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Ocho razones que explican el mal presente de Alvarado

Un equipo titular que no se consolida, individualidades en bajo nivel, fragilidad defensiva, liviandad ofensiva, errores que se pagan con goles, delanteros que no convierten, primeros tiempos adversos y visitas infructuosas.

Por Juan Miguel Alvarez

Ni el juego ni los resultados de Alvarado estuvieron a la altura de las expectativas generadas en la presente temporada de la Primera Nacional 2022.

El equipo marplatense se afirmó rápido en la categoría con Juan Pablo Pumpido como DT. Después del parate por el Covid, dio un paso hacia adelante con Walter Coyette y un plantel armado prácticamente de cero: en 2021 tuvo momentos de buen fútbol y realizó una campaña acorde o superior a lo previsto en relación a su presupuesto.

En el presente campeonato, la vara se puso más alta por la continuidad del proyecto (entrenador y parte de la base titular) y la llegada de varios refuerzos con pasado importante. Sin embargo, el mal arranque terminó con el ciclo de Coyette y su reemplazante, Manuel Fernández, todavía no pudo cambiar la ecuación.

Alvarado no tiene un once de memoria. Su funcionamiento colectivo no seduce ni es confiable. Las individualidades, en general, están por debajo de los niveles esperados. Es frágil e inofensivo. Otorga muchos goles por errores propios. No genera situaciones en cantidad y los delanteros tampoco convierten.

No encontró el equipo

En 23 partidos jugados, Alvarado dispuso 22 formaciones iniciales distintas. Sólo repitió en el partido ante San Telmo (1-0) y el posterior frente a Gimnasia de Mendoza (0-0). Cambios de sistema, malos rendimientos y, sobre todo, la gran cantidad de lesiones, fueron las causas que no le permitieron afirmar un equipo titular.

Visitante improductivo

Si en el José María Minella su rendimiento es irregular (18 puntos en 12 partidos), la campaña afuera de casa es decididamente mala. En esa condición sumó apenas 7 puntos en 11 presentaciones, con un triunfo, cuatro empates y seis derrotas. En la tabla general como visitante se ubica en el puesto 33 sobre 37 equipos.

La sequía de los “9”

La principal inversión en el mercado de verano estuvo puesta en el centrodelantero. Facundo Pons, el que llegó con mayor cartel, todavía no convirtió en 1.054 minutos en cancha, distribuidos en 16 partidos. El colombiano Jorge Ramos, habilitado recién desde la fecha 18 por un error administrativo del club, no anotó en 232 minutos (5 PJ). Tampoco festejó Victorio Ramis (837 minutos en 16 PJ), quien ocupó distintas posiciones en el frente de ataque. Mientras que Mauro Valiente, el que corre desde atrás en la consideración, sumó 2 goles  (642 minutos en 16 PJ).

Las primeras partes no son buenas

Alvarado es el peor equipo de los 37 que hay en el torneo en una hipotética tabla considerando lo ocurrido en los primeros tiempos. Apenas dos veces consiguió una ventaja, en doce partidos se fue al descanso con empate parcial y en los restantes nueve partió al vestuario con la obligación de revertir un resultado adverso. Convirtió sólo 4 goles en las etapas iniciales de 23 partidos (1.035 minutos).

No genera situaciones

La dificultad para abrir los partidos y la falta de gol de sus centrodelanteros son consecuencias lógicas de las escasas situaciones claras generadas. Es un equipo prolijo con la pelota, suele ganar los duelos de posesión (sobre todo de local), pero no tiene peso en el último tercio del campo por la escasa creatividad y el casi nulo desequilibrio individual. Un muestra de lo poco que incomoda es que no provocó una sola tarjeta roja en un rival. El más peligroso en el ataque es su lateral derecho, Brian Mieres -inició como suplente en varios partidos-, quien participó en 6 goles (acumula cinco asistencias, cuatro por centros).

Defensa frágil

Alvarado tiene 35 goles en contra, marca sólo superada por tres equipos: Villa Dálmine (36), San Telmo (37) -ambos con un partido jugado más- y Santamarina (39). La mayor cantidad de tantos (23) los recibió como visitante. El arma con el que más concretaron sus rivales fue la pelota parada: recibió un gol de tiro libre directo (Bordagaray, de Belgrano) y otros siete con centros procedentes de tiros de esquina o ejecuciones de faltas. También permitió seis tantos de contraataque, con una línea defensiva desguarnecida o mal posicionada.

Errores que cuestan goles

No es un pecado -como postulan algunos- salir jugando por abajo desde el campo propio para intentar generar superioridad numérica de atrás hacia adelante. Fue un estilo que adoptó con Coyette y casi nadie puso en discusión en 2021, cuando las cosas salieron bien. Ahora, como todo, la puesta en práctica merece un análisis y evaluación.

Alvarado tuvo más problemas que soluciones por este camino en el presente torneo. No desordenó defensas rivales ni generó el contexto adecuado para sus delanteros. Y, encima, sufrió varios goles por errores en zona de iniciación: un pase equívoco de Robledo hacia el centro (Tristán Suárez), una pérdida de Vella (San Martín de Tucumán), una entrega imprecisa de Pedro Fernández (Chacarita), un intento de gambeta fallido de Irazoque (Chaco For Ever), la demora de Araujo para desprenderse del balón (Chaco For Ever) y un control largo de Cháves (Almirante Brown). Obviamente, hubo muchas más salidas fallidas que, por poco, no terminaron con festejos del adversario.

Es cierto que es más difícil medir los riesgos de jugar directo. Pero, está claro, con esta forma los futbolistas tuvieron más errores que los esperados en la toma de decisiones y ejecuciones. Sus rivales lo saben y tratan de usufructuarlo.

Además, cometió otras equivocaciones que facilitaron goles rivales: un rechazo de Mattia dentro del área chica que rebotó en un compañero (Tristán Suárez), una desatención que permitió jugar rápido un tiro libre (Estudiantes de Caseros), una salida apresurada de Pedro Fernández y un mal cálculo de Mattia tras saques desde el arco largos del rival (Deportivo Riestra) y la mala posición en la marca de Ledesma y escasa resistencia posterior del propio Fernández (Villa Dálmine). Se le puede sumar un cruce a destiempo de Robledo (All Boys), aunque en este caso hubo mayor mérito del ataque rival en la concreción del gol.

Individualidades bajas

Jugadores que cumplieron una gran performance en el torneo pasado bajaron su rendimiento: Pedro Fernández y, en menor medida, Vitale.

Franco Ledesma, en cambio, mantuvo su solidez y regularidad, algo más destacable en este contexto. Cabe resaltar la importancia ofensiva de Brian Mieres dentro de un equipo que ataca mucho por bandas. El espíritu de lucha de Lamardo y Malagueño. También algunos pasajes de Ivan Molinas, afectado por las continuas lesiones, y Matías Rodríguez.  Pero con eso evidentemente no alcanza…

Alvarado no tuvo otro defensor central confiable. Ni mediocampistas creativos o por bandas capaces de imponerse por asociación o gambeta.  Ningún jugador ofensivo se ganó el puesto.

El equipo marplatense no encontró reemplazantes para algunos de los jugadores que partieron.  Trajo a Pons y Jorge Ramos, pero extraña los goles de Cadenazzi. Sumó a Fabián Sánchez, Emanuel Del Bianco y ahora a Nicolás Ihitz (de buena presentación), pero debió recurrir a Irazoque para jugar de “3” y, por características, lógicamente no consiguió la profundidad que le daba Darío Cáceres por ese carril. Incorporó varios mediocampistas, pero ninguno le dio el volumen de juego que aportaba Sebastián Jaurena.

En lo colectivo, la actuación ante Güemes fue la más completa del torneo. Quizá, el mejor espejo donde mirarse. Contra Belgrano tuvo la virtud reducir al rival más poderoso de la categoría, pero que llegó a Mar del Plata sin Vegetti, su hombre gol. También se recuerda aquella “revolución” en el partido contra San Martín de Tucumán a partir de los ingresos de Molinas y Mieres. La entrega encomiable con dos jugadores menos en el complemento con Defensores de Belgrano. Y el oportunismo para golpear frente a Atlanta.

Pero, sin duda, la temporada de Alvarado (con un tercio por delante) tiene mucho más en el debe. Si bien el balance completo se realizará al final, hoy necesita señales urgentes para ilusionar con un futuro más promisorio.

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