Análisis político // Por Gerardo Gómez Muñoz
Muy abiertamente la gobernadora María Eugenia Vidal ratificó su decisión de seguir apoyando a Mar del Plata y con ello al intendente Carlos Arroyo. Ello quedó claro a través de sus explícitas declaraciones. Después todo quedó librado -porque no hubo testigos-, a la libre imaginación de algunos o a la posibilidad de otros de llegar al meollo de la cuestión, que estará al paladar de algún confidente oficioso del entorno oficial. Pero en claro está que no hubo vocero oficial u oficioso que revelase algún detalle de la reunión secreta de Vidal y Arroyo por espacio de casi una hora. En primer lugar y previo a ella ya hubo una clara distinción, que hablaba de la rigurosidad acerca del sigilo del temario. Nadie más que ellos dos fueron parte del encuentro ultrarreservado, así se llamasen Vilma Baragiola, Alejandro Vicente, Gustavo Schroeder o como sea, los defraudados de siempre porque nunca -y con razón-, fueron considerados dignos de los secretos del más alto nivel. La conversación muy dura como de costumbre fue beneficiosa porque el jefe comunal salió convencido de que hay que cambiar algunas cosas y de no poca monta. Austeridad, administración y gestión habrían sido los patrones de la concepción oficial sobre el modo de gobernar Mar del Plata. En lo concreto y como lo reveló ante la prensa María Eugenia, el apoyo de su gobierno seguirá como hasta ahora, por lo menos hasta fin de año, aunque ello no signifique el dinero para pagar puntualmente los sueldos. Pero ni siquiera se sabe cómo se hará para abonar el medio aguinaldo y ni pensar en el reajuste de salarios y de reapertura de paritarias. Se habría hablado también de lo que viene barruntando y no concretando Arroyo, de bonos, préstamos y otros atajos para salir del atolladero. Todo en clave de alta crisis, tanto que los estudiosos hablan de un exceso de tres mil agentes en la plantilla municipal, que harían inviable la administración gubernamental. Dos terribles sustantivos habrían menudeado en el “tú a tú” de Chapadmalal: ajuste y supervivencia.
Se habría hablado también de datos volátiles, pero contundentes de ciertas encuestas que obligarían a pensar seriamente en cambiar algunos modos y estilos de gobernar, porque al fin y al cabo el soberano es el pueblo que se expresa. Tampoco se conoció si en la secreta charla se habló de personajes como Volponi, Blanco, Rojas y otros que siendo del PRO no parecen estar apoyando al frágil Arroyo aportando sus propios desaguisados. Tampoco trascendió si hubo alusión al malón radical que, con Baragiola, Vicente, Maiorano, Coria por momentos parecen estar alerta para invadir con la bandera rojiblanca y no con los globos amarillos que son hoy por hoy el emblema.
Nada se sabe tampoco de la evaluación Agrupación Atlántica de anodina actuación, pero de activa participación en uno de los incidentes en la institucionalidad municipal porque allí se engendra el conflicto interno más grave para Arroyo a partir de la fuga hacia algún incierto destino del presidente del Concejo Deliberante, Guillermo Saenz Saralegui, y desde arriba siempre se habla de necesidades de cambio.
Peronismo henchido de “octubridad”
Primero fueron los grupos que se alinean, especialmente, en la Mesa Kirchnerista y en la Hora de los Pueblos los que prometían un “octubre, el mes más peronista”, distinto, que se iniciaría con un “cabildo abierto de la militancia”. Pero primereó, aunque mostrando que estaba en la misma línea, Fernanda Raverta con la presentación de Axel Kicillof. Y fue un prólogo a toda orquesta en un teatro que con sus mil y pico de butacas, pasillos, hall y rincones quedó absolutamente chico hasta extenderse a la calle y la veredas de enfrente para albergar a dos mil quinientos militantes que deliraron, literalmente, con la presencia y el mensaje encendido del ahora diputado nacional.
Raverta que “no se la creyó” por haber llegado a la banca y sigue funcionando a la vez como militante, timbreó, llamó por teléfono y conectó personalmente a los referentes de todas las líneas internas partidarias. Sin ausencias concurrieron con sus banderas identificatorias y no molestaron la visual porque sus estandartes ubicados en las barandas de los palcos, no molestaron. Numerosos dirigentes tuvieron sus sillas en el escenario rodeando al disertante, honra que pocas veces se le otorga a los sufridos referentes. Peronistas de los más diversos, pero en armonía y considerados personalmente. Fue un gesto que no pasó desapercibido y fue asumido como una nueva manera de comportarse por parte de aquellos que suelen tomar una representación no como un servicio sino una condecoración personal a la que se debe rendir pleitesía. Todo a la altura de la simplicidad y carisma del ex ministro de Economía, tal vez el primero de la historia argentina que es ovacionado por la gente al cabo de casi un año de haberse ido del cargo.
El cabildo del sábado
Fue otra cabal demostración de que el peronismo se ha puesto de pie, absorbió la derrota y está parado y dispuesto a cambiar. La convocatoria fue horizontal y pese al protagonismo escénico del periodista militante Juan Manuel Rapacioli suman muchos dirigentes y referentes de otras tantas agrupaciones que quieren ser protagonistas. La reunión se llevó a cabo en la sede de la mutual de municipales con centenares de participantes provenientes de líneas políticas, sindicales, vecinales y de entidades vecinales. También se advirtió la presencia del presidente del PJ Pablo Vacante que, pese a que el reclamo es por la renovación partidaria a través de elecciones y de la democratización de las representaciones aportó, como lo viene haciendo su criterio coincidente pese a que sus demás compañeros del desaparecido “trío de referentes”, ni se sabe dónde están, ni qué quieren -tal vez aparezcan previo a las elecciones-, sigue dando la cara. La resolución tras rico debate no fue tan explícita como lo venían siendo las reuniones semanales y no hizo hincapié en elección interna, fue clara en la necesidad de seguir ampliando la horizontalidad democrática. Y en la ratificación de bases iniciales del peronismo histórico, como “las veinte verdades” y los tres fundamentos doctrinarios basados en “soberanía política, independencia económica y justicia social”. De todas maneras la movida se renovará semana a semana y en distintas sedes de las diversas agrupaciones para seguir avanzando y concretando reclamos.
El aquelarre radical.
Parecería que, al menos en estos comienzos preelectorales los afiliados a la UCR no se pronuncian por la buena onda correligionaria, por el contrario, empiezan a advertirse gestos nada amistosos entre los seguidores de las dos listas que confrontarán a fin de mes por el comité local. Maxi Abad se lleva la mayoría de los dichos descomedidos por decir poco y de las miradas torvas de los adversarios, al mismo tiempo que Baragiola y Maiorano acaparan los difterios de la otra lista. Esta con mayor capacidad organizativa y conductiva ya hizo una reunión en la sede partidaria diciendo, sobradores, que “es para ir ambientándose a la sede donde se ubicará el triunfador”. Se los vio a Verónica Hourquevie, Mario Rodríguez, Sebastián Puglisi, Tato Serebrinsky. Seguramente más adelante aportará cuando hagan falta ideas para la campaña un figura respetada partidariamente por sus antecedentes, Oscar Pagni que es candidato a convencional en primer término. Estos movimientos son mirados con atención por el gobierno municipal donde algunos creen en la supuesta devoción y lealtad de Vilma, mientras otros desconfían de sus atropellos y de sus apetencias por la “sucesión municipal”. Sus creyentes tratan de disminuir esa contra apuntando a que la lista contraria va ser más difícil de tratar por la presencia de Tato Serebrinsky, crítico incansable del gobierno municipal. Pero nadie puede dudar que la manija será de Abad, representante en la provincia del pope radical Ernesto Sanz, puente inevitable para llegar a Macri. Además el legislador provincial por las suyas tiene frecuente acceso a la gobernadora de la provincia.