El titular del Banco Central dijo que uno de los puntos claves hacia el futuro pasará por pensar una "nueva arquitectura financiera global".
El presidente del Banco Central (BCRA), Miguel Pesce, aseguró hoy que el mundo está atravesando “tiempos complejos” ante la salida de la pandemia de Covid-19, y que uno de los puntos claves hacia el futuro pasará por pensar una “nueva arquitectura financiera global” en la que organismos multilaterales como el FMI adopten “una mayor flexibilidad en cuanto a plazos e interés que cobra” por sus créditos a países.
“La Argentina ha requerido un aporte de US$ 44.000 millones del Fondo y precisa una mayor flexibilidad de instrumentos de liquidez, pero también dentro del esquema de facilidades extendidas o de ‘stand by’ en cuanto a los plazos y de las tasas de interés que cobra”, afirmó durante el cierre de las Jornadas Monetarias y Bancarias 2021 que organiza el BCRA.
Sobre este punto, dijo que fue un préstamo “extraordinario” ya que la Argentina es un país que exporta unos US$ 60.000 millones al año, aunque es probable que en 2021 se alcancen los US$ 75.000 millones.
“No hay que descartar que se repitan otras circunstancias similares, en otros países; por eso, hay que adecuar los plazos y las tasas de interés a los volúmenes de asistencia que puedan requerir los países miembros del Fondo, especialmente los países en vías de desarrollo”, señaló Pesce.
En ese sentido, dijo que también “sería valioso explorar mecanismos de asistencia bilateral a través de los bancos centrales, como swap de monedas, o con la utilización de los Derechos Especiales de Giro (DEG)” que se dieron este año, para que los países que no los requieran puedan canalizar esos recursos de forma bilateral a países que sí lo requieran.
“No necesariamente tienen que ser países pobres, sino de ingresos medios con situaciones de estrés financiero”, afirmó el titular del Banco Central de la República Argentina.
Al analizar los efectos de la pandemia y el grado de respuesta de los países, sostuvo que las economías desarrolladas pudieron expandir su déficit financiero “cuatro veces, en tanto que la región latinoamericana pudo hacerlo sólo dos veces”.
“Esto no fue inocuo en términos del efecto sobre el nivel de actividad porque el el proceso recesivo fue mucho más agudo en la región que el de las economías desarrolladas”, por lo que es probable que los países de América Latina tarden “varios años” en retornar a niveles de actividad previos a la pandemia mientras que los desarrollados seguramente alcancen ese nivel este mismo año.
Una situación de este tipo “requiere que revisemos el modo de intervención del sector publico en la región, de qué manera que nuevos mecanismo regulatorios que se está poniendo en las economías desarrolladas podamos imitarlo”.
De cara a los próximos años dijo que “hay motivos para ser optimistas” ante el crecimiento de la demanda y el precio de commodities producidos en la región tanto de alimentos como de minerales como el cobre, la plata, el oro y el litio, los cuales pueden robustecer las balanzas de pagos de las economías regionales, además del desarrollo de energías renovables e hidrocarburos exportables.
Aún así, dijo que hay desafíos en el corto y mediano plazo dada la posibilidad de que EEUU modifique su política de tasa de interés para frenar la suba de precios, lo cual podría también enlentecer el crecimiento de la principal economía del mundo.
“Una circunstancia donde se ralentizara el crecimiento de ese país o se abandonara la estrategia de quantitative easing o se moderara el sostener estas tasas de interés no sólo podría traernos problemas desde el punto de vista financiero y de liquidez sino también en el corto plazo en el precio de los commodities”, advirtió Pesce, aunque dijo que “es de esperar que se postergue lo máximo posible una suba de la tasa de interés” por parte de la FED.
Por último, mencionó que “la digitalización avanza como un desafío para los bancos centrales, el FMI, el BIS (Banco de Pagos Internacionales) y otros organismos”, ya que “hay que evitar que el desarrollo de nuevas tecnologías como las monedas digitales generen espacios de riesgo, que pueden detonar situaciones críticas sobre todo en países más pequeños”.