Algunos creen que la mejor manera de hacer las compras es yendo a varios comercios, sin descartar almacenes de barrio ni supermercados. Otros optan por los mayoristas. Y algunos empiezan a sumarse a comunidades que se organizan desde la red social.
Recorrer más para conseguir los precios más convenientes. Comprar menos, o solo cuando se necesita, para gastar lo mismo que antes y no afectar las finanzas domésticas. Ir a mayoristas y a ferias comunitarias. No descartar los negocios de barrio, observar las ofertas y promociones de los supermercados sin ingenuidad y hasta formar grupos en Facebook de usuarios interesados en aprender a comprar con inteligencia.
La inflación obliga a los consumidores a salir a buscar el mejor precio. Lo sabe el Gobierno nacional, que mientras promete una disminución del alza de costos en el segundo semestre del año, en la semana lanzó la aplicación “Precios Claros” (www.preciosclaros.gob.ar) para comparar valores de los supermercados.
Como muestra un informe del observatorio de la ciudad de la universidad Fasta (ver aparte), un mismo paquete de galletitas se puede conseguir a $7 en un comercio y a $20 en otro, la misma botella de aceite que en un lugar se consigue a $11 en otro se vende por $45, y la leche puede ir de poco más de $6 a casi $19. Claro que hay grises: se puede dar con comercios que no tienen ni unos ni otros precios, sino que presentan valores intermedios.
Para María Angélica (60) hay una sola forma de enfrentar semejante dispersión: caminando. “Hay diferencias de un lado a otro, pero buscando se consiguen buenos precios. En alimentos, es notable la diferencia. Y creo que los más caros son los supermercados”, sugiere.
Claudia (28) recurre a la misma estrategia, pero se lamenta porque “lleva mucho más tiempo” que antes hacer las compras. Según cuenta, ya no puede darse el lujo de ir a un solo lugar y comprar todo lo que necesita de una vez. Ahora, algunos productos opta por comprarlos en el almacén de barrio y otros prefiere buscarlos en las góndolas de los supermercados. “Antes venías al súper y te llevabas todo”, admite al salir de una sucursal.
Están, claro, los que compran menos. “Antes llevaba tres pedazos de distintos quesos. Ahora llevo uno o dos”, reconoce Evelina (72). “Con mi marido recorremos y recorremos. A veces, en los almacenes la mercadería está más barata que en los supermercados”, agrega.
Otros optan por los mayoristas, que adaptan cada vez más sus estructuras para recibir familias. “Compramos distintas cosas y vamos acopiando. Nos alcanza para todo el mes. Eso sí: tenemos que tener la plata para hacer una compra grande”, describe Gonzalo (44) los pros y contras que él ve en los mayoristas.
“En otro lugar, con los sueldos que tenemos nosotros, no se puede comprar”, asegura Emir (51) al salir de uno de los mayoristas ubicados en avenida Champagnat.
Otras opciones elegidas en la ciudad son las ferias comunitarias y el mercado central, donde se acude en busca de mejores precios.
En conjunto
Una de las variantes para hacer menos duro el impacto al bolsillo es comprar en comunidad. Y en Facebook cada vez hay más grupos que promueven esa forma de combatir la inflación.
“Acá organizaremos salidas de compras a los supermercados mayoristas y aprovecharemos al máximo los descuentos. Podremos ir en varios autos o en uno grande y dividirnos la nafta para hacer un mayor ahorro.
Se organizaran salidas pactando fecha y hora. Se posteará en el grupo para que sea de público conocimiento”, dice Macarena Rawson Paz, impulsora del grupo “Chea 2 Cheap Go Market”, creado en Buenos Aires y que se está expandiendo en distintos puntos del país.
Allí se pueden leer, por ejemplo, tips para comprar en el súper. A saber: planificá tus comidas y tus compras con anticipación; eliminá los productos innecesarios de la lista; elegí el mejor día de la semana; andá tranquila y sin hambre; hacé que la lista de compras sea tu fiel compañera; sé flexible; resistite a las “grandes ofertas” de productos que no usás; prestá atención a las fechas de vencimiento; poné en práctica las 3 “C”: comparar, cocinar y congelar; juntate para hacer las mejores compras del mes.
Rawson Paz es muy concreta sobre las “grandes ofertas”: “Un enorme cartel te da la bienvenida a una góndola en la que se promociona un dos por uno muy tentador. Sin embargo, el producto en promoción no está en tu lista ni es algo que suelas usar. Entonces, ¿estás realmente ahorrando o estás agregando productos que no necesitás? Sí, respondiste bien: estarás malgastando tu dinero”.
También recomienda “no casarse” con una marca. “No es necesario que seas leal a un determinado producto. Si realmente querés ahorrar dinero, date la oportunidad de experimentar con productos en oferta, marcas genéricas o aprovechar los diferentes descuentos. Así, incluso, podrías descubrir un nuevo favorito”, indica.
Gran dispersión de precios en Mar del Plata
La inflación dio lugar a una “alta dispersión de precios” en Mar del Plata, por lo que pueden encontrarse productos idénticos a valores diferentes, lo que “sin duda complica la vida cotidiana”, concluye un estudio realizado por el observatorio de la ciudad de la Universidad Fasta
“A este fenómeno que se manifiesta en el aumento de precios por largos períodos se asocia la pérdida de referencia próxima e inmediata acerca del valor de los bienes. Esta situación permite la existencia de una alta dispersión de precios en un mismo mercado”, señala el informe.
El observatorio relevó la variación de precios de algunos productos de la canasta básica alimentaria (CBA) según los distintos barrios de la ciudad. Del informe surge que puede haber hasta 30 y 40% en el precio de ciertos productos de acuerdo al lugar en que se compren, y que las galletitas saladas y el aceite mezcla son los que presentan más variaciones relativas de precios en la ciudad.
Del total de alimentos que componen la CBA, el observatorio seleccionó 15 productos envasados y sus precios fueron relevados en ocho zonas. En cada una se tomaron en cuenta dos supermercados y dos despensas o almacenes. La recolección de los datos se realizó el mismo día en todas las zonas en forma simultánea para evitar posibles variaciones.
Los productos seleccionados son envasados y corresponden a primeras marcas. “Una forma de analizar la dispersión o variabilidad de los precios de un conjunto de productos cuando estos adoptan rangos de precios muy diferentes entre sí es a través del coeficiente de variación relativa. Este indicador de la dispersión hace referencia al porcentaje de variación en relación al valor del precio promedio del producto”, explica el observatorio.
“De esta manera, se puede comparar si el queso cremoso, que abarca un rango de precios entre $89 y $ 158,50 varía más o menos que el precio de la sal, cuyo rango de variación está entre $ 6,41 y $ 21,95. Si hiciéramos referencia a valores absolutos, $5 de variación en el queso no tiene el mismo impacto que el mismo importe de variación en la sal. De ahí que a los efectos de este estudio se emplee el coeficiente de variación relativa”, agrega.
Aceite y galletitas
La mayor dispersión se da en el aceite mezcla x 1.5 lt. y en las galletitas saladas x 101 gr. Luego, en la sal fina en caja x 500 gr, y en el café x 250 gr. En ninguno de los productos la variación es menor al 10%.
Al analizar sólo los precios en supermercados los resultados muestran que se mantienen los productos con mayor variabilidad pero cambia el orden: la mayor dispersión se da en el precio del aceite mezcla y luego en la sal fina en caja x 500 gr., las galletitas saladas y el café x 250 gr.
Si se limita el análisis a las despensas, se mantienen los mismos productos pero mayor variación tiene el precio de las galletitas y luego el aceite mezcla.
Al tener en cuenta la dispersión de los precios por zonas en general, se observa que en algunas, por ejemplo en Constitución, el rango mínimo-máximo es muy amplio, “y esto es así porque la variación del precio de algunos productos es muy alta, como sucede con las galletitas y el aceite”, detalla el estudio.
Los productos que tienen menor dispersión en sus precios son la mermelada de durazno, la leche descremada y el arroz en caja.
La sal fina queda incluida en la nómina de los productos con más dispersión en su precio en algunas zonas y en otras, en cambio, entre los que tienen menos dispersión.
“Producto diferenciado”
“Un mismo producto vendido en distintos espacios es un producto diferenciado en la medida en que el bien incorpora las características del establecimiento: localización, servicios ofrecidos (variedad, atención al cliente, etc.)”, señala el informe.
“Estas características pueden repercutir en los precios ya que es muy probable que existan consumidores que no se desplacen para comprar sino que lo hagan en los lugares más próximos y otros que estén dispuestos a pagar un sobreprecio por servicios adicionales”, indica.
Otra cuestión vinculada a la dispersión de precios es la información de los consumidores. “En efecto, puede existir dispersión como consecuencia de la información imperfecta acerca de la diferencia de los precios entre productos homogéneos o de costos de búsqueda aun cuando los productos sean idénticos”, asegura el estudio.