En un primer momento se mencionó la posibilidad de un suicidio. Luego se enfocó la carátula hacia un homicidio. Sin embargo, persisten las inconsistencias y serán necesarias nuevas medidas de prueba.
Suicidio después de una pelea u homicidio con sesgo mafioso. La muerte de Ezequiel Guasone (48), el empresario gastronómico cuyo cadáver apareció el pasado domingo en el interior de su local de San Lorenzo y San Luis, no logra decantarse hacia alguna de las hipótesis que desde el comienzo del caso se mencionaron. Y sigue rodeada de grandes dudas, por lo cual en las próximas horas los investigadores podrían sumar elementos relevadores para echar luz definitiva a lo sucedido.
La fiscal Romina Díaz, en su primer turno a cargo de la UFI N°6, tiene por delante un desafío exigente ya que la de Guasone es una muerte que, en caso de que haya sido producto de un asesinato, posee una planificación a partir del “montaje” realizado por el homicida. Es que el cuerpo estaba colgado por medio de un collar a una de las mesas del que fuera el salón de una Cervecería tiempo atrás, cervecería que explotaba un hombre al que Guasone le alquilaba el local.
En un principio la causa se caratuló “averiguación causales de muerte” con una fuerte presunción de que se podía tratar de un suicidio. Horas después el informe médico de los forenses de la Policía Científica sugirieron a la fiscal Díaz caratular como homicidio debido a que había señales de golpes en el rostro de Guasone y estrangulamiento.
Pero la incertidumbre sobre lo que pasó con el hombre de 48 años no se disipó de inmediato, ni tampoco con la presumible (o esperada) certeza científica de los forenses. Es que una serie de elementos que rodean el caso, algunas particularidades en la escena del hallazgo y los problemas que contextualizaban la vida de la víctima compone un panorama en el que no se permiten las aseveraciones férreas.
Vale recordar que la familia de Guasone -su ex pareja- había denunciado horas antes en la comisaría novena su desaparición. “Guasone resulta ser de contextura física delgada, cabellos largos oscuros, tez blanca, ojos verdes, 1.65 metros de altura aprox, quien al retirarse del domicilio vestía una campera de color negra, pantalón de jean de color azul y zapatillas rosadas. También refirió -la denunciante- que no posee problemas de adicciones y que nunca había faltado antes a su hogar”, decía el parte de difusión.
Esa necesidad de saber el paradero de Guasone obedeció, además de la natural preocupación familiar, a ciertas sospechas de que podía haber ocurrido un desenlace con consecuencias fatales.
En horas del mediodía del domingo cuando la policía acudió al local donde alguna vez funcionó el restaurante Pietro pudo verificar que en su interior estaba el cuerpo de Guasone. Colgaba del cuello por un collar que se había enganchado a uno de los bordes de una mesa. El cuerpo, algo inclinado a la derecha, se recostaba contra el piso y sobre una de las patas de la mesa. Manchas de sangre en el rostro sembraron dudas. Ciertos conflictos económicos y algunos problemas vinculados a su actividad comercial reforzaban la idea del suicidio, aunque también dejaban abierta la posibilidad de un ataque contra su persona.
En la semana previa Guasone había negociado el pago de una deuda que tenía pensado hacer efectivo el lunes, un día después a que apareciera muerto.
Cuando la operación de autopsia confirmó la intervención de terceros y sugirió a la fiscal Díaz recaratular por “homicidio” algunos elementos sirvieron para respaldar esa hipótesis. Por un lado el informe forense, por otro la ausencia de la llave en el local, lo que hace suponer que hubo otras personas. Los juegos de llaves que hallaron en las ropas de Guasone y arriba de un mueble no correspondían con la puerta de acceso ni con ninguna otra posible salida.
Sin embargo hubo otros indicios potentes a favor de la hipótesis del suicidio, en especial uno de ellos: que quienes supuestamente mataron a Guasone no aprovecharon la situación para robar. ¿Qué podían haber robado? Los más de 28 mil pesos que Guasone tenía en un bolsillo. También un teléfono celular marca Samsung, un reloj y una cadena de plata.
El relato de algunos testigos que la instrucción considera de gran importancia continuará siendo analizado y algunas medidas de prueba pericial, entre las cuales no se descarta una revisión forense y el análisis (ya autorizado por la Justicia de Garantías) del teléfono Samsung, serán gravitantes para las decisiones de la fiscal Díaz en las próximas horas.