Cultura

NN

por Luciana Balanesi

“Si usted se la encuentra por la calle, cruce rápidamente a la otra vereda y apriete el paso: es una mujer peligrosa”. Angélica Gorodischer.

Mirta cose las papas de las medias. Marta hace guisos contundentes. Verónica acompaña a sus hijos a la parada del colectivo. Flora trabaja de enfermera a domicilio. Cecilia ceba los mates más espumosos de la familia pero jamás tomó mate. Mónica encera los pisos los lunes, Julia desinfecta el patio los martes. Amalia, que es costurera, levanta ruedos y demás menesteres familiares sólo los miércoles, Clara fríe milanesas los jueves, Romina rellena empanadas los viernes, María, que trabaja en una oficina de administración pública, limpia los vidrios los sábados y los domingos hace ravioles con estofado. Para todas, los lunes la ronda vuelve a empezar.

A estas actividades le suman las de todos los días: se levantan temprano y preparan el desayuno que nadie más prepara, acompañan a sus hijos a sus obligaciones, vuelven, llevan los mates a la cama a sus respectivos maridos, lavan y ordenan los cacharros de la mañana, ponen el lavarropas, preparan el almuerzo, hacen las camas, repasan el baño, van a cuidar dos horas a la vecina del sexto C, destienden la ropa seca, tienden la ropa recién lavada y perfumada, ponen la mesa, van a la parada a esperar que vuelvan los chicos, almuerzan, lavan los platos, limpian la cocina, planchan al ritmo de los chismes televisivos y las peleas entre hermanos, ayudan a uno con un mapa a la otra con un resumen, salen a hacer los mandados y, de pasada, pagan los servicios, preparan la merienda, firman cuadernos de comunicaciones, llevan al más chiquito a la guardia porque levantó fiebre, lavan otra vez las tazas, guardan la ropa planchada, tienden las toallas del baño, preparan la cena, ponen la mesa, sirven el vermouth al marido que, “cansado”, llega de trabajar “todo el santo día”, cenan, lavan los platos, limpian la cocina, besan con deseos de buenas noches a los chicos, y le dan cuerda al reloj que si ellas no lo escuchan, no se levanta nadie en casa. Toda esta repetición mecánica y automatizada, claro, intentando no perderse a ellas mismas…

(*): lucianabalanesi@gmail.com

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