La peatonal San Martín y las calles Rivadavia y Belgrano son uno de los atractivos de la temporada. Por las noches, los artistas despliegan todo su color para captar espectadores. Caminatas y opciones de comida para todos los bolsillos.
La peatonal San Martín, además de integrar el álbum de postales típicas de Mar del Plata, constituye uno de los programas favoritos de los turistas, especialmente los del interior del país que suelen fascinarse con las luces céntricas y las aglomeraciones de gente.
Por “la peatonal”, tal la denominación popular vigente, todos circulan, deambulan, caminan, menos las “estatuas” que semejan a los guerreros espartanos y se quedan inmóviles a cambio de unos billetes vertidos por la buena voluntad y solidaridad de los paseantes.
Inevitable arteria para cumplir con la denominada “vuelta al perro” después de un día de playa, además de un gran centro comercial a cielo abierto y plaza gastronómica, con su flamante apéndice: Belgrano. Es que desde este verano, esa calle desde Santa Fe hasta Buenos Aires, quedó cerrada al tránsito vehicular en horario nocturno para permitir con mayor comodidad el funcionamiento de un nuevo polo gastronómico surgido como consecuencia de la pandemia del Covid-19: los decks. Es que la mayoría de los restaurantes instalados allí ampliaron su capacidad con los decks ubicados sobre la calle, algunos cubiertos, pero con las mismas ofertas que en el interior de los locales: menúes para almuerzo por $1.090 y para la noche por $1.200. Otros ofrecen la grande de muzzarella más dos pintas por $1.300.
Generalmente, el paseo por la peatonales se realiza durante la tarde noche, después de la ducha post playa, o después de la cena. A veces, también se completa durante la tarde, cuando las temperaturas o la llovizna o ambas condiciones combinadas impiden la estadía playera.
Varieté nocturna
La trilogía de peatonales marplatenses se completa con Rivadavia, la calle que en verano a partir de las 19 prohíbe el acceso de vehículos, y desde hace varias temporadas se convierte en sede de las varietés nocturnas. Un clásico es que la mayoría de los elencos que actúan en los teatros de la zona promocionan sus obras en la calle. Hay obras, incluso, que colocaron sus boleterías en la mencionada arteria, tal el caso de “Celebrando la Revista”.
Los clásicos, año tras año, son el Mago sin Dientes y los humoristas Rodrigo Vagoneta y Silva, además de los transformistas de “Transfrappe”. Las entradas cotizan entre 500 y mil pesos, aunque rige la oferta-demanda y, como en un mercado persa, el público puede regatear y conseguir distintas promociones como pagar dos entradas y llevarse tres.
Las casas de indumentaria, para todas las edades y sexo, también se manejan mayoritariamente con las ofertas y promociones. Prendas como chombas, shorts, calzas y vestidos cotizan a dos unidades por mil pesos.
Si bien es bastante difícil mantener la distancia social entre los caminantes, promotores y artistas, algunos portan barbijos y otras, como las princesas de los cuentos infantiles, circulan con las máscaras transparentes.
Así como los shows callejeros y a la gorra abarcando diversas disciplinas artísticas, como canto, danza, pintura o magia, también existen los puestos de tatuajes con henna, que duran “entre 10 y 15 días dependiendo de la pigmentación de cada piel” y cotizan desde 300 pesos.
Los personajes de películas y cuentos infantiles desfilan por la calle, algunos promocionando el espectáculo que protagonizan y otros para posar en las fotos con los menores para conseguir una contribución “a voluntad” de los progenitores. Desde Mickey hasta Mazzinger Z, pasando por Freddy Krueger hasta Woody de Toy Story, sin olvidar a los modernos de la saga de Avengers, los chicos pueden elegir a su preferido para interactuar.
Los globos, de todas formas y colores, cotizan desde los 400 pesos hasta llegar a los 700, con luces en su interior, mientras que los conos de papas fritas parten de los 600 pesos.