Por Juan Lamarche
Dentro de los ámbitos públicos, los cafés ocupan un lugar muy especial como espacios de encuentros múltiples y diversos. Hay cafés de grandes ciudades con historias cargadas pero cualquier café de pueblo tiene su significación. Recuerdo mis cafés de la ciudad de Buenos Aires, un Paulista ya desaparecido de la Avenida de Mayo, recordamos todavía los usos, modos y acentos de los mozos, también La Paz, La Giralda, La Academia y muchos otros. Un tío comentaba que la gente caminaba a toda marcha por la ciudad y luego se sentaba horas en un café, ritual compartido, escena social memorable. Recuerdo a Focaccia y La pampa de San Isidro, donde cursé mi secundaria. Cuando llegué a Mar del Plata, en 1984, frecuentaba el Café Francés, el viejo Barracuda que estaba pegado a la librería Don Quijote y ahora Dickens, Punto secreto y otros. Tengo en mente el café María Castaña de Esquel y el Touring de Trelew, que bajo la atenta mirada de doña Pepa, su dueña, despliega fotografías de una larga y rica historia de la ciudad patagónica.
Los cafés atesoran historias de conversaciones amistosas, familiares, amorosas, comerciales, de trabajo, artísticas, miles de entreveros, ilusiones, deseos, separaciones, amores y odios. Hay en los cafés algo sagrado, de redención, celebración y fiesta. En nuestro país el café es insustituible, allí se discute y arregla la política nacional y mundial, se arman y desarman los seleccionados de fútbol y los equipos favoritos, se filosofa sobre los temas más diversos, tanto del sentido común como de cuestiones bien abstractas y complicadas. Lugar de citas de implicancia amorosa, tanteos, apuestas, fracasos, encuentros que permanecen o desaparecen. Buena parte de las circunstancias cotidianas de nuestras vidas toman sentido o sinsentido en las mesas de los cafés.
La amistad es inconcebible sin la presencia de los cafés, Julio Cortázar, que de esto sabía, escribió el poema Los amigos que comienza así: “En el tabaco, en el café, en el vino/ al borde de la noche se levantan/ como esas voces que a lo lejos cantan/ sin que se sepa qué, por el camino”.