Por Juan Lamarche
Muchos de los que hemos participado de lides gremiales tenemos una especial admiración por un dirigente gremial diferente, Agustín Tosco. Agustín Alemano “Gringo” Tosco había nacido el 22 de mayo de 1930 en Coronel Moldes, Córdoba, hijo de inmigrantes de Piamonte, Italia. Desde niño criticó el funcionamiento de la escuela pública, egresó como electrotécnico en la Universidad Tecnológica Nacional. Fue un lector empedernido y admiró especialmente a José Ingenieros. En 1949 ingresó a la empresa SPEC como ayudante electricista iniciando tareas en el Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, siendo elegido delegado gremial a los 20 años debido a su capacidad oratoria y la precisión de sus ideas. Ya durante el gobierno de Perón cumplió distintas y ascendentes funciones gremiales.
Tosco era marxista y se solidarizó en ese momento con la lucha armada. Atacó frontalmente al sindicalismo burocrático, en especial a José Ignacio Rucci. Apoyaba la actitud asamblearia, su ideología era antiimperialista, antipatronal y antiburocrática. También participó de las luchas contra la dictadura del general Juan Carlos Onganía. El 29 de mayo de 1969 se produjo en Córdoba una rebelión popular contra la dictadura de Onganía, el Cordobazo, cuando obreros y estudiantes enfrentaron el poder represivo del ejército. Fue condenado a ocho años de prisión por su apoyo al levantamiento y sobreseído a los dieciocho meses. Dijo Tosco: “Fue una rebelión obrera y popular, surgió de la clase obrera y del pueblo. Lo esencial del Cordobazo es que surge de los trabajadores y de los estudiantes y que ellos por sus convicciones salen a la calle a luchar”.
Al salir de prisión Tosco regresó a Córdoba. Tras la victoria del peronismo en 1973 fue perseguido. En 1974 pasó a la clandestinidad al ser intervenido el Sindicato de Luz y Fuerza. Luego enfermó y no pudo ser asistido convenientemente debido a su situación, muere en Córdoba en 1975, a los 45 años. A su entierro concurrieron unas 20.000 personas pese a las amenazas de la triple A. Un amigo, ex militante marplatense de Luz y Fuerza, pudo conocerlo y conserva una admiración incondicional. De esta manera se definía a sí mismo: “No necesito ideólogos que me escriban cosas. Es cierto que tengo mucho que aprender. Lo importante es que aprendo y me inspiro en mis propios compañeros, en la dramática realidad que vive nuestra clase. En la firme determinación de nuestro pueblo para superar la encrucijada que padece. De allí aprendo, lucho y escribo. Esa es toda mi conducta y mi patrimonio: el de un trabajador argentino que encuentra en los ideales de redención social el más profundo sentido de su vida”.