El productor artístico Fernando Moya describió su experiencia en relación a las nuevas propuestas tecnológicas de comercialización de obras autorales.
Por Agustín Argento
En los últimos años se ha puesto en boga la compra/venta de criptomonedas y esto llevó a popularizar el concepto del blockchain o cadena de bloques, tecnología que de manera incipiente ha comenzado a desarrollarse en Argentina y convocado a artistas para una futura plataforma para sus proyectos.
“Es un tema que de a ratos parece simple, pero mientras más te metes, descubrís la profundidad de la cuestión y también que posiblemente exceda a la burbuja de la que todos hablan”, señaló a Télam Fernando Moya, productor y manager de artistas como Charly García, Calamaro, Divididos, Mercedes Sosa y Fito Páez, y que participó de esta convocatoria en la que se inscribieron 70 artistas.
La búsqueda apuntaba a músicos, performers, diseñadores de moda y artistas digitales argentinos, un universo tan amplio como posibilidades entrega esta nueva tecnología.
Al igual que en las criptomonedas, el NFT (Non Fungible Token o Token No Fungible) utiliza la cadena de bloques para verificar la validez de un activo: Cuando uno compra un Bitcoin, el sistema de cadena de bloques verifica que ese Bitcoin no sea falso por medio de “una cadena” que llega hasta el origen mismo de ese Bitcoin. Es como si cada vez que uno saca un billete de 500 pesos del banco, existiera un sistema que sigue la cadena de ese billete hasta validar que fue impreso en la Casa de la Moneda.
En el caso de las obras artísticas, sucede lo mismo con los NFT. Uno puede comprar una canción, una película o una obra de arte digital (este es el mercado donde más prolifera) y por medio de la cadena de bloques se verifica que no sea falsa la compra. La diferencia con las criptomonedas es que este token no es divisible y es único e irrepetible, tanto en su valor como en su concepción.
“Pareciera haber una gran oportunidad para todos. Para los músicos emergentes por ejemplo, la tecnología les permitiría crecer a una velocidad enorme encontrando su nicho y teniendo control sobre sus obras. Y a los consagrados los podría acercar aún más a sus fans con acciones de fidelización. Las oportunidades parecen ser grandes para ambos, pero hay que involucrarse, hay mucho por entender y descubrir todavía”, señaló Moya.
– Con toda tu experiencia, ¿qué pensaste cuando escuchaste hablar sobre NFT?
– Todos estamos aprendiendo todavía. Es un ida y vuelta permanente, pero así es como surgen algunas de las mejores cosas, involucrándote, viendo que hay algo importante apareciendo y decidiendo meterte sin tener muy asegurados los resultados. Creo que en algún momento entendimos que vale el esfuerzo y vamos por eso.
– A simple vista, pareciera que es más útil para artistas visuales que para músicos…
– En este momento hay una clara demanda de contenidos de artistas visuales que supera a cualquier otra, pero creo que hay que ser creativos y buscarle la vuelta a los contenidos audiovisuales. Cuando surgió MTV vino a ser una gran vidriera donde además de escuchar, la audiencia podía ver a sus artistas favoritos. Esto acercó a los músicos con sus fans y ayudó en la comercialización de sus obras. Hoy estamos viviendo un poco la evolución de eso, donde además hay un ida y vuelta casi instantáneo con la audiencia que hoy tiene participación y puede decidir sobre los contenidos. Imaginate que ya estamos presenciando casos de plataformas donde los fans tienen una participación en los ingresos de las reproducciones de sus artistas. A esas posibilidades hay que darles más visibilidad y acercarlas a todos.
– Esta nueva tecnología permite controlar la cadena de la versión original. ¿Qué pasa con las copias y la piratería?
– Hay varios grises al respecto todavía porque hay muchas cuestiones propias de cada plataforma que son diferentes entre sí. Algunas te permiten vender tus obras solo pagando un costo inicial, otras solo admiten obras mediante invitación y algunas se basan en una curaduría que supone que se chequea la originalidad de la pieza. De todas maneras, lo bueno de la tecnología es que viene a certificar la propiedad y autenticidad de las obras de una manera que supone ser muy segura. Hay una huella aparentemente imborrable que queda certificando fecha y hora de lo que se pone a la venta.
– ¿Cómo va a ser este nuevo espacio en el que se está trabajando?
– Todavía estamos pensando los próximos pasos. En principio, lanzamos una convocatoria para a ser parte de nuestro proceso, desarrollando juntos una obra colaborativa para entender mejor lo que implica meterse en la tecnología. También gracias a esto, se propone la creación de un contrato inteligente que ofrecería regalías sobre la venta de la pieza en una de estas nuevas plataformas para cada miembro del equipo.
– ¿Le puede caber la palabra “revolución”?
– Pareciera ser un cambio importante en el rol que nos toca a todos. En el ecosistema crypto se está hablando de la cuarta revolución y se la compara con el nacimiento de la web. Nosotros estamos dispuestos a abrir el juego y ampliar el campo de acción de los artistas mientras descubrimos más posibilidades en equipo. Algunos hablan del fin de los intermediarios y eso nos parece tan extremo como cuando se habla del fin de la radio porque llegaba la televisión o el fin del cine porque llegaba Netflix. La realidad es que ninguno desapareció, todos se reinventaron y comenzaron a ocupar otros espacios. Hay lugar para todos, lo importante es dar el primer paso, que es involucrarse.
– ¿Cómo les fue en esta primera convocatoria?
– Está resultando una experiencia muy interesante, no tanto por el volumen como por la calidad de los trabajos de los participantes. Recibimos cerca de 70 perfiles en 4 días de convocatoria, algunos de artistas que ya están trabajando en el medio, pero la curiosidad los llevó a inscribirse. El anuncio invitaba a los artistas a enviar sus perfiles sin ninguna consigna, sin explicar demasiado, la idea es descubrir más del criptoarte en equipo, sus pro, contras y ver hacia dónde nos lleva esta experiencia.
Télam.