Por Prof. Eduardo Javier Niella
“Atención pido al silencio
y silencio a la atención,
que voy en esta ocasión,
si me ayuda la memoria,
a mostrarles que a mi historia
le faltaba lo mejor.
Viene uno como dormido
cuando vuelve del desierto;
veré si a esplicarme acierto
entre gente tan bizarra,
y si al sentir la guitarra de
mi sueño me dispierto.”
(José Hernández)
Creemos que la cita de estos versos del autor de nuestro máximo poema nacional, con las que inicia la segunda parte del “Martín Fierro”, aplican muy bien para hacer una reflexión en perspectiva que da el paso de medio siglo, sobre el regreso de Juan Domingo Perón el 17 de noviembre de 1972, acompañado por 146 pasajeros: dirigentes peronistas, sindicalistas, actores, leyendas del deporte, escritores, militares y curas.
Ese día habían pasado 6256 días de exilio a los que debió someterse el Gral. Perón, luego de su derrocamiento en 1955 por parte de la “Revolución Fusiladora”.
El esperado regreso del líder fue la gran victoria del peronismo: la revolución era Perón.
El retorno era posible gracias a la resistencia de los militantes peronistas quienes durante esos largos 17 años lucharon con todos los medios a su alcance para que el Conductor del Movimiento Peronista pudiese volver a la Patria, la gran consigna fue: “Luche y Vuelve”.
Por eso el 17 de noviembre fue consagrado como el “Día de la Militancia Peronista”.
Antonio Francisco Cafiero en su libro “Militancia sin tiempo” define así al militante peronista: “Es aquel que con férrea voluntad y convicción enarbola, aún en el desierto, las ideas y valores que lo impulsaron a abrazar la causa de Perón. Es aquel que siempre se hace presente en el escenario político predicando la doctrina y creando las condiciones para la armonía social. También es aquel que debe advertir a sus compañeros cuando han errado el rumbo y han perdido las señales del camino. Pero, fundamentalmente, militante es aquel que ofrenda su vida para alcanzar la victoria peronista y continuar la revolución en paz que soñó Perón.”
Hace 50 años, aquellos días de noviembre – describe Juan Manuel Abal Medina (Padre) en su reciente libro “Conocer a Perón – Destierro y regreso”, quien fue protagonista de ese tiempo – así: “En el país, el clima era denso, espeso alegre, contradictorio, vivaz… En los ojos de millones y millones de argentinos, todavía estaban presentes los años felices del primer peronismo, con su batería de políticas populares, con redistribución de la riqueza, con justicia social.”
Mediante una solicitada el 15 de noviembre de 1972, titulada “A mí Pueblo” el Gral. Juan Domingo Perón expresaba sus sentimientos y motivos ante el regreso a la Patria: “Pocos podrán imaginar la profunda emoción que embarga mi alma ante la satisfacción de volver a ver de cerca a tantos compañeros de los viejos tiempos, como a tantos compañeros nuevos, de una juventud maravillosa que, tomando nuestras banderas, para bien de la Patria, están decididos a llevarlas al triunfo.
Mí misión es de paz y no de guerra.
Nunca hemos sido tan fuertes.
En consecuencia, ha llegado la hora de emplear la inteligencia y la tolerancia, porque el que se siente fuerte suele estar propicio a prescindir de la prudencia.
Desde que todos somos argentinos, tratemos de arreglar nuestros pleitos en familia, porque si no, serán los de afuera los beneficiarios.”
Entonces tenía 10 años, recuerdo que era un viernes lluvioso aquel 17 de noviembre del ‘72, cuando en la casa de un amigo de la familia que era peluquero, me estaba cortando el pelo y ahí vi por televisión la imagen del vuelo chárter de Alitalia que aterrizo en Ezeiza, luego la aparición de Perón en aquella escena histórica del paraguas de José Ignacio Rucci protegiéndolo de la lluvia.
Un triunfo del Pueblo, una esperanza que se abría en la Patria.
“En la vida de todo ser humano, existen instantes trascendentes que se graban en forma indeleble por encima de todos los recuerdos de su existencia. El regreso a la Patria, luego de tantos años de ausencia, marca el punto crucial de mi Destino.” (Juan Domingo Perón)