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Perú cierra un año marcado por la polarización política que amenaza con un 2022 aún más incierto

El ruido político intenso ha añadido incertidumbre y miedo.

Por Gonzalo Ruiz Tovar (desde Lima)- Las figuras de los adversarios de lo que fue el balotaje presidencial de Perú, Pedro Castillo y Keiko Fujimori, se perfilan como las más vendidas para la tradicional quema de muñecos de fin de año, todo una muestra de la imagen negativa que tienen políticos ante una polarización que marcó buena parte de 2021 y que amenaza con profundizarse en 2022 ante la incertidumbre de si el Gobierno y el Congreso se mantendrán en funciones.

“¿Se puede quemar a ambos?”, preguntó entre risas Nayibe Saavedra, una mercadotecnista de 31 años, mientras, en charla con Télam, culpa al presidente Castillo y a la dirigente opositora Fujimori por el estancamiento en que, según ella, está el país.

En una encuesta de la firma Ipsos, la líder del partido de derecha Fuerza Popular (FP) quedó al frente, con 44% de menciones, cuando se preguntó por el “personaje más negativo” en 2021, mientras que el mandatario de izquierda la escoltó con 41%.

Todos los que siguen son políticos, como el líder del partido oficialista Perú Libre, Vladimir Cerrón; el primer jefe de gabinete ministerial de Castillo, Guido Bellido, y el excandidato presidencial Rafael López Aliaga, cuyo partido conservador, Renovación Popular (RP), lleva la batuta en los ataques al Gobierno.

Dirigentes de derecha como el excandidato Hernando de Soto y la presidenta del Congreso, Maricarmen Alva, o de izquierda como la excandidata Verónika Mendoza y la jefa del gabinete ministerial, Mirtha Vásquez, completan una nómina que resume el pensamiento de los peruanos sobre sus políticos.

“Me da mucha rabia ver que nuestra clase política es tan mala. La izquierda no tiene a un (Gabriel) Boric –el presidente electo de Chile-, o a un (Gustavo) Petro -el candidato presidencial colombiano-. De la derecha, ni hablar”, se quejó Jimena Buendía, una lingüista de 26 años muy estudiosa del tema.

“Este año no me decepcionaron los políticos, porque no espero ya nada de ellos. Me decepcionó la gente que votó por ellos, que puso en segunda vuelta a Castillo y Keiko. Había el menos opciones menos malas”, añadió la mujer, mientras aseguró que esa posición es muy compartida en su círculo de amigos.

A Castillo y sus aliados se les acusa en las calles de ser improvisados que no saben a dónde van, pero a la contraparte no le va mejor, pues se le percibe como una élite que solo busca mantener el status quo y lucrar.

“A mí no me interesan los políticos, solo me hacen renegar”, señaló Martín Huamán, de 46 años, quien migró a Lima desde los Andes cuando era niño y tiene hoy tres pequeños negocios en su casa de Lima: un restaurante, una lavandería y una bodega.

“No se sabe en quién confiar. No sé lo que va a pasar. Quisiera conseguir una lavadora más, pero me da miedo. No puedo ampliar el restaurante porque está viniendo poca gente y quiero transferir la bodega. Tuve empleados, pero ya no les puedo pagar. Me ayudan mi esposa y mis dos hijos”, comentó.

Perú, país de 32 millones de habitantes y agobiado por una crisis económica especialmente dura en la década de 1980, tuvo en los últimos 20 años un crecimiento sostenido, al margen de que, según se criticó siempre, los avances no beneficiaran equitativamente a todos.

Pero en 2020 todo explotó por cuenta de la pandemia de coronavirus: con la población guardada en sus casas durante cuatro meses, y solo liberada en forma parcial en otros seis, el país vio caer su Producto Bruto Interno en un rudo 11,2%.

Millones perdieron sus empleos. Miles tuvieron que dejar los ahora virtuales colegios o universidades. Centenares quebraron. El sistema de Salud quedó expuesto en su debilidad y el resultado de tener una economía informal de más de 70% fue apabullante.

“No sé cómo no me morí”, dijo Esther, peluquera de unos 40 años, con una sonrisa que es más una mueca de ironía.

“No tuve trabajo, mi esposo tampoco. Los ahorritos se nos fueron rapidito. No sé, no me pregunte cómo es que salimos”, agregó.

En ese marco, 2021 debía ser un año mucho mejor, y lo fue: con la pandemia a un ritmo más lento –en Perú han muerto más de 200.000 personas por covid, una de las cifras más altas del mundo- y con la economía por tanto más abierta, el drama disminuyó.

Pero es más un “efecto rebote”, señalan los expertos. Hay una recuperación económica calculada en 12,2 %, pero se está aún lejos de los niveles de 2019.

El ruido político, intenso, ha añadido incertidumbre, miedo.

Las urnas determinaron que la segunda vuelta, en junio, fuera entre Castillo, quien tenía la propuesta más a la izquierda entre todos los candidatos, y Fujimori, que junto a López Aliaga y De Soto ocupaba el otro extremo del arco ideológico.

Castillo ganó por poco. La derecha no lo admitió y alegó “fraude”. Pero nunca apareció una prueba y la comunidad internacional avaló el proceso. Entonces, FP, RP y Avanza País se dedicaron a tratar de derribar al Gobierno “comunista” desde el Congreso, con fuerte apoyo de los poderes económico y mediático.

Para el politólogo Roger Santa Cruz, Castillo debió enfrentar esa ofensiva con medidas que lo aliaran con las clases populares. “pero no ha tenido los cuadros ni las ideas para hacerlo”.

De hecho, entre los analistas hay total coincidencia de que el presidente, con sus errores, ha alimentado a sus rivales.

“No sabemos qué va a pasar. Con mis primos hemos pensado irnos para Chile pero no estamos seguros. ¿Qué pasará?”, dijo Daniela Marcano, moza de restaurante de 21 años y que forma parte de los 1,2 millones de venezolanos que migraron a Perú.

Hay incertidumbre y temor en medio de la polarización. Tanto, que varios entrevistados pidieron que no se citen sus nombres reales en esta nota.

Pero también hay esperanzas, al margen de que nadie está dispuesto a apostar si Castillo y el Congreso completarán en 2022 en funciones.

Por lo pronto, las familias buscan la forma de eludir las restricciones por la pandemia –que incluyen toque de queda- para celebrar las fiestas y quizás quemar el 31 los muñecos de Castillo o Fujimori. O tal vez los de ambos.

Télam

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