La presidente del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Susana Mirassou, aseguró que la pandemia de coronavirus “puso de manifiesto el carácter esencial de la producción de alimentos”.
“La investigación y el desarrollo de la tecnología, la innovación tecnológica, son el eje central de los aportes que el INTA puede seguir haciendo”, subrayó Mirassou en diálogo con la agencia Télam.
– ¿Qué significa ser la primera mujer al frente de la institución?
Susana Mirassou: Ser la primera presidenta mujer en los 63 años de la institución implica una gran responsabilidad, y más por tener que poner en marcha un INTA que fue perdiendo capacidades en los últimos cuatro años, en el que hay mucho a reparar y reconstruir.
– ¿Cómo encontró al INTA al asumir?
– La institución, entre bajas por jubilaciones y retiros voluntarios, perdió casi 800 personas; no hubo despidos masivos pero si reducción en estructuras que se vieron afectadas, agencias de extensión -una de las fortalezas-, despliegue territorial; en muchos lugares hay debilidades, vacantes que no se pudieron cubrir, y que necesitamos fortalecer.
– ¿Cuál es su objetivo?
– El INTA tiene que crecer, recuperar vacantes perdidas, mejorando la dotación en agencias de extensión, áreas de investigación, espacios, estructuras, siempre con una mirada federal.
– ¿El presupuesto es suficiente?
– Estamos en el camino de fortalecer el presupuesto asignado, hay señales positivas -dentro de la situación general- para recuperarlo y fortalecer los principales ejes temáticos del INTA: intensificación sostenible, cambio climático y recursos naturales, salud animal y plagas y enfermedades vegetales, agregado de valor en origen, recursos genéticos y agricultura familiar.
– Cuando asumió hizo hincapié en fortalecer la agricultura familiar…
– Es uno de los ejes a seguir fortaleciendo junto con los representantes del sector en los distintos lugares de decisión; dar los debates necesarios con las organizaciones representativas, fortalecer el rol de sujetos productivos de los agricultores familiares.
Un ejemplo son las ensachetadoras y pasteurizadoras de leche que -con financiamiento de Desarrollo Social se van a instalar en seis provincias-, los equipos de deshidratación de frutas y hortalizas, las trilladoras y escarificadoras de quinoa.
– ¿Qué otros programas priorizan?
– El Programa Nacional de Agua, recientemente lanzado por el Ministerio, que permitirá a una gran cantidad de familias acceder al agua en muchas comunidades; y el Prohuerta, que cumple 30 años y hoy -también con financiamiento de Desarrollo Social- abastece de semillas, fundamental para el autoabastecimiento, y la posible generación de excedentes para comercializar a través de ferias comunitarias.
– Esto se vincula con la lucha contra el hambre, uno de los ejes de su discurso de asunción…
– Sí, el INTA viene trabajando en el comité de contingencia de apoyo al “Plan Argentina contra el Hambre”, ayudando a elaborar el mapa del hambre con el Ministerio de Ciencia y poniendo a disposición materiales para programas educativos.
– Otro eje que remarcó en más de una oportunidad es el de género…
– Sí, tenemos un fuerte compromiso con una política integral con perspectiva de género y, en ese sentido, el INTA posee una plataforma de equidad de género, infancia y adolescencia que busca ofrecer un espacio de articulación de capacidades y coordinar acciones en el territorio; forma parte de la red “Mujeres rurales, mujeres con derechos” de FAO, junto a la primera dama (Fabiola Yáñez) a través de ALMA (Alianza de Primeras Damas de América Latina y el Caribe) y el Ministerio de Agricultura; y cuenta con protocolos internos para prevenir y erradicar la violencia de género, y líneas de atención para asistir y denunciar esas situaciones.
– En alguna oportunidad destacó la importancia del trabajo público-privado…
– La articulación y complementación del trabajo Nación-Provincia-Municipio es una línea rectora, complementando acciones y -por nuestro despliegue territorial a lo largo del país- apoyando la producción de alimentos y colaborando en su distribución. A su vez, la articulación público-privada es otro eje clave porque el país necesita crecer, mejorar su desempeño agroexportador.
– ¿Cómo afectó la pandemia el trabajo de la institución?
– Nos cambió la mirada y, en lo interno, llevó a organizarnos en nuevas formas de trabajo, a potenciar la agencia de extensión virtual, a través de la cual los productores pueden hacer llegar sus consultas y recibir el asesoramiento correspondiente.
– ¿Y cómo contribuye el INTA a la lucha del coronavirus?
– Hemos podido, a través del laboratorio de virología de Castelar, aportar a la red de diagnóstico de la Covid, al Malbrán, capacitando profesionales, proveer equipos con mucha experiencia en salud animal, y trabajar en proyectos para el desarrollo y la producción de reactivos para diagnóstico y tratamiento de Covid a partir de camélidos.
– ¿Cuál es el rol del INTA en la pospandemia?
– Tenemos que seguir aportando a la producción de alimentos saludables -a través de un cuidado del ambiente, con el uso responsable de los fitosanitarios-, con un enfoque ecológico.
– ¿Y los desafíos?
– Trabajar en los territorios periurbanos, como el AMBA, mejorando el intercambio económico, productivo y ambiental.
Esta pandemia nos ha puesto de manifiesto el carácter esencial de la producción de alimentos, y la investigación y el desarrollo de la tecnología, la innovación tecnológica, son el eje central de los aportes que el INTA puede seguir haciendo.