, Guzmán fue mortalmente herido, con un balazo en el hemitórax. y Camargo logró huir del HIGA a bordo de la misma motocicleta en la que había llegado.
La víctima se arrastró hasta la entrada del área de Emergencias, donde estaba estacionado el Peugeot 504. Con sus últimas fuerzas arrojó un arma de fuego en el interior del vehículo. De inmediato, fue llevado de urgencia al interior del nosocomio, donde lo operaron y quedó internado hasta que, “después de una extensa agonía”, falleció el 5 de octubre como consecuencia de un paro cardiorespiratorio.
Unos minutos después, Camargo volvió a la casa Nasser al 2900 donde estaban sus amigos. Según dirían, tenía dos cajas de puré de tomates para cocinar unas pizzas y “una sonrisa de oreja a oreja”. Como de satisfacción.