Policiales

Pepita La Pistolera, el personaje que se devoró a Margarita Di Tullio

Tantas cosas se han dicho y escrito de Margarita Di Tullio que la verdad acabó por ser sustituida por una construcción urbana en la que lo preciso, el dato exacto, la corroboración quedaron en un segundo plano. El paso del tiempo alimenta el mito que cada vez es más sólido y a nadie importa la verdad. Pero la verdad existe. PARTE 1

Por Fernando del Rio

PARTE 1

 

A Margarita Di Tullio le faltaban cuatro días para cumplir 21 años cuando la policía la detuvo por asaltar a parejas en la costa de Mar del Plata. En esa noche fría del 11 de junio de 1969 sucedería algo paradójico: un final y un principio. Era el final anunciado para una joven que desde su adolescencia se había ido de su casa y había fondeado en los bares bajos del puerto, su barrio. Apostaría cualquiera en esos tiempos que iba a terminar presa. Pero también allí comenzaría algo: el mito de una mujer del hampa. Esa noche había nacido “Pepita, La Pistolera”, sin importar que habrían de pasar 16 años y correr bastante sangre hasta que alguien la llamara así por primera vez.

En la memoria familiar, en las crónicas periodísticas y en los archivos judiciales se garabatea la historia de vida de Margarita Graziana Di Tullio sin llegar a definirse del todo. Pero cuando al polvo que cubre algunas incontrovertibles verdades se lo sopla con la fuerza de la curiosidad ese aire transparente que lo desplaza descubre una historia jamás contada.

Es tan rico e intenso el paso por este mundo de esa mujer nacida el 15 de junio de 1948 y muerta el 30 de noviembre de 2009 que hasta parece un derroche imperdonable negarla o buscarle aristas que no fueron reales y dejar que gane esa ficción, desde ya atractiva, desde ya cinematográfica. Esa ficción le pertenece a Pepita La Pistolera y no a Margarita Di Tullio.

A la historia de la asaltante de parejitas, de madama de prostíbulos portuenses, de matadora de tres hombres en su habitación, de líder de “Los Pepitos” en el caso Cabezas o de mujer que acabó con la carrera judicial de Jorge García Collins la sostiene la de su propia existencia.

 

Versión leída del artículo

La noche de junio de 1969 en la que Margarita Di Tullio fue detenida no estaba sola en la vida. Cuando unos años antes, aun siendo una adolescente, se había ido de su casa de Marcelo T. de Alvear 336, a pocas cuadras de la gruta de Lourdes, supo que jamás habría de estar sola. Era cierto que dejaba atrás a un desilusionado padre (Antonio, taxista o trabajador de la tierra, tano) y a una afligida madre (Kita, ama de casa como toda buena esposa en un hogar itálico). También a su hermana Alicia, seis años menor. Y dejaba atrás para escaparse de un matrimonio impuesto con el buzo de la Armada, Francisco Dionisio Moreno. Porque, aunque pocos lo sepan, Margarita Di Tullio alguna vez estuvo casada legalmente.

El 16 de septiembre de 1965 Margarita Di Tullio se casó con Moreno y en el acta firmada por Nelsa Carosone acreditó ser profesora de inglés. De hecho, lo era, porque algunas clases daba tras haber aprendido a hablar a un nivel que le alcanzaba para ello. Moreno, un marino oriundo de Jujuy, tenía 24 años y se había ilusionado con formar una familia. Para el padre de Margarita, era el hombre que podía encauzarle esa conducta que ya se advertía conflictiva. No hay demasiado registro de cuánto duró la pareja, pero todos coinciden que casi nada. Después de eso, Margarita se fue de la casa.

Las relaciones, su fuerte temperamento y una belleza particular la arrojaron hacia la noche, donde “Marga” se transformó en copera. Hoy algunos integrantes de su familia destacan eso. “Prostituta, de encamarse, nunca fue. Era copera, muy inteligente, muy habladora, lograba sacarles plata a los clientes. Y si alguno le gustaba, por supuesto que se iba con él”, dicen.

Registro histórico de LA CAPITAL durante la detención de Margarita Di Tullio en 1969.

En los años que siguieron conoció mucha gente y entre ellos a Guillermo Cabrera, otro hombre afincado en Mar del Plata pero que cumplía funciones en la Base Naval. Con él estaba la noche en que la detuvieron en 1969 y Cabrera debió afrontar un proceso penal que le arruinó la vida por delitos de los que no era responsable. Algo que pocos saben también es que esa pareja había tenido un hijo, un bebé entonces, que quedaba al cuidado de los padres de ella. Ese pequeño había nacido el 12 de noviembre de 1967, también llamado Guillermo, sería un amor clave en la vida de Margarita, un amor distante, perdido y recuperado.

Al salir de la casa en la que fue detenida, Margarita se cubrió su rostro, acción que fue reprochada por el fotógrafo de LA CAPITAL. Ella, tan firme y confrontativa como ya lo era, le explicó: “No me tapo por vergüenza, sino porque cuando salga tendré que regresar a las copas y esta publicidad me va a quemar”. Habría de pasar un tiempo hasta recuperar la libertad porque por los robos que cometía a mano armada junto a Oscar Pérez, un ladrón de Buenos Aires, Margarita fue condenada a 5 años de prisión el 31 de marzo de 1971. Al salir libre, el bebé Fabián Guillermo, que ya era un niño de casi 7 años, se había ido a crecer con su padre en Mendoza y luego en San Juan. Margarita no lo volvió a ver por muchos años.

Lo que vino luego

Cuando Margarita Di Tullio salió de la cárcel de Dolores se afincó nuevamente en Mar del Plata y no tardó en regresar, tal como lo había prometido, a las noches y a las copas. Su padre Antonio, hombre honesto y trabajador, le retiró el saludo. La única familia que tenía era su madre Kita y su hermana Alicia, aunque la relación entre ambas era de constantes idas y vueltas. Consagrada a una nueva vida, la de evitar los robos, buscó en los bares su lugar de confort y conoció a un hombre de trabajo llamado Horacio Triviño con quien, el 5 de julio de 1976, tuvo a Gabriel Triviño. Algunas fotos de la época la muestran a “Marga” activa en sus labores hasta avanzado el embarazo. El nacimiento no fue suficiente para mantener la relación y Margarita Di Tullio volvió a quedar “soltera”.

Margarita como copera en los ’70. Es la que viste blusa negra. Foto álbum familiar

No pasaría mucho tiempo hasta que uno de los hombres más importantes de su vida apareciera como un relámpago. A comienzos de 1977 se cruzó en su camino un marinero de barco de altura, Guillermo Schelling, que le propuso dejar la noche, que él trabajaría lo suficiente para ponerle su propio bar de tragos y chicas. Y ella aceptó. Volvió a ser madre en 1979 (nació Gustavo) y Schelling le insistió en que cuando saliera del trance de su rol de madre durante el primer tiempo, iniciarían aquel proyecto de un bar. “Neisi” le decían cariñosamente a Schelling porque, según la familia, “era negro como el monstruo del lago Ness y con esos grandes bigotes”. Y “Neisis” se habría de llamar el bar en el que “Marga” regresó a las noches, aunque recién lo haría en 1982.

Con Schelling tras la inauguración de uno de sus “bares”. Foto álbum familiar.

El primer bar que tuvo “Marga” como regente o madama ocupó uno de los locales de la Casa Francesa, en 12 de Octubre y la entonces avenida Martínez de Hoz, sobre ésta última. A la vuelta de la esquina había otros tres prostíbulos llamados Akadama, Quo Vadis y El Gran Chaparral. Di Tullio y Schelling se propusieron alguna vez ser los dueños de todo aquello y trabajaron poco a poco para conseguirlo. De hecho, al año siguiente, en 1983, mientras “Marga” daba a luz a Mauricio, se hicieron de Akadama y lo pasaron a llamar Rumba.

Más allá de sus formas algo grotescas en sus maneras de hablar, de su carácter fuerte y de su arrolladora forma de negociar con quien tuviera que hacerlo, Margarita Di Tullio era alguien muy diferente a aquella joven que 15 años atrás había sido detenida por robos. Eso sí, le quedaban la afición a las armas y siempre tenía alguna cerca de ella, por si era necesario usarla.

Continúa en la PARTE 2

La mañana de 1985 en la que tres muertes parieron a Pepita La Pistolera

Te puede interesar

Cargando...
Cargando...
Cargando...