Gastronomía

“No es lo mismo un vino un día o después, tampoco lo somos las personas”

En "Oro en los viñedos", Laura Catena reúne historias ilustradas que dan cuenta de los orígenes del viñedo, sus curiosidades, y aspectos técnicos sobre los terroir, el suelo o el clima.

Detrás de un buen vino, se dice, siempre hay una historia, eso lo supo Laura Catena, bióloga y directora de la bodega familiar, cuando decidió recolectar las leyendas que atesoran las bodegas más importantes del mundo en su nuevo libro “Oro en los viñedos”, donde revela los secretos que hacen al linaje de las mejores etiquetas.

De tapa dura, elegante como los vinos de las bodegas más prestigiosas de Francia, España, Australia, Italia o Argentina, el libro “Oro en los viñedos” reúne una docena de historias ilustradas que dan cuenta de los orígenes del viñedo, sus curiosidades -en un caso, una botella vendida por 160.000 dólares- y aspectos técnicos sobre los terroir, el suelo o el clima.

Es una combinación, como el vino: una mezcla de arte, ciencia e historia“, dice a Télam sobre la publicación editada por Catapulta Laura Catena, médica, bióloga y directora de las bodegas Catena Zapata de la familia y Luca la suya propia, nombrada por la revista The Oprah como una de las principales mujeres del mundo del vino.

El libro incorpora las historias de los viñedos Chateau Lafite Rothschild, “el primero de los primeros”, como llama Catena a esa empresa vitivinícola cuyas tierras tuvieron una breve confiscación durante el Tercer Reich con los de Romanée-Conti, bodega también francesa, y en representación de América del Sur, el viñedo Adrianna de Catena Zapata, ubicado a 1.500 metros de altura sobre la montaña mendocina.

– ¿A qué remite ese “oro” en los viñedos del título?

– Para mí buscar un lugar único es parecido a buscar oro, pero después encontrarlo tiene mucho que ver con la suerte, más allá de la ciencia. Y hasta que encontrás tenés que probar mucho y no darte por vencido, para mí ese proceso es muy parecido al de buscar oro. Tenés que estar dispuesto a probar en diferente zonas, parcelas, suelos, tener paciencia, hasta que el oro lo encontrás. O no, porque hay gente que nunca lo encuentra.

– ¿Algo de esa búsqueda se vincula con la idea presente en el libro sobre las bodegas como empresas fundamentalmente familiares, de transmisión de saberes de generación en generación?

– Yo realmente creo que una familia tiene más probabilidades de producir un gran vino que una no familia porque parte del aprendizaje del vino es la prueba y error que se pasa de generación a generación. Posiblemente el oro en el viñedo no lo encuentre la primera generación pero sí la cuarta o la quinta, los Antinori muestran el mejor caso: 26 generaciones.

Las familias son muy buenas en mantener tradiciones y transmitir saberes, y eso se presta al vino. Y una vez que uno encuentra el oro, hay que preservarlo. Una empresa no familiar siempre está tratando de hacer cosas nuevas, de cambiar, mientras que los viñedos no necesitan cambios sino preservación.

– Un repaso histórico por los orígenes de estas empresas muestra la iniciativa de personas que en muchos casos arriesgan todo por el viñedo ¿crees que ese elemento afectivo explica un poco ese riesgo casi pasional?

– Sí, están dispuestos a perderlo todo. En la vida muchas veces para que pasen cosas muy buenas también te tienen que pasar cosas muy malas y no darte por vencido nunca. Cuando una empresa empieza a perder plata se da por vencida, en cambio, una familia aguanta mucho más.

– También rescatás mucho el rol de las mujeres ¿por qué?

– Fue una decisión, cuando empecé con este proyecto quería hacer un libro donde se hablara de las mujeres en las bodegas porque son muchas, yo misma estoy siempre en contacto. Pero después de escribir este libro me sorprendí porque conocí historias como la de Josephine de Sauvage d’ Yquem que se salvó de la guillotina en 1793 y fue ella la que después de la muerte se ocupó de los viñedos y creó todo el mito de Yquem. Tuve un montón de sorpresas de mujeres desconocidas y el libro finalmente quedó como una historia dividida de mujeres y hombres cuando en realidad siempre se piensa en la historia del vino como masculina.

– ¿Por qué elegiste estos viñedos?

– Son bodegas que yo conozco mucho, que estudie e investigué. Y las elegí porque son las mejores de sus países. En muchos casos, conocía a las personas que las hacen pero no conocía a fondo, en detalle, sus historias. Quise indagar en ellas más allá de la etiqueta “fundado en tal año” y descubrí historias fascinantes, de amores, traiciones y tragedias.

Detrás de los triunfos, de haber encontrado el oro, hubo historias con mucho sufrimiento, como la familia Henschke que el hombre salió para Australia con la mujer y sus tres hijos y sólo llegó con dos hijos. Yo creo que este lugar de sufrimiento, debe haber salido la energía para haber encontrado el viñedo.

– ¿A qué te referís con que el vino hace historia?

– Si tomás un vino producido en la guerra puede ser muy malo y es lógico porque a veces se han apresurado las cosechas o el caso Bordeaux que tuvieron que cosechar antes de la llegada de los alemanes, cuando no los camuflaron, y lograron vinos muy longevos. No es lo mismo un vino un día o después, como tampoco lo somos las personas.

– ¿Esa es la famosa expresión de la sabiduría del vino?

– No hay una botella igual que otra, entonces el vino realmente cuenta la historia de un momento en el mundo, de un lugar preciso. El vino nos cuenta la historia de la humanidad porque hace 6.000 años que lo producimos y no hay ningún otro comestible que cambie, se mantenga y nos hable así de la historia.

Contacto: gastronomia@lacapitalmdq.com.ar

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