Poesía en clave sexual, ensamblada con música en vivo a cargo del dúo "Pensé que era viernes", cerraron el ciclo "Planeta Verano" en el museo de Arte Contemporáneo (MAR). El sexo como tabú, en la época de los algoritmos, y la pérdida de la aventura de la seducción, en las palabras del escritor Pedro Mairal.
Por Natalia Prieto
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Poesía en clave sexual, ensamblada con música en vivo a cargo del dúo “Pensé que era viernes”, cerraron el ciclo “Planeta Verano” en el museo de Arte Contemporáneo (MAR). El sexo como tabú, en la época de los algoritmos, y la pérdida de la aventura de la seducción, en las palabras del escritor Pedro Mairal.
Sonetos al mejor estilo del Siglo de Oro Español, enfocados en temas sexuales y románticos, conforman el nuevo trabajo de Pedro Mairal, volumen que denominó “Pornosonetos”, ya que se trata de “sonetos porno”, se ríe y los describe como “algunos medio eróticos, otros más suavecitos, porno soft. Se podría decir que la palabra nunca es porno, hay como relaciones humanas, sexuales, es una cosa como lo que no se ve, no es porno explícito”.
El tema en cuestión abarca “ese lado como medio oculto de las condiciones humanas que siempre me interesa meterlo, ponerlo en primer plano. Es un soneto clásico, culto, que viene del Siglo de Oro Español y lo porno es supuestamente lo bajo, lo oscuro”, cuenta.
“Me interesaba cómo se cruzan esas energías -añade-, incluso verbalmente, ya que dentro de una cajita muy clásica y muy prestigiosa meto cosas muy berretas”.
El sexo es un tema recurrente en los libros de Mairal, ya sea “Una noche con Sabrina Love” o “La uruguaya”, y el autor bromea con “la idea fija”. “Me parece -explica- que en el sexo se manifiestan una cantidad de variables de la condición humana que son interesantes para la literatura, toda una especie de cosas que quedan siempre fuera de cuadro en la sexualidad. Ahí me interesa ir con la literatura”.
Virtualidad
Desde que el mundo es mundo, el sexo resulta -para algunos- un tema tabú, incluso para los más jóvenes o en la actualidad, en la era de las redes sociales.
“Tabú sigue habiendo, aún con los millennials -reconoce-, no sé si hablan mucho de sexo las nuevas generaciones. Lo veo con mis sobrinos e hija, sigue siendo muy prohibido todo. Las redes sociales se construyen metidas en tabúes, es una estructura puritana en el siglo XXI”.
En época de la “modernidad líquida”, Pedro Mairal asegura que el porno está a “un clic. No sé cómo será hoy día con las aplicaciones tipo Tinder, claramente hay disponibilidad. Cambian las relaciones humanas. En mi época tenías que bancarte hablar con el padre de la chica cuando llamabas a la casa, esa era valentía real. Había que chamuyar, trabajar”, rememora.
A su entender, con las redes sociales, el acercamiento entre sexos “facilitaron toda una parte que tenía su encanto, el vértigo de no saber si había empatía, la seducción, te la estabas jugando. Ahora hay una especie de match, un algoritmo te dice éste con éste y después ves qué hacés con eso. ¿Qué es el algoritmo ese, quién es?”, se pregunta.
Futuro
Su próximo trabajo, más que palabras, contempla a las notas musicales, ya que está escribiendo canciones después de un reencuentro con la música.
Y eso quedó plasmado en el auditorio del MAR, en la presentación de “Pornosonetos”, que estuvo marcada por la lectura de algunos de los poemas con música en vivo, junto a su amigo Rafael Otegui, con quien forma el dúo “Pensé que era viernes”.
La música estaba “como esperándome”, cuenta Mairal, ya que “tocaba la guitarra de chico pero el escritor fue ganando espacio y quedó latente la faceta musical”, hasta que hace unos años se reencontró con las notas musicales al comprarle un ukelele a su hija.
“Empecé de vuelta a componer melodías para los poemas -relata-. Es un nuevo formato”, que protagoniza junto a su amigo, con quien había coincidido en el circuito de los talleres literarios.
Así fue que “nos empezamos a mandar audios, a tocar juntos, hubo mucha química musical y hace un año estamos componiendo y tocando en distintos lugares”, en recitales que “dan mucho nervio, pero hay una cosa medio de poner de manifiesto eso en escena, generar empatía, es como un making off, estamos mostrando cómo hacemos canciones”. En cada uno de los shows, por ahora en recintos pequeños, los artistas mezclan música con poemas “tanto de Rafa (Otegui) como míos. Hay como un pie en lo literario y musical, siempre estamos en dos aguas”.
Poco a poco van grabando y aunque no piensan en formato disco, no descartan ir subiendo los materiales a Spotify.
Mairal recurre al sentido del humor para describir el reencuentro tanto con Otegui como con la música, como un volver a un viejo amor “un poco barbudo”, bromea sobre su amigo y socio creativo. “Más allá del chiste -dice sobre el trabajo en conjunto-, hay química con Rafa, son metáforas como del amor, empastaron las voces, hubo ensamble”.
Comunidad
Esta nueva etapa creativa de Mairal se diferencia del trabajo en solitario del escritor, una faceta “que a mí me cansa, esa especie de búnker que parece que cayó una bomba atómica afuera y los narradores están cada uno encerrados en su isla”, describe.
“Necesito a veces escribir solo -reconoce-, pero también necesito la creación colectiva. Creo que la literatura tiene mucho de creación colectiva, lo dice (el escritor) Fabián Casas y me gusta esa idea”.
En ese sentido, sugiere que “hay que hacer como los músicos brasileños, que tocan unos con otros, la promiscuidad creativa me estimula muchísimo. Es una dinámica propia de la poesía, medio tribales, se retroalimenta”.
“Trasladar eso a la narrativa me parece interesante -revela-. Sucedió un poco con el surgimiento de las editoriales independientes. Es otra forma de crear en conjunto, me parece que salen cosas mucho más inesperadas cuando vas por ese lado, si no quedas medio atrapado en tus obsesiones y uno no es tan amplio en su imaginario. Sumar imaginarios es mejor”.
Su premiada novela “Una noche con Sabrina Love” fue llevada al cine y puede suceder lo mismo con la exquisita “La uruguaya”, cuyo guión ya escribió. En el proyecto coinciden el actor Diego Peretti, el director Javier Beltramino y el músico Jorge Drexler, que se comprometió a componer la canción del cierre del filme.
Pero todavía falta “mucha plata” para que el esquema se transforme en celuloide, así que “vamos a ver qué pasa. El cine tiene unos tiempos que me son ajenos, tiene tantas variables que por eso no me dedico de lleno al cine”, sintetiza el autor.
Ahora Mairal está entregado por completo a “Pensé que era viernes” (están en Facebook e Instagram), la creación colectiva junto a Rafael Otegui, musicalizando los “Pornosonetos”.