El destacado director de teatro no le encuentra explicación al éxito que acompaña al musical, que regresó a los escenarios después de treinta años de haberse estrenado y con gran parte del elenco original. El país como tema, siempre a flor de piel en Pepito.
“Es muy impresionante lo que hemos gestado con Angel (Mahler) sin conciencia, porque cuando uno crea no tiene mucha conciencia, hace y punto”, reconoció Pepe Cibrián Campoy sobre “Drácula”, la comedia musical que estrenó en 1991 en el Luna Park y que ahora regresa a los escenarios, treinta y un años después, con gran parte del elenco original.
Cecilia Milone y Juan Rodó en los roles centrales, los mismos que la estrenaron, regresan junto a Karina Levine, la cantante que se radicó en Mar del Plata y que también fue una de las integrantes del elenco original.
En Mar del Plata se la podrá ver desde este jueves 14 al domingo 17 en el escenario del Radio City (San Luis 1750), durante Semana Santa. Y el sábado 16 realizará dos funciones: a las 19.30 y a las 22.30.
El destacado director de teatro y actor dijo a LA CAPITAL que vive esta vuelta del espectáculo con sentimientos como “la sorpresa, el agradecimiento, la alegría y el festejo”, pero no con emoción.
“La emoción fue cuando parí mi primer hijo (en alusión a la obra) en el ’91, ahora es otro tipo de emoción, pero no deja de ser subyugante, me emociona sí la gente, que después de treinta años haya gente que me diga ‘yo vine con mi hija y ahora yo soy la abuela de…’. Son generaciones que han pasado y vuelven y vuelven, hay gente que en Buenos Aires ha sacado entradas para todas las funciones”.
Por eso habla de récord y de fenómeno. “Esto que pasa no es común, es un Guinness, no hay datos en el mundo de una obra de teatro y de un musical que se haya mantenido durante treinta años y en estadios. Es muy impresionante lo que hemos gestado con Angel sin conciencia, porque uno cuando crea no tiene mucha conciencia, hace y punto y fue en un momento de mucho vértigo, de mucho tiempo rápido porque teníamos que apurarnos”.
-¿A qué atribuís este éxito sostenido?
-No lo puedo saber, porque si lo supiese hubiera hecho veinte Dráculas. Pero Drácula va más allá del éxito, fue un deseo de hacer escuela y de crear nuevas cosas. Hoy la gente está más entrenada que nosotros en el ’91. Creo que aportó al cambio teatral, vos pensá que el arte es algo que cierra las grietas: cuando vas al teatro no le preguntás al que tenés al lado si es de derecha o si es macrista o kirchnerista. Estamos todos juntos viviendo un hecho artístico que nos conmueve y que nos une. Si los políticos fueran más artistas, porque son actores malos y como son malos actores son malos magos, ves de dónde sacan al conejo y lo sacan quemado. Si fuesen hábiles en función de dar, de dar pasión, satisfacción y de entregar. Hoy nos encontramos en un escenario sin vocación. Pienso que nuestros políticos deberían tomar clases de teatro, con buenos maestros de ese teatro, eso es lo que falta.
-La sociedad de hoy no es la del ’91, hay otras miradas. En ese sentido ¿actualizaste el mensaje?
-Debe estarlo, la obra no habla de conflictos de identidad, pero sigue atrayendo a la gente joven. La sociedad está más abierta, un poco, y son los jóvenes a los que no les preocupa si sos de derecha o de izquierda, si sos trans o gay, les importa la persona. En el ’91 había una situación económica muy diferente, porque era el uno a uno, o sea que la gente tenía más acceso. Hoy en día la situación del país no es esa, es bastante dura y las entradas no son baratas porque los costos son muy grandes y nos jugamos al hacerlo igual y sin embargo se llena. En Mar del Plata se agregaron funciones. Es único.