La directora reconstruye la singularidad y potencia de una big band que estuvo activa entre 1940 y 1962 dirigida y liderada por Héctor Lomuto.
La realizadora Peri Azar exhuma partituras y reconstruye la singularidad y potencia de una big band de jazz argentina que estuvo activa entre 1940 y 1962 dirigida y liderada por Héctor Lomuto, para contar una parte de la historia del jazz argentino hoy casi olvidada en su filme documental “Gran orquesta“, que se estrenó el jueves y se puede ver todos los días a las 19 en el cine Gaumont, de la Ciudad de Buenos Aires.
El filme, que obtuvo el premio a la Mejor Dirección de la Competencia Latinoamericana del último Bafici, surgió accidentalmente, a partir de que Azar encontró dentro de un baúl que recogió de un volquete en la calle más de 200 partituras originales en carpetas labradas de la orquesta Héctor y su Jazz, grupo musical que grabó más de 500 composiciones, tuvo por más de una década una audición diaria en Radio El Mundo y estuvo integrada por cerca de 30 músicos en escena.
“Hacían un jazz blanco, de salón, bailable, que emulaba y estaba al nivel de las orquestas estadounidenses de Glenn Miller, Beny Goodman y Artie Shaw, hacían canciones populares; si Goodman sacaba un tema que pegaba, ellos viajaban a Estados Unidos, compraban las partituras y hacían los arreglos, también hicieron regrabaciones de música de películas; no hacían jazz de improvisación sino bailable”, cuenta Azar en charla con Télam.
“En esa época existían cantidad de orquestas, estaban Santa Paula, Santa Anita, Washington-Bertolin, los Hawaian Serenaders, Ken Hamilton; la de Héctor Lomuto (hermano del más recordado director de orquestas de tango Francisco), fue una de las de mayor popularidad, tocaba todas las tardes en Radio El Mundo y era conocida en el país”, remarca la realizadora.
“Tuvo arregladores -agrega- como Martín Darré, que luego fue de Mariano Mores y que escribía los arreglos desde lo musical y también pensando en cómo se verían sobre el escenario, haciendo coreografías con las intervenciones de la fila de trombones o trompetas, o el caso de Roberto Pansera, que los escribía a dos manos”.
– Siendo un fenómeno tan fuerte, se perdieron los rastros.
– En general, de toda esa época se perdieron los rastros. Hay libros de investigadores que se dedicaron a perfilar el jazz en Argentina como el caso de Ricardo Risetti, Sergio Pujol y Edgardo Carrizo, pero no pasan de tres o cuatro y ellos son quizás los únicos que en la actualidad pueden dar cuenta de esa época dorada de las orquestas de jazz argentinas.
– En la película se recrean algunas composiciones de la Héctor y su Jazz con la big band del conservatorio Manuel de Falla.
– Sí, me pareció que tenía mucho sentido, el conservatorio cumple 100 años y ha sido la cuna de todos esos músicos de jazz de la orquesta de Héctor cuando era una escuela municipal de música. Me encontré con una realidad que desconocía y que el Falla está en una situación de olvido y descarte como las partituras de la Héctor y su Jazz: no tiene edificio, hay contaminación sonora en las aulas, problemas edilicios, entonces todo tenía que ver y al músico Valentín Reiner le interesó tomar las partituras y trabajarlas en la big band con los alumnos.
– La de estas orquestas de jazz argentinas es toda una época del país.
– Héctor Lomuto pertenece a una Argentina con mucho orgullo de lo nacional y de la cultura local, un ideal que después se desvanece y va quedando en el olvido. Igualmente, la decadencia de las orquestas no tiene que ver con cuestiones políticas sino con una época que se termina: aparecen los discos y en los bailes se pasa música grabada, irrumpen el pop y el rock al tiempo que el bolero, el chachachá y el jazz pierden interés, los que eran jóvenes que bailaban esa música pasan a ser personas mayores y la juventud se orienta hacia otros intereses, todo hace que la orquesta deje de ser sustentable económicamente, lo mismo pasó con el tango.