Es el crimen de Evaristo Néstor Cuba (41), quien murió 41 días después de haber recibido un disparo en la espalda. Tras ser herido condujo casi 5 kilómetros y recién se lo dijo a personal de Prefectura. Y agregó que lo habían atacado en la zona roja en un intento de asalto.
“Me pusieron, la concha de la lora. Me pusieron”, se escucha decir a Evaristo Néstor Cuba (41) en el audio que grabó a sus amigos de “La Banda del Médano”. Los mismos amigos que había dejado un rato antes al cumplir, como todos los viernes, el ritual del asado en el taller mecánico.
Ese mensaje por whatsapp, en el que al final logra oirse a un efectivo de Prefectura diciendo que se quedara quieto que lo que le molestaba en la espalda a Cuba era un balazo, fue enviado en la madrugada del 18 de marzo de este año. Pasaron 41 días hasta que el cuerpo de Cuba no resistió más en una cama de terapia intensiva del Hospital Interzonal.
La muerte de Cuba, un gasista y plomero del barrio Las Heras, está rodeada de tanto misterio y desconcierto que en los últimos días se publicó un pedido de recompensa para encontrar testigos que aporten alguna pista con el objetivo de esclarecerla.
Es que existen grandes dilemas. Por un lado, la víctima fue baleada en la zona roja de la ciudad, a gran distancia del trayecto que debía tomar para regresar a su casa. Pero además, después de recibir el disparo logró conducir casi 5 kilómetros hasta detenerse en un retén de Prefectura. Son dos circunstancias que no pueden justificarse en la reconstrucción del hecho que está siendo investigado por el fiscal Leandro Arévalo.
“Es un misterio, pero él no se drogaba. Si se fue para la otra punta de la ciudad, de madrugada, es porque pueden haber querido robarle la camioneta, que es bastante llamativa”, dijo su viuda, Betiana Lamas.
En la noche del 17 de marzo, como la mayoría de los viernes, Cuba dejó su casa y se dirigió, a unas diez cuadras, hasta un taller mecánico de la calle República de Cuba. Allí cenó con los amigos que tenían la misma afición que él a la velocidad y a conducir sobre médanos, y cerca de las 2.30 de la madrugada se retiró.
Lo próximo que se supo de él fue ese mensaje de audio en el que, ante un retén de Prefectura, avisaba al grupo de amigos que lo habían herido de un disparo.
Días atrás uno de los agentes de Prefectura que asistió a Cuba en la Ruta 88 prestó declaración e incluso colaboró con la causa al aportar una fotografía tomada con su teléfono celular de la herida de Cuba. Según el testigo, Cuba dijo que había sufrido un intento de robo y que le habían disparado.
A partir de la que sería la única declaración de Cuba, la única mención de lo que le podía haberle sucedido, se construyó una idea no confirmada, en especial en el entorno de sus amigos y de su familia. Esa hipótesis, que sostiene que al salir del taller mecánico fue abordado por tres personas que lo encañonaron y lo llevaron hasta la zona roja de la ciudad donde, por causas desconocidas, le dispararon, no tiene por ahora sustento probatorio.
“Se trata de un caso complejo por la escasez de información que hay para saber cómo, dónde y por qué se produjo la agresión”, explicó una fuente judicial.
Cuba usaba una camioneta Nissan Frontier acondiconada con accesorios, de color negra y con vidrios tonalizados que le dan aún hoy un aspecto llamativo. “Yo creo que lo pueden haber intentado robar y obligarlo a ir a comprar drogas, porque esa madrugada dicen que los vendedores de drogas del barrio del taller mecánico no estaban, y cuando mi marido se quiso escapar le dispararon”, insistió Lamas.
No existen cámaras de seguridad que hayan captado la camioneta de Cuba por Luro y Juncal, ya que las que funcionan para el COM (Centro de Operaciones y Monitoreo municipal) no funcionaban. Tampoco ninguno de los locales comerciales de la zona tuvieron registro alguno.
Para el fiscal Arévalo y sus colaboradores de investigación policial no se descarta ninguna hipótesis, ni aquella que es respaldada por el entorno de Cuba ni la otra que refiere el traslado voluntario de la víctima hasta la zona roja.
Lo que llamó la atención de los investigadores es que Cuba antes de detenerse frente al mayorista Yaguar, donde estaba el retén de Prefectura, ya había pasado otro control vehícular pero no había referido nada de la herida.
Padre de tres hijos de 20, 18 y 16 años, Cuba fue trasladado por los propios agentes de Prefectura hasta el Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA), donde no logró recuperarse de la gravedad de la lesión. Al cabo de 41 días, una sepsis agravó su cuadro y falleció el 27 de abril.
El ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires ofrece una recompensa pública para una suma que va de los 50.000 a los 150.000 pesos para quien pueda aportar información que permita avances en la causa.