Ideó un libro basado en su experiencia en la educación, en el que propone profundizar sobre temas concretos que preocupan a los grandes.
La educadora y escritora marplatense Mónica López presentará este viernes su nuevo libro, “El niño ombligo”, un texto que nació de su propia experiencia en el terreno educativo.
“Las dificultades que muchas veces se observan en el aprendizaje son el resultado de la manera en que vivimos”, dijo a LA CAPITAL, antes de la presentación, que se realizará el 7 a las 19 en Villa Victoria (Matheu 1851).
López observó “el apego a la tecnología, la falta de tiempo libre de los chicos, la torpeza de las manos, el desconocimiento de los tiempos de la naturaleza”. Y en charlas que mantuvo con padres, madres, niños y niñas advirtió que “había mucho interés en conocer más y como educadora tenía algo para decir”, indicó.
“Cuando comencé a escribir sobre estos temas elegí trabajar con textos breves, en fragmentos, poniendo de relieve, dando importancia a temas puntuales. Así nació mi página de Facebook sobre educación. Allí comparto autores que valoro y escribo mis textos. De estas experiencias nació El niño ombligo”, agregó.
– ¿De qué manera estimular a los niños y a las niñas frente a la demanda tecnológica y frente a todas las propuestas consumistas que emanan de la tele y de otras plataformas?
– Creo que no debería haber un método con un resultado preestablecido, una receta rígida, creo en las experiencias anfibias, con un pie adentro y un pie afuera. Tener un hijo nos interpela, nos obliga a reflexionar. Por ejemplo, un paso importante sería que los padres diferencien querer de necesitar. Querer es un verbo del consumo, implica una satisfacción inmediata, la exige. Pero necesitar es un verbo de la crianza, nos marca lo que debemos dar a nuestros hijos. Y los chicos necesitan tiempo, se enriquecen sin adiestramientos prematuros, en un hogar donde la música, el baile, los dibujos, los deportes y los libros estén allí, ocupando un lugar importante. El papel de los adultos es proveer los materiales para que explore sin juicios ni presiones. Ya se verá luego qué le gusta más. Una educación de la sensibilidad los protegerá de la pobreza de los vínculos.
– Es un libro dirigido a los padres, a las madres, a maestras ¿por qué?
– Porque tenemos que reflexionar entre todos acerca de cómo llegamos a este punto de falta de libertades de los niños. No debemos dejar la voz solo a los especialistas. Porque toda vida es una búsqueda y un testimonio y más allá de las estadísticas puedo hablar con libertad sobre el campo de la educación que habito desde hace muchísimos años.
– ¿Sigue siendo la infancia el momento para apuntalar la potencialidad de cada niño o niña?
– La infancia no es un campo de entrenamiento para la vida adulta. Es un momento único en el que se desarrollan el respeto, los límites, el entendimiento de los valores y se despliegan y experimentan hipótesis de cómo funcionan las cosas. La importancia del juego es fundamental, allí se expresan libres. Por supuesto, los padres deseamos que nuestros hijos desarrollen sus potencialidades, pero las urgencias y las presiones tempranas no parece ser un buen camino.