por Luis Tarullo
Los asistentes al tradicional asado estival de Luis Barrionuevo en Mar del Plata no defraudaron los pronósticos de los días previos al encuentro.
En un marco enrarecido por millares de despidos en el sector privado, una economía aún en retracción y una inflación que, aunque morigerada, sigue atacando, los sindicalistas anunciaron que empezaron a prepararse nuevamente para la batalla.
Los principales argumentos se los dio el propio gobierno, cuando decidió impulsar una pauta salarial de alrededor del 20 por ciento para 2017, en consonancia con lo que cree que va a ser la inflación de este año, y el intento de que se modifiquen los convenios colectivos de trabajo.
Inflación prevista y no inflación pasada es el paradigma que quiere imponer la administración Macri desde que llegó al poder, dejando en el olvido entonces una porción importante de salario que perderán los trabajadores y que jamás será recuperada.
Los gremialistas asistentes al ágape barrionuevista, encabezados por el triunvirato de la CGT, lanzaron entonces como primera consigna que no aceptarán una pauta del 20 por ciento para la paritaria que se viene y que es inminente, habida cuenta de que muchas ya están vencidas o en vías de ello.
Y, además, salvo casos muy específicos y en los que sean aceptados por los trabajadores y sus dirigentes, aseguraron que no aceptarán un avance masivo sobre los convenios colectivos de trabajo.
Obviamente hay otras cuestiones, muchas de ellas crónicas, para las cuales se reclaman urgentes soluciones, como la creación de empleos, el trabajo en blanco, la recuperación económica, el cese de los despidos, Ganancias, etcétera. Se escucha decir con mucha frecuencia que más allá de la devolución del dinero de las obras sociales y del placebo del Impuesto a las Ganancias, no hay otra cosa para los trabajadores formales.
Y sobre llovido…apareció el conflicto con la Asociación Bancaria, que sorpresivamente anunció un acuerdo salarial parcial para la primera parte de 2017, cercano al 20 por ciento, a cuenta del resto de la paritaria anual.
El pacto que se manejó silenciosamente con los bancos consiste, por lo que ha trascendido, en una serie de sumas fijas y un porcentaje, que complementan justamente el guarismo que el gobierno pretende que sea el de todo el año. Pero en este caso, se ha dicho, es solo parcial.
Obviamente, la administración, a través del Ministerio de Trabajo que dirige Jorge Triaca, anunció que no homologa este acuerdo y enseguida algunos sectores de los bancos se alinearon con la posición oficial sin chistar.
La Bancaria dirigida por el radical Sergio Palazzo ya se puso en guardia y tomó las lanzas para ir a la lucha nuevamente. Y hay que estar atento al resto del universo sindical, porque este gremio se ha transformado en referencia en los últimos años.
Los que no han abierto demasiado la boca aún son los docentes, pero no habrá que esperar mucho. La voz de los maestros aumentará en volumen a medida que se acerque el período del comienzo de clases.
Ya algunos gremialistas de ese ámbito han comenzado a avisar que no aceptarán el aumento del 20 por ciento, especialmente en la provincia de Buenos Aires, plataforma experimental donde María Eugenia Vidal acordó con algunos sectores de los estatales.
Así las cosas, es posible que febrero nazca con novedades y los dirigentes desempolven las armas que tiempo atrás, durante este mismo gobierno, guardaron después de blandir sin demasiada convicción. Sucede que ahora, algunos meses después, la situación es bastante distinta. Y sienten que el ánimo de sus bases también es otro.
DyN.