Por Eloy Gómez Raverta*
Concejales cordobeses picaron en punta en septiembre del año pasado. Los siguieron los legisladores porteños. En Rosario se frustró un intento. Y ahora, Mar del Plata y Bahía Blanca apuran los pasos. Crónica de un sainete criollo, con final todavía abierto en las cuatro latitudes, que pretende cobrar una tasa a los grupos de corredores que usen los espacios públicos para desarrollar sus actividades, en una política que podría convertirse en cabecera de playa para el desembarco de otros muchos gravámenes que, guardados bajo siete llaves, estarían bajo análisis de la alta política argenta en tiempos de vacas flacas.
Palabra más o menos, las iniciativas buscan establecer medidas de seguridad y control para las prácticas rentadas de deportes al aire libre y el cuidado de los espacios públicos, a partir de la creación de dos registros, para los grupos de entrenamiento y los personal trainers que se mueven en la costa o en los parques y plazas, mientras que queda vedado el liderazgo a profesionales de educación física acreditados, los que deberán pagar al Estado las mismas tasas que un gimnasio.
Hasta aquí, si se quiere, todo bien, o no tanto, porque la idea no cuenta con la simpatía de los deportistas y vecinos que integran esos equipos, que se multiplicaron en los últimos años al amparo de la “onda verde”.
“Quieren hacer caja con la salud de la gente”, disparan los entrenadores que resisten la polémica propuesta. Y tienen razón. La mirada proteccionista sobre los espacios públicos, no está en juego. Tampoco pasa por un tema de profundizar la vida sana. Mucho menos por cuestiones de seguridad vinculadas a la práctica de deportes sin controles médicos. Ni siquiera se consideró que va a contramano de las políticas públicas que fomentan la actividad física como puntal de la salud. No, nada de eso. Se trata de plata.
Pero lo que más preocupa, por estas horas, es la batería de nuevos gravámenes que – se asegura en fuentes altamente confiables- estarían por anunciar desde distintas estructuras del poder.
Veamos de qué se trata, por ejemplo en municipios costeros (de mar o río), a donde pretenden imponer tasas a:
– los “picaditos” en la playa;
– a los que juegan al beach vóley; a la paleta; a los que se animan a las “tocatas” playeras y al “sandboard” en los médanos;
– Frisbie en la playaa los jugadores de tejo;
– a los que nadan o barrenan olas;
– a los que lanzan “frisbees” o remontan barriletes (con una sobretasa por invasión del espacio aéreo);
– a los padres e hijos que hacen castillitos en la arena;
– a los que llevan sillitas, sombrillas o carpas a la playa;
– y a los que juntan almejas (que también estarán alcanzados por la tasa de salubridad e higiene).
De avanzar la propuesta madre (la tasa al running), se lograría una posición de vanguardia, digna del “Libro Guinness”: Argentina sería el primer país en el mundo a donde se le paga al Estado por salir a “correr”. De no creer.
* Periodista. Director de www.f5diario.com.ar