En el marco del lanzamiento de "Penalistas", un ciclo de reportajes con profesionales locales del derecho, la letrada de larga trayectoria traza un análisis y opina acerca de los cambios que ha atravesado el fuero en la ciudad.
Por Bruno Verdenelli
verdenelli@lacapitalmdq.com.ar
Correspondía que fuera la primera entrevistada en “Penalistas”, el nuevo ciclo de reportajes escritos y audiovisuales de LA CAPITAL con profesionales del derecho. Pero más a causa de su trayectoria que por su condición de mujer, o de lo contrario posiblemente se ofendería. Patricia Perelló es palabra autorizada a la hora de analizar y opinar sobre los cambios que atravesó la Justicia en Mar del Plata, la provincia y el país.
En esta nota, la letrada que se hizo famosa por participar de la defensa de Carlos Monzón habla del feminismo y el machismo en Tribunales, la repercusión masiva de los casos producto del auge de las redes sociales y de los roles de la víctima y el imputado en el proceso de los debates orales.
-Más de cuatro décadas de trayectoria, se podría decir, en el fuero penal marplatense. ¿Qué ha cambiado en todos estos años, para bien y para mal?
-Es una pregunta difícil, ¿no? Digamos, sintetizar 40 años en breves minutos. Para mal ha cambiado que hoy en día se ha construido una serie de derechos de la víctima, entre comillas, sobre los escombros de la destrucción de los derechos del imputado. Es decir, hoy el imputado cada vez tiene menos derechos y es como que políticamente es mucho más correcto estar del lado de la víctima. Porque, bueno, es cierto que la gente común se identifica más con la situación de víctima que con una persona que está siendo acusada de un delito. Primero tendríamos que ver cuánto de cierta tiene esa acusación y después saber que la persona imputada tiene que tener derechos que están reconocidos a todo nivel. Yo diría como la formalidad en la Justicia. Es decir, yo no digo que los jueces deban ir con toga y con peluca, como van en los países anglosajones, pero creo que tiene que haber otra formalidad, otra autoridad por parte de los magistrados. Y a veces se cae en cuestiones más chabacanas, en cuestiones que no son verdaderamente lo que se espera de una situación tan dramática como es un proceso. En eso me parece a mí, que se ha cambiado.
-¿Y para bien?
-El juicio oral me parece una gran conquista. Me parece bueno el juicio por jurados también, que son cosas que están desde la constitución inicial de nuestro país, pero que costó mucho implementarlo y que tiene sus grandes detractores, como tiene también sus grandes admiradores. Y verdaderamente yo no veo un gran cambio positivo en la Justicia. Realmente es como que falta mucho, gente que no tiene experiencia, que por eso tal vez no tiene esa visión clara de cómo… Y como que hay una… A través del tema de la intervención de los medios, redes y todo, mucho temor. Mucho temor a hacer lo que corresponde. Y se fuerza la ley, se fuerzan las jurisprudencias, se traen a veces jurisprudencias extranjeras para tratar de forzar la ley y hacer lo que es políticamente correcto y no lo que es justo. Y eso verdaderamente me parece que genera mucho daño.
-Usted cree que hoy la ciudadanía tiende a verse reflejada mucho más, en las víctimas que en los imputados. Es decir, como que se ven en su mayoría como posibles víctimas y no como posibles imputados en un caso judicial.
-La mayoría sí. Cometen un gran error, porque yo después he atendido gente que me dice nunca me imaginé que me iba a ver en esta situación. Y sí, se ve en esta situación. Y el día que está, se calza esos zapatos, se da cuenta que el imputado tiene que tener sus derechos y que verdaderamente cada vez los tiene más recortados porque da más rédito ponerse del lado de la víctima. Entonces los jueces, por temor, por esta amenaza que tienen permanentemente de que si la resolución no es la que la víctima quiere, se le hace un pedido de jury, que es un disparate, porque ningún juez podría ser enjuiciado por el condenado, por el contenido de su sentencia, sino por un mal desempeño, pero esto es lo que debería ser y no lo que es. Entonces sí, la ciudadanía se ve mucho más reflejada en la víctima sin darse cuenta de que hay un altísimo porcentaje de personas inocentes que son enjuiciadas y muchas veces condenadas.
-En la ciudad hubo varios de esos casos.
-Bueno, en Mar del Plata de hecho tenemos un tribunal que carece de jueces en este momento, desde hace más de dos años, por un jury, ¿no? Por un jury por haber tenido la valentía de dictar una sentencia correcta y justa. Entonces, ¿qué tenemos después? Que se forzó toda una jurisprudencia y toda una construcción dogmática para lograr una condena perpetua de una persona en un caso donde los hechos, de acuerdo a todas las pericias médicas, se dicen no sucedidos. Entonces eso es lo que se logra con esta herramienta del jury, con esto de que la víctima tiene una especie de dictadura, como que tiene un lugar… La víctima tiene que tener sus derechos, pero no tiene que ser a costa de los derechos del imputado. Y creo que eso los operadores de justicia no lo consideran.
“El movimiento feminista actual es nuestro peor enemigo”
-Y usted además de haber hecho una larga trayectoria, de tener una larga trayectoria como abogada, tiene una larga trayectoria también en el ámbito de la docencia. Digo, todo este tipo de situaciones, ¿cómo se debaten en el ámbito universitario? Porque ahí es donde se forman los profesionales que después van al sector privado a ejercer la abogacía, pero también están las personas que después entran al Poder Judicial y trabajan como fiscales, como jueces, como defensores.
-A ver, yo he dado muchos años una materia que es criminología, que tiene mucho para hablarse de este tema que estamos hablando, que es una formación más grande que es para más práctica, más concreta, más real. Desde mi lugar siempre he tratado de dar esta visión, pero también es cierto que los profesionales en otros países tienen que tener dos años de ejercicio en un estudio para después poder ejercer solos. Por ejemplo, en Italia hay que hacer una pasantía de dos años en un estudio jurídico para luego poder ejercer uno por su cuenta. Acá la persona sale con el título y ya sale a ejercer. O ya sale a ser nombrado en un cargo o está desde, no sé, trabajando de empleado y termina siendo fiscal o juez. Y entonces esta falta de experiencia hace que la persona tenga este temor y este desconocimiento del que hablábamos. Y se hace muy difícil, hoy en día se hace muy, muy difícil luchar contra el desconocimiento de cómo tratar determinados temas… Por ejemplo, todo lo que son denuncias de abuso y el temor, el miedo, miedo al escrache en las redes, miedo al pedido de jury… Y con eso lo que uno logra es mucha injusticia.
-Las redes presionan.
-Cuando empecé con el primer caso de abuso, contra un docente, que fue hace 22 años el caso Melo Pacheco, no había redes sociales. Entonces fue mucho más fácil. Hasta incluso el trato con los padres denunciantes. Nosotros nos saludábamos cordialmente. El tema es que, como lo dijo Umberto Eco, las redes sociales permiten opinar a una manada de imbéciles. Hay mucha información que es importante y mucha información de gente que solo está en las redes para denostar, sin fundamentos ni nada, pero genera daño. Y no hay una legislación que impida todo esto. La pena del escrache no existe. Entonces la persona que se ve en esa situación tiene temor y trata de ir acomodando sus resoluciones a eso que el vulgo pide. Y generalmente se causan grandes daños y grandes injusticias.
La reconocida letrada analizó los cambios en la Justicia.
-De hecho, nosotros lo vemos a través de los comentarios de las notas en el diario. Usted ha recibido innumerables veces críticas y cuestionamientos. Incluso se podría decir escraches en redes sociales por defensas que ha llevado a cabo determinados imputados…
-Exactamente. A mí me corrieron por la calle, me apedrearon, me escupieron. Tuve que estar una hora escondida en una cochera junto con una colega. No es que solamente me escracharon en las redes. En todo, en los casos Gianelli, en el caso Melmann, también. Grandes actores mediáticos. Y una persona terminó condenada por incitación a la violencia colectiva. Yo sigo actuando como corresponde y tengo la valentía, y la tienen las abogadas que trabajan conmigo en el estudio, de seguir adelante los casos como corresponden. De no amedrentarnos, no amilanarnos. Porque si no, ¿sabe qué? Creo que no merece nada. Creo que no merecemos ocupar el lugar que ocupamos como operadores de justicia. Podemos hacer cualquier otra cosa. Podemos dedicarnos al derecho civil, podemos dedicarnos, no sé, a lo que fuere. Pero si uno encara un rol, tiene que encararlo y llevarlo adelante como corresponde. Si no, no es digno de ese rol.
-¿Qué ve de positivo en el movimiento feminista dentro del mundo judicial hoy? ¿Y qué ve distinto a cuando usted entró? ¿Qué les puede decir a las jóvenes?
-Yo le puedo decir a las jóvenes, como lo digo muchas veces en las prácticas procesales, los docentes de la práctica me llevan a mí porque las mujeres se preguntan si podrían ejercer el derecho penal. Y yo les digo que sí. Yo lo que les digo es que sean valientes, que sean honestas, que no traicionen jamás los intereses de su cliente, que vayan siempre con la verdad, que es lo que nosotras hacemos y lo que en mi estudio también se hace y todas las abogadas hacemos. Y verdaderamente el movimiento feminista actual es nuestro peor enemigo. O sea, nosotras, la doctora Solari en el caso de Lucía Pérez, y nosotras en casos como el de Schwartz o el de Natalia Melmann, hemos sido perseguidas más que nada por los movimientos feministas. Porque en lugar de pensar qué bueno que mujeres puedan ocupar los roles que nosotras desempeñamos, son nuestras peores enemigas, como diciendo, estas personas nos identifican a nosotras abogadas con el cliente y es como que esa persona no debería tener una defensa.
-Mujeres contra mujeres…
-A mí me han amenazado con que me iban a perseguir, que no iba a poder caminar libremente por la ciudad, un montón de cosas muy duras. Como que ustedes, por ser mujeres, tendrían que estar del lado de la mujer, sea cual sea el rol que ocupe la mujer en el proceso. Verdaderamente es inentendible. Ese sería más o menos el mensaje. A Laura Solari le dijeron ‘para vos no hay sororidad’, es decir, este sentimiento de hermandad que tenemos que tener las mujeres entre nosotras. Para ella, como era abogada, y además ella es abogada, o defensora oficial, que ni siquiera puede elegir los casos porque nosotras podemos, pero sin embargo con ella también hubo una gran persecución. Y con nosotras también la hubo. Y física, realmente. Por eso digo, una persona terminó condenada por incitación a la violencia colectiva. Entonces, a ver, yo le exijo a los jueces y a los fiscales, no más que lo que nosotras damos.
“Las redes permiten opinar a una manada de imbéciles”
-Se la cambio, ¿hay machismo en el mundo judicial? ¿La mujer sufre machismo en el mundo judicial?
-Hay machismo en la vida. Siempre hubo. A ver, a veces… Pero bueno, el ámbito judicial es… Y la realidad es que si uno se pone a pensar los cargos, quienes los ocupan, en los altos cargos en penal no hay una sola mujer. Esto es una realidad. Ingenuamente, yo soy académica del Consejo de la Magistratura de la provincia. Cuando yo empecé hace 15 años atrás a tomar examen, fui al Consejo y vi que había un montón de mujeres rindiendo. Y le pregunto a la secretaria: ‘¿Cuántas mujeres hay?’. Le digo: ‘¿Qué pasa? ¿No aprueban?”. Y me dice: ‘No, no es que no aprueben. No llegan’. No llegan porque no tienen, digamos, el camino como para poder llegar. Y la realidad es que en ese ámbito faltan mujeres. Faltan mujeres.
-Es decir que han habido avances, porque ahora sí las hay. O sea, hay mujeres ocupando más cargos que antes…
-Bueno, sí, pero por ejemplo, en la Cámara Penal no hay una mujer, en los tribunales orales no hay una mujer, hay mujeres en lo correccional, defensoras oficiales y fiscales. Punto.
– En algún que otro tribunal sí, como Mariana Iriani.
-Pero bueno… Es una jueza itinerante. No está fija. No está, en este momento no está. Entonces es un tema… Pero también con nosotras las abogadas, por ahí hay otro vínculo entre los varones con los fiscales y todo. Es distinto. Igual hay un cierto machismo. A ver, eso a mí no me ha impedido nada. Yo he ido a la cárcel y jamás nadie me faltó el respeto. Yo no creo que… A ver, también le parece que, a lo mejor, pasará a los varones muchas cosas, pero creo que hay algunas cosas como esto de corrernos y tratar de golpearnos y encerrarnos, que a los varones no se los harían. De hecho, no se lo hacen. Entonces creo que ese plus de ensañamiento lo pueden hacer porque uno es mujer y se ve en una situación como de inferioridad física, diría yo, porque es la única inferioridad. Después, intelectual o verbal o lo que fuera, de ninguna manera.
Fotos y realización audiovisual: Diego Egidio Romero.