El arquitecto Michael Reynolds, ideólogo de la primera escuela sostenible del país, elogió el esfuerzo y el compromiso tanto del municipio como el de la comunidad latinoamericana toda.
A poco más de veinte días de comenzada la obra, la primera escuela sustentable del país toma forma a la vera del camping municipal de Mar Chiquita, custodiada y levantada por un grupo de 160 hombres y mujeres, muchos de los cuales ya han participado o participan de la Academia Earthship (Estados Unidos), el espacio liderado por el reconocido arquitecto estadounidense especializado en bio-construcción, Michael Reynolds, que ofrece la enseñanza de técnicas constructivas sustentables. Terminan de conformar al equipo los integrantes de la ONG uruguaya Tagma y la local, Amartya.
La magnitud del proyecto no reside únicamente en su tamaño físico sino en el impacto que éste tendrá en la localidad bonaerense y, casi por un efecto contagio, en toda la región y el país.
Una prueba de que esa “semilla” podrá germinar en otros lugares del mapa se cree con tan solo poner un pie en el predio y escuchar los idiomas que allí conviven. Un italiano, un iraní y un canadiense trabajan codo a codo con argentinos, uruguayos y chilenos. Entre tareas un mendocino cuenta su experiencia al resto del equipo: viajó a dedo para llegar a Mar Chiquita. Tardó una semana.
Esas y otras conversaciones tienen lugar mientras dedican cada minuto de la jornada laboral al levantamiento de la que, a mediados de abril, será la Escuela Primaria N°12 del municipio. El trabajo solo es interrumpido cuando los “embajadores” de la obra tienen que cambiar turno con aquellos que se encontraban “cursando” las clases teóricas y, claro, cuando el almuerzo está listo.
Sin embargo la dinámica del grupo se vio levemente interrumpida este jueves cuando, invitados por la organización, LA CAPITAL, junto a otros medios nacionales e internacionales, recorrió el proyecto y tuvo la posibilidad de dialogar con algunos de los coordinadores y la cabeza del nuevo paradigma, Reynolds.
Un “rebelde” desafiando lo establecido
Reynolds es un convencido de que la construcción sustentable es el camino a seguir, idea que lo ha convertido con el correr de los años en un referente en la materia y un profesional considerado por muchos como un “visionario”. Algunos también lo catalogan un “rebelde” por desafiar lo establecido y promover una modalidad de construcción que escapa a lo tradicional y pone el foco en la “autosuficiencia” y la convivencia con el medio ambiente.
Tal fue su compromiso que se encargó de llevar adelante diferentes iniciativas alrededor del mundo – realizó una vivienda autosustentable en Ushuaia y la primera escuela de América Latina, en Jaureguiberry (Uruguay)- para demostrar que es posible construir un edificio completamente con materiales reciclados, con capacidad de calefaccionarse y refrigerarse a través de energía eólica y solar, además de reutilizar el agua de la lluvia y hasta de reciclar sus propios residuos.
“Esto definitivamente está convirtiéndose en realidad. Cuando hablas de algo y lo imaginas, estás al principio de algo, pero esto ya no es una idea, es real y ya está acá en Mar Chiquita, cambiando a la propia sociedad”.
Es que Reynolds no puede dejar de destacar que este tipo de proyectos encuentran su punto más importante en la comunidad y como ésta se relaciona con el mismo. Por eso le resulta inevitable destacar la actitud que percibió en los vecinos de la localidad del sur de la provincia de Buenos Aires y, también, de toda Latinoamérica.
“Que una comunidad pueda salir de lo tradicional es algo valiente y estoy sorprendido con esta comunidad que está haciendo sus primeros pasos en esta dirección y podría inspirar a que otras comunidades los sigan”, señaló, en una improvisada rueda de prensa realizada en el lugar.
Para el reconocido arquitecto, el apoyo que el equipo tuvo tanto del Gobierno como el resto de la comunidad marca una diferencia primordial entre el proyecto nacional y el llevado adelante en Uruguay.
“La comunidad aquí está mucho más involucrada que en Uruguay, y eso es bueno. Ellos están construyendo con nosotros esta escuela, aportando equipamiento y esfuerzo, así que eso definitivamente es algo que queremos seguir viendo en futuras escuelas”, aseguró.
También reconoció que contar con un antecedente “positivo y real”, ayudó a conseguir un mayor nivel de compromiso y confianza de terceros. “Como todo lo que se hace una y otra vez, uno va mejorando y nosotros sentimos que todo el proceso de hacer estas escuelas es un proceso de crecimiento y de desarrollo constante”, aseguró.
Legislar y evolucionar
Siguiendo la idea de crecimiento, Reynolds puso el foco en la necesidad de que las regulaciones en materia de construcción acompañen una modalidad que podría convertirse en una tendencia en los próximos años.
“Las regulaciones que encontramos se basan en construcciones tradicionales y la bioconstrucción no forma parte de esa categoría, no tenemos ni el lenguaje correcto para definir algunas de las cosas que hacemos. Si continuamos viviendo nuestras vidas en función de estas regulaciones, no vamos a poder evolucionar, por eso creo que estas escuelas van a ayudar a que eso ocurra”, responde ante la consulta de LA CAPITAL.
Según su visión, la construcción de una escuela generará un impacto que repercutirá, tarde o temprano, en la redacción de las legislaciones vigentes.
“Yo creo que un proyecto de estas características ayudará a la evolución de las normativas legales porque las actuales no necesariamente se adecuan a muchas de las cosas que se están impulsando en estos tiempos”, señaló.
Y agregó: “Hay algunos países que están hablando de esto, pero cuando construís una escuela para chicos eso es lo más poderoso que podes llegar a hacer para causar un impacto. Es mucho más poderoso que construir la casa particular de alguien”, señaló.
La bio-construcción
La bio-construcción está orientada a favorecer a frenar las consecuencias por el cambio climático. De hecho, Reynolds destaca las acciones que desde el municipio de Mar Chiquita está llevando adelante, como del compromiso de América Latina en su conjunto.
“Esto puede guiar a la gente, porque todo el mundo habla del cambio climático, pero nadie sabe qué hacer al respecto. Gastan muchísimo dinero haciendo esto o aquello, y realmente solo se trata de que cada individuo cambie algo de su vida”, señaló.
“Esta escuela podrá enseñarle a los niños cómo hacerlo y ellos, a su vez, se los transmitirán a sus padres. No hay que hacer un cambio masivo, sólo hay que cambiar la forma que vivimos. ¿Y cómo hacemos eso? obteniendo agua del cielo, confort del sol, construyendo un edificio con características particulares y empoderando a las personas para que hagan estas cosas por ellos mismos porque es un camino que muestra a la gente cuál podría ser el próximo paso, en lugar de hablar sobre el tema una y otra vez”, siguió.
Para el especialista, la realidad es clara: “Hay reuniones en miles de ciudades del mundo, pero nadie hace nada. En cambio Mar Chiquita ya hizo algo, hizo una escuela y eso ya es mucho más”.